EL CORREO: “No se puede hacer de la educación sexual una guerra civil”

Félix López, Catedrático de Psicología de la Sexualidad Asegura que «no hay nada que los jóvenes no deban saber de la sexualidad; deben tener una visión global de ésta»

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Félix López, en el Palacio de Miramar. / MICHELENA

Félix López lleva años trabajando con jóvenes y mayores en temas de educación sexual. Catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca, ha sido uno de los ponentes del ciclo ‘Educación afectivo-sexual en la adolescencia’, uno de los cursos de verano que se ha celebrado estos días en el Palacio de Miramar.

-¿Por qué los adolescentes tienden a asumir riesgos en la conducta sexual?

– Hay muchas causas. Tiene culpa la sociedad, las formas de ocio… Los adolescentes pueden acceder a muchísima información acerca del tema, pero ésta no está legitimada, porque se encuentra oculta bajo la cuerda de los amigos y los medios. Además, a pesar de que se vive en una sociedad permisiva, los adolescentes que quieren tener relaciones sexuales deben hacerlo de manera oculta, precipitada. A esto hay que añadir que los riesgos de cualquier actividad sexual no son inmediatos, sino que aparecen en el futuro.

-¿Qué cree usted que deben saber los jóvenes acerca de la sexualidad?

– No hay nada que no deban saber. Es decir, deben tener una visión global de lo que es la sexualidad. Por un lado, tener claro qué es la anatomía, la fisiología, el deseo, cuales son las prácticas seguras y cuales son de riesgo. Pero por otro ser conscientes de que el mundo de la sexualidad está muy relacionado con el mundo de las relaciones amorosas (deseo, atracción, enamoramiento, apego…). Es esto lo que les permitirá adquirir las capacidades críticas para manejarse en la sociedad y convertirse en ‘guionistas’ de su vida sexual y amorosa.

-¿Qué quiere decir con eso?

– Es una metáfora. Imaginemos que se está rodando una película de nuestra vida sexual y amorosa. Como toda película, ésta también tiene un guionista o, en este caso, varios: los amigos, los medios, el mercado, los mitos. El objetivo de la educación sexual debe ser dejar claro que cada cual debe escribir su propio guión, convertirse en dueño de sí mismo y de sus decisiones. Ésta es precisamente la esencia del modelo biográfico y profesional de la sexualidad en el que, en mi opinión, debería basarse la educación sexual.

– ¿Cuál es la principal diferencia de este modelo respecto a otros?

– Que no se trata de un modelo directivo. Es decir, tanto el modelo religioso-moral como el que hace hincapié en los riesgos de las relaciones sexuales ofrecen una perspectiva negativa de las relaciones sexuales y éstas son en sí buenas para la salud. Por su parte, el modelo prescriptivo las ve como algo prácticamente obligatorio, pero decir que deben ser obligatorias tampoco es correcto. Cada cual debe ser dueño de su propio cuerpo y no hay salud sexual sin la decisión del sujeto.

-¿Cuál es el rol de la familia y de la sociedad?

– Tienen roles distintos. El de la familia es más importante porque debe enseñarles a los jóvenes que la vida sexual y amorosa es una cosa bonita, y que además puede ir bien. Esto lo hacen a través de la ternura, las buenas relaciones de apego, tratándose bien entre hombres y mujeres. La sociedad, por su parte, a través de la escuela y de los profesionales de la salud, tiene que dotar a los adolescentes con conocimientos sistemáticos y bien fundados sobre anatomía, fisiología, anticoncepción, mundo emocional… Eso sí, los profesionales de la salud son simples mediadores. No deben opinar o tomar decisiones que conciernen a cada uno; deben simplemente informar.

– ¿Cree que este modelo puede tener alguna limitación?

– Las limitaciones están relacionadas con los problemas que puede tener una persona, es decir, las conductas autodestructivas y que una persona haga daño a los demás. No se puede permitir, por ejemplo, que un señor adulto diga que a él le gustan las niñas de 11 años y que, por ello, tenga relaciones sexuales con niñas de dicha edad. Y esto es inadmisible no sólo por razones penales o legislativas, sino porque esto afecta y pone en riesgo la biografía sexual y amorosa de esa niña. Por eso hay una serie de criterios que hay que seguir a la hora de informar.

-¿Qué criterios?

– Criterios basados en la ética de los valores universales, como son la del consentimiento libre por parte de las personas que participan en el acto sexual, el placer compartido, de la igualdad, la lealtad, la salud frente a los riesgos… Y para que todo esto sea posible es necesario el diálogo. Toda sexualidad que implica a otra persona hay que dialogarla.

-¿Cree que el modelo que usted plantea puede ser el modelo público a seguir, aplicable a jóvenes creyentes y no creyentes?

– Por supuesto, porque la decisión la toma cada uno. A mi me parece muy bien si una persona adolescente de 16 años conoce a alguien con quien mantiene relaciones sexuales seguras. Pero me parece igual de bien que ese chico o chica decida esperar a la persona que quiere, a ser un poco más mayor y tenga las relaciones más tarde. Hay que tener claro que cada cual tiene su forma de pensar y que se debe conceder a la gente el derecho a ser como es, progresista o conservador. No se puede hacer de la educación sexual una guerra civil. Un profesional debe dar conocimientos, facilidades, ayudas… Y luego dejar que la gente se organice su vida sexual como quiera.