EL MUNDO: Sexo para salvar el bosque
ACTIVISMO Fuck For Forest es el nombre de la ONG
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La ONG más ‘verde’ del mundo es la de los sexy-activistas Leona y Tommy
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Cuentan con 1.300 afiliados, españoles incluidos
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Practican porno al aire libre y lo graban para hacer caja
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Lo reunido, más de 360.000 euros, se destina a salvar bosques de Perú, Brasil…
«Salvar al planeta puede ser muy sexy», se lee en una señal amarilla a la entrada de la sede de Fuck For Forest, un apartamento en el distrito berlinés de Friedrichshain. Allí viven Leona y Tommy junto a su perra Janis. El techo está decorado con luces fluorescentes de todos los colores. Plantas, velas y basura rodean el salón. De una pequeña mesa de cristal se vislumbran restos de incienso y colillas de porros de marihuana. En una gran pared blanca cuelgan varios artículos de prensa. En uno de ellos aparece en alemán un llamativo titular: «¿Esto es arte, protección de la naturaleza o revolución sexual?».
Leona y Tommy son «sexy activistas». Así se autodenominan. Llevan la premisa de la ecología sexual marcada en el corazón, combatiendo los problemas medioambientales con orgasmos en la naturaleza. Muchos les critican por su extraña cruzada ambientalista, pero ellos llevan 10 años repitiéndose día a día: «¿Por qué salvar el planeta de forma aburrida, cuando se puede hacer de manera excitante?».
En 2004, Leona Johansson (30 años) y Tommy Hol (37) -ella sueca y él noruego- se pusieron a practicar sexo en un escenario delante de 4.000 espectadores como manifestación ecológica, durante el concierto en Noruega del Quart Festival en el que actuaba la banda The Cumshots (los eyaculadores). Leona y Tommy querían hacer una protesta diferente para defender el medio ambiente.
Tras esa polémica actuación, se les ocurrió la idea de fundar Fuck For Forest (sexo por los bosques), o simplemente FFF. Seguramente sea la ONG más extraña del mundo. Sí, es una ONG. Una organización sin ánimo de lucro en la que la pornografía y ecología van de la mano en defensa de la naturaleza. «Queremos divertirnos con el sexo y mostrar la naturaleza a la gente», afirman. Su web es la única sobre ecoporno del mundo.
Por sólo 12 euros
¿Pero es serio todo esto? La realidad es que Fuck For Forest cuenta con más de 1.300 afiliados, ecoamantes, sexy-activistas…, autodenominados de diversas formas, de varias partes del mundo, que pagan mensualmente 12 euros para ver fotos y vídeos de sexo amateur. El funcionamiento es sencillo. Al realizar una donación en su web vía tarjeta de crédito se tiene acceso a una serie de contenidos pornográficos. Escenas que están protagonizadas por miembros y colaboradores de la ONG. Gente de a pie convertida en estrellas del porno en la intimidad de la naturaleza.
El sexo vende, pero ¿qué puede comprar? Esa es la pregunta intrigante que persigue el documental Fuck For Forest, con una gran difusión en los últimos meses, realizado por dicha organización y dirigido por el cineasta polaco Michael Marczak en 2012.
Muestra la vida de neohippies que profesan el amor libre, el sexo y la ecología. A ritmo de música tecno se adentran en la selva acompañados por un grupo de indígenas, bailan, se desnudan; practican el sexo en la calle, en los parques, en una iglesia… «La gente en occidente ha perdido su conexión con la naturaleza y con su propio cuerpo», dice Tommy. «Haz el amor y no la guerra», proclamaban los pacifistas en los años 60. Ahora que el activismo sexual está de moda y que «salvar el planeta es sexy», quién sabe si en estos tiempos de calentamiento global la solución viene por el calentamiento inguinal. ¿Verdad Paloma? Porque así se llama una de las afiliadas españolas al movimiento. Madre de un niño pequeño, ella se define como una mujer de mente abierta. Lleva desde 2008 colaborando con la ONG.
Desde sus inicios, FFF ha recaudado más de 360.000 euros, con los que financian ocho ecoproyectos para salvaguardar los bosques tropicales. En Costa Rica, por ejemplo, la organización compró 60 hectáreas arboladas, ahora zona protegida. En Ecuador, junto con indígenas shuar, han creado un centro cultural de intercambio de conocimiento sobre medicina herbolaria. Y en Perú, con su proyecto Comunidad Arco Iris, han invertido 13.000 euros en hectáreas para reforestar y reeducar a las poblaciones en el uso responsable de los recursos. Invernaderos, un horno solar, un extractor de aceite de coco son algunos de los instrumentos con los que cuentan.
Sin embargo, la crisis también ha perjudicado a esta nueva industria ecopornográfica. «El año pasado los ingresos disminuyeron ligeramente. Pero el dinero no es para nosotros más que una herramienta para ayudar al medio ambiente», afirma a Crónica Leona. Esta joven activista cuyas rastas le caen sobre su desnudo cuerpo piensa que la sexualidad se ha convertido en una herramienta de marketing en la sociedad actual. «La pornografía genera mucho dinero, ¿Por qué no invertirlo en crear una cultura positiva del sexo, donde se celebre el placer y nos ayude a conectar con la naturaleza?».
Varias instituciones públicas y ONG se oponen a este modo de acutar. Se preguntan hasta dónde es realmente activismo cruzar la línea de la exposición y venta sexual. «Todo lo hacemos nosotros, no somos un negocio», dice Leona, «sino una expresión contra la destrucción del medioambiente».