Viaje al mundo skinhead: cabezas rapadas, Dr. Martens y ¿homosexualidad?

El libro ‘Skinhead, an archive’ explora una de las subculturas más estereotipadas y controvertidas

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Un peluquero punk enamorado de un skinhead. Tienen sexo. Es una película. Se llama No skin off my ass y la dirigió Bruce LaBruce en 1993.

El skin es “el único corte de pelo que tiene sentido hoy“, se escucha en el film por boca del peluquero, interpretado por el propio LaBruce. No sabemos qué pensaría de la película Nicky Crane, el convicto icono neonazi que, antes de ser consumido por el sida, acabó sus días revelando que era gay y haciendo porno amateur.

El abordaje de la homosexualidad en la subcultura skinhead no podía faltar en Skinhead, an archive, una completa exploración del movimiento a través de pósters, zines, carteles o películas. Recientemente publicado por Ditto Press, el libro recoge, además de material visual inédito, textos explicativos del propio LaBruce, entre otros. Un recorrido por una historia no siempre bien contada en el que cabe todo lo que no se conoce de los cabezas rapadas.

La subcultura skinhead nació, resumiendo mucho, de la unión entre la de los mods británicos y los rudeboys jamaicanos emigrados a Londres en los 60. Estética y música haciendo buenas migas. Todo desde los barrios de clase trabajadora. Reggae, ska, rocksteady y el cuero cabelludo alardeando de identidad.

La deriva fascista – boneheads– y sus contrapartes antirracista y redskin, literatura de consumo interno y por supuesto, los queerskins o skins gays y las chicas skins están aquí presentes. Como lo está aquel zine Skinhead Times que llevaba en portada a la Miss Skinhead del 93 con su dirección y teléfono. Un medio, por cierto, que se presentaba como “ni racista ni rojo”.

Todo eso está en Skinhead, an archive. Todo sobre una subcultura que trata de escapar a medio siglo de estigmas y estereotipos.

Una especie de Biblia para los skins y un fascinante mundo a descubrir para todos los demás.

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