Músculo, sexo, polémica y ciencia

Margaret Wambui antes de la semifinal de los 800 metros

Margaret Wambui antes de la semifinal de los 800 metros LUCY NICHOLSONREUTERS

Músculo, sexo, polémica y ciencia. Todo se concita en el 800, donde Caster Semenya se enfrenta a Margaret Wambui, una mujer de altura y físico desbordante, cuyo triunfo en el Mundial júnior, en 2014, abrió un debate similar al que se produjo cuando la sudafricana irrumpió en Berlín, en el Mundial disputado en 2009. Semenya pasó un calvario, sometida a exámenes médicos para determinar su producción endógena de testosterona, suspendida y, finalmente, rehabilitada. El TAS anuló más tarde temporalmente la norma que establecía cotas para determinar la feminidad idónea, tras la reclamación de la sprinter indiaDutee Chand, al entender que la ciencia no ha encontrado todavía un parámetro para establecer cuál es, hormonalmente, la mujer que puede y no puede ser deportista.

Existe sólo una excepción: los transexuales. Para los deportistas que han cambiado de sexo, el límite de producción endógena de testosterona es de 10 nanomoles. El nanomol es una unidad de medida. Para el resto, el tribunal de Lausana dejó en suspenso cualquier límite durante dos años, a la espera de investigaciones concluyentes, por lo que, hoy, todas las deportistas pueden competir. En la actualidad, trabaja en ello la Comisión Médica de la IAAF. Semenya ha acudido a estos Juegos, junto a otras deportistas que se encontrarían en el mismo caso en diversos deportes, según fuentes próximas al organismo.

Wambui tiene 20 años, uno más de los que tenía Semenya cuando se impuso en Berlín. En Río, la gigante keniana dominó la serie y semifinal de 800 con facilidad, sin necesidad de llevar su organismo al máximo. Actualmente, y debido a la suspensión de la norma, no tiene por qué ser requerida por la IAAF para controles de feminidad, como le sucedió a la sudafricana, a pesar de las sospechas de algunos observadores. Parte de esas pruebas, como desnudarse ante un médico, llegaron a resultar vejatorias para la atleta y su entorno.

La atleta sudafricana Caster Semenya en Río de Janeiro

La atleta sudafricana Caster Semenya en Río de Janeiro DYLAN MARTINEZREUTERS

A las sesiones del TAS fue invitada una española, María José Martínez Patiño, vallista que en los años 80 fue suspendida por una alteración diferente, no relacionada con el hiperandrogenismo, pero que también ponía en cuestión su idoneidad para competir con mujeres, debido a una alteración cromosómica, una mutación en el receptor de andrógenos. Desde entonces, su vida se convirtió en una lucha que le ha llevado, además de su preparación, a formar parte de la Comisión Médica del COI. Es la única española.

“Tengo constancia de que en Río hay varias deportistas que tienen la misma alteración que yo y que compiten, porque gracias a mi caso se pudo demostrar que no se producía por ello una mejora en el rendimiento deportivo”, explica Patiño, que forma parte, asimismo, de Grapsia, un grupo de apoyo a padres con hijas afectadas por este síndrome.

La ex vallista, sin embargo, considera que en el caso del hiperandrogenismo, que es el que afectaría a Semenya, “sí se produce esa mejora, relacionada con las ventajas de la testosterona en la práctica deportiva. Por ello, creo que es necesario que se establezcan unos límites. No sé si 10 nanomoles, 15 o 20, pero deben existir, porque, si no, estaremos ante un fraude de la competición”. La mayor producción de testosterona se traduce en crecimiento muscular, agresividad y retraso en la aparición de la fatiga.

“Eso no quiere decir que ninguna de estas chicas, por supuesto, tenga ninguna responsabilidad. Los casos se han de tratar con mucha delicadeza, y me consta que es así”, añade.

Patiño, doctora y profesora en la Facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte, en Vigo, admite que “existe una dificultad grande, porque no estamos ante un tema únicamente deportivo, sino científico, juridico y moral”. “Para las organizaciones deportivas internacionales es muy difícil legislar para más de 200 países”, insiste. El caso de Semenya llegó a provocar, incluso, un problema dilplomático, al entender las autoridades sudafricanas que se vulneraban los derechos de una de sus deportistas y ciudadanas.

El laudo del TAS, por el que se concedía una moratoria de dos años para realizar más investigaciones, de la que ha transcurrido uno, es muy significativo acerca de las dudas sobre las cotas que, hormonalmente, establecen la división actual de los sexos: “Aunque los eventos deportivos están divididos arbitrariamente en categorías masculina y femenina, el sexo en el ser humano no es simplemente binario: la naturaleza no es neta. No hay un sólo determinante del género”, señaló el TAS, que instó a la IAAF a pronunciarse sobre una base “razonable y proporcionada”. Semenya, mientras, corre sin más explicaciones sobre sí misma de las que encuentra en la recta del estadio.

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Caster Semenya

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