Las grandes empresas de EEUU se cuelgan el cartel de ‘gay friendly’

LEY ANTIGAY El gobernador de Misisipí se suma a las leyes restrictivas con los homosexuales

Activistas en favor del matrimonio homosexual, durante una manifestación frente al Tribunal Supremo de EEUU, en Washington

Activistas en favor del matrimonio homosexual, durante una manifestación frente al Tribunal Supremo de EEUU, en Washington. AFP

El dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, atacando a Donald Trump por su política inmigratoria. Deutsche Bank cancelando una inversión en Carolina del Norte que iba a generar 250 empleos por la legislación contra los homosexuales en ese estado. Lionsgate, la productora de The Hunger Games (Los Juegos del Hambre), llevándose desde ese estado de EEUU a Canadá el rodaje del episodio piloto de una serie para el que ya había contratado a 100 personas. Aunque quien más daño ha causado al estado es la empresa de pagos online PayPal, que ha cancelado una inversión que podría haber creado 400 empleos directos e indirectos. Y más de 100 grandes empresas de EEUU han publicado una carta abierta criticando la ley. Todo ello pone en peligro la primacía de la ciudad de Charlotte – en la que tiene su sedeBank of America, la segunda mayor entidad de EEUU por activos – como centro financiero en EEUU.

De Misisipí es improbable que se vayan muchas empresas, porque no hay. Pero, muchas de las que han invertido en el estado no están nada contentas con la ley que acaba de aprobar para limitar los derechos de los homosexuales. Los fabricantes de automóviles japoneses Nissan y Toyota, y la segunda mayor telefónica del mundo, AT&T, han calificado a esa norma de “contraria a nuestros principios”. El gobernador del estado, Phil Bryant, solía lamentarse de que allí no tenía su sede ni una empresa del Índice de las 500 mayores corporaciones de EEUUque elabora la revista Fortune. Ahora, todo parece indicar que su frustración va a ser mayor.

Así pues, las grandes empresas estadounidenses han entrado en política en estas elecciones. Eso no es inusual. Lo llamativo es que lo están haciendo sin cortarse y, además, actuando contra su aliado tradicional, que es el Partido Republicano. El mismo Partido Republicano que ha repetido una y otra vez los argumentos de Facebook y de otros gigantes de Silicon Valley de que Estados Unidos debe reducir las restricciones a la inmigración de ingenieros y programadores.

Y el mismo Partido Republicano al que pertenece tanto Bryant como el gobernador de Carolina del Norte, Pat MacCrory, que gozó del apoyo entusiasta de Bank of America y de Google en su campaña electoral de 2012. Ambos estados han adoptado la misma política para atraer empresas: sueldos bajos, restricciones a las actividades de los sindicatos, escasas regulaciones, exenciones fiscales y límites muy estrictos en el caso de que los empleados quieran llevar a los tribunales a alguna empresa. Ahora, todo eso se puede ir al garete porque esos mismos estados han decidido que es legal que, por ejemplo, un restaurante se niegue a servir comida a una pareja del mismo sexo.

Es, así pues, una pelea familiar. Claro que esas peleas son las que más duran y las que peor se olvidan. Es llamativo oír a Zuckerbeg hablando de que “oigo voces temerosas hablando de construir muros o de separarse de personas a las que llaman ‘los otros'” y que “somos una comunidad mundial, ya sea para dar la bienvenida a un refugiado que huye de la guerra o a un inmigrante en busca de oportunidad”, cuando él se compró en Silicon Valley tres casas que rodeaban a la suya para tener privacidad, y ha pagado 100 millones de dólares (88 millones de euros) por una propiedad de 400 hectáreas en Hawái.

Además, el dueño y fundador de Facebook – una empresa que tiene un concepto tan flexible de la privacidad de sus usuarios como Donald Trump de los hechos cuando hace campaña – se la debía a Trump. El pasado octubre, Trump llamó a su rival por la nominación republicana, Marco Rubio, “el senador personal de Mark Zuckerberg” por su postura a favor del aumento del número de visados para personas altamente cualificadas. Las empresas de Silicon Valley quieren más expertos en programación extranjeros porque, arguyen, en EEUU no hay un número suficiente. Sus críticos las acusan de tratar de atraer talento foráneo porque los inmigrantes cobran menos.

Pero la cascada de críticas a carolina del Norte y a Mississippi refleja la fractura interna de los republicanos entre el sector más cercano a las grandes empresas, que ha dominado esa formación tradicionalmente, y el de los ‘conservadores sociales’, que le está arrebatando el control del partido y cuya estrella no es Trump, sino el otro gran candidato por la nominación: el senador por Texas Ted Cruz.

Empresas como Amazon, Starbuck’s y Microsoft ya capitanearon la campaña en el estado de Washington en favor del en el referéndum sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo que se celebró allí en 2012. Ahora que esas uniones son legales en todo Estados Unidos, esos mismos gigantes quieren que las personas de esa orientación sexual tengan los mismos derechos que los heterosexuales.