Las 88 agresiones homófobas en Madrid que no llegan a la comisaría

Arcópoli ha contabilizado 105 agresiones homófobas o tránsfobas en Madrid en lo que va de año

Arcópoli ha contabilizado 105 agresiones homófobas o tránsfobas en Madrid en lo que va de año EFE

Casi 50 años después de que un grupo de trans, lesbianas y gays hicieran frente a la policía de Nueva York en los alrededores del pub Stonewall Inn, el colectivo LGTB sigue contabilizando agresiones homófobas y tránsfobas en Madrid. Frecuentemente se considera aquel 28 de junio el inicio de la lucha contra todo un sistema que perseguía a aquellos que no respondían a los patrones sexogenéricos impuestos. Pero aún hoy a muchos siguen pisándoles los talones cuando vuelven a casa por la noche y muchos evitan esa calle para no palpar el riesgo de recibir una paliza.

Como Sergio, que perdió el conocimiento tras uno de los empujones que les dieron a él y a su amigo al grito de ‘banda de maricones'”. La que sufrió este joven madrileño es una de las 105 agresiones homófobas o tránsfobas que ha contabilizado la asociación LGTB Arcópoli en la capital desde el inicio del año. De ellas, solo se han denunciado ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado 17. Es decir, 88 agresiones son invisibles para la Policía.

Algo similar ocurre con los datos que proporciona el Ministerio del Interior en su informe anual de delitos de odio. El último, correspondiente a 2015, contabilizó 169 incidentes por homofobia en toda España. Pero en la estadística solo se incluyen aquellos que han sido puestos en conocimiento de un agente. Según relató a eldiario.es, Sergio acudió a comisaría poco después de la agresión para denunciar ante un policía.

Pero la formación de los agentes es “insuficiente”, según sostiene el jefe de la Policía Local del municipio madrileño de Fuenlabrada y portavoz de la Plataforma por la Gestión Policial de la Diversidad, José Cano. Arcópoli, a través de su Observatorio contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia, imparte cursos a varios cuerpos de policía madrileños, pero “es fundamental poner en marcha un proceso de formación intensiva”, explica Cano. Y ejemplifica: “Si un agente presencia un puñetazo a un chico que se estaba besando con otro, puede dudar si es un ataque de odio, pero si el agresor tiene tatuado en el brazo ’88’ –símbolo del saludo Heil Hitler– podrá identificar mejor la motivación”.

Pero eso requiere, matiza Cano, que “los policías lo sepan, y muchos aún no tienen esa formación”. El portavoz asegura que los de odio, como los homófobos, son “delitos complejos, que requieren muchos medios de prueba… y por ello se necesita tanta información para identificarlos”.

La normalización de la violencia

Sergio sí denunció, pero no lo hizo el amigo que le acompañaba y al que también agredieron. “Por vergüenza y por miedo”, contó el joven. La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea –FRA– elaboró en 2013 un estudio que cuantificaba en un 80% el número de victimas de discriminación que viven las agresiones en el ámbito privado, sin denunciar.

Entre los motivos para no poner en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado la agresión, el informe enumera  la desconfianza en que la policía hiciera algo al respecto –32%– o pudiera hacerlo –19%–, el miedo a la reacción de los agentes –19%–, el temor a las represalias –16%– o la vergüenza –15%–. Sin embargo, la razón más frecuente –48%– es “no se me ocurrió” o “no me pareció lo suficientemente grave”.

Rubén López, vocal de delitos de odio de Arcópoli, recibe casi diariamente llamadas de chicos y chicas a los que han agredido junto a insultos homófobos o tránsfobos. Ve en ellos y ellas su reticencia a denunciar. El experto identifica la normalización de la violencia como uno de los factores fundamentales. “Lo ven como algo normal, que está aceptado que alguien les agreda o insulte”, sostiene. Pero también la creencia de que no sirve para nada y la desconfianza motivada “porque el colectivo LGTB ha tenido una historia muy dura con la policía que sigue en el imaginario”.

López explica que el perfil de las víctimas suele ser un hombre joven que va en pareja porque para el agresor, un hombre la mayoría de las veces, “dos chicos dándose un beso supone una traición al concepto de masculinidad”, pero que lo hagan dos chicas, “lo ve morboso y excitante”. Por otro lado, continúa, “el contacto físico entre dos hombres en público es más tabú”, aunque “últimamente estamos observando un aumento de denuncias de chicas”.

Ante esta situación que los colectivos LGTB llevan años vigilando, exigen la aprobación de una ley de igualdad LGTB que incluya la formación de jueces, fiscales y abogados en esta materia e incorpore la diversidad afectivo sexual “en todos los ámbitos: sanidad, educación…”, dice López. Además, que contemple medidas y herramientas concretas para combatir la homofobia desde las instituciones. Sin embargo, el Partido Popular, que ha ganado las elecciones de este 26J, es el único partido que no incluía esta medida en su programa electoral, al contrario que el PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos.