Javier Liñera, sobre las tablas de la libertad

Javier Liñera.

Javier Liñera.

GETXO – “Barro Rojo alude a lo que pasaba en los campos de concentración, donde caía la sangre en la tierra”. En Alemania, los prisioneros eran identificados con un sistema de marcaje y los gais tenían un triángulo rosa invertido. En España, el término homosexual estuvo ligado durante muchos años a dos tipos de crónicas: la negra y la rosa. Este mapa de colores refleja una realidad lúgubre, muy oscura: la de la repugnante persecución que sufrieron los homosexuales en la Alemania de Hitler y en la España de Franco. Sobre esos sucesos infames versa Barro Rojo la obra teatral de Javier Liñera.

El público de Las Arenas aplaudió ayer esta función que se desarrolló en el marco de las Jornadas de Teatro de Getxo. Hoy, mañana y el próximo fin de semana continuarán con el telón levantado. “Es una historia que surge por una necesidad. Es algo que debo a la gente que ha luchado y que ha muerto y que, por eso, yo ahora puedo estar aquí tranquilamente”, se sincera este actor getxotarra, de alma y corazón teatrero. La siguiente parada de Barro Rojo será el próximo a las 19.30 horas en La Fundición, dentro del Festival BAD de Bilbao. Y en 2016, esta obra viajará hasta París, donde Liñera estudió y, con casi toda probabilidad, hasta Chile también, de donde es Daniela Molina, una de las mujeres que junto a Linda Wise dirige esta pieza escrita por el propio intérprete vizcaino. En Barro Rojo, Liñera se enfrenta en soledad -e incluso con tacones- a los espectadores desde el escenario y da un salto en su carrera, después de diez años actuando para un gran abanico de compañías. “Me apetecía hacer algo solo, ya volveré a trabajar en grupo”, reconoce.

Su dilatada trayectoria, que le ha permitido hasta realizar una secuencia de la película Mortadelo y Filemón 2. Además de participar en el videoclip de la canción Que amanece de nuevo, de Doctor Deseo, que le ha transportado también por los teatros de países como Argentina, Colombia o Brasil. Siempre, unido al teatro. “Es un mundo complicado y aquí en Euskadi no estamos del todo mal. Es cierto que requiere mucho esfuerzo y hay que moverse mucho. Pero, por ejemplo, estuve hace poco en Madrid y me propusieron un papel para una producción. Al hablar de cifras económicas, me respondieron:Bueno, ya se verá. Es que en Madrid no hay dinero. Me comentaron:Puedes trabajar de camarero. Y yo les contesté que no, que yo nunca había sido camarero. Se quedaron asombrados: ¿Cómo? ¿Un actor que no ha trabajado de camarero? Yo he podido dedicarme siempre a las artes escénicas en diferentes ramas”, cuenta Liñera.

TAMBIÉN PROFESOR De hecho, este getxotarra también ha seguido el camino de la formación. “Dirijo a los grupos de teatro de las asociaciones de mujeres de Barrika y Sopela, y a dos grupos de teatro en Abadiño y Amurrio. También he trabajado con niños y adolescentes y con estos últimos he disfrutado mucho, he aprendido mucho con ellos”, destaca Liñera. Con las mujeres de Barrika, Emakumeen Hitza Elkartea, puso en marcha una interesante iniciativa, en la que aún están sumergidos. “Empezamos a trabajar con los oficios de las mujeres de la comarca y nos pusimos a investigar sobre el tema: leer libros para ver los oficios que allí había en el pasado y sobre todo, las historias de la vida de cada mujer. Por eso, también hicimos entrevistas. Aún nos falta una fase para terminar el proyecto”, explica este intérprete que siempre se acuerda de Myriam Rodet, profesora de las clases de teatro municipales. “Ella prendió la mecha en el colegio Andra Mari. Mi pretensión nunca fue ser actor hasta que llegó el momento de decidir de verdad…”. Y Liñera escogió la opción acertada.