EL MUNDO: Normalizar maricas

«Estar contra los gays es como estar contra los negros. Una superstición neolítica»

ANTONIO LUCAS

EL NUEVO cardenal español Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona, dejó un mensaje clínico en una entrevista concedida al diario Sur. Aquí va, para disfrute de todos ustedes: la homosexualidad es una deficiencia «que se puede normalizar con tratamiento». Así estamos un 21 de enero del siglo XXI.

Además del ramalazo inquisitorial de monseñor, sucede que su rasante teoría trae muy poco bagaje de Historia. Por no ir más atrás en el tiempo, el mismo Vaticano donde le van a dar la púrpura está diseñado por un homosexual y dignificado por las grandes obras de luminosos homosexuales: de Leonardo da Vinci a Miguel Ángel Buonarroti, pasando por Caravaggio, un gayer de mucho brío.

Será que a monseñor le faltan temas para la homilía y recurre a la vieja historia de atizar homosexuales como otros lanzan cabras del campanario, por instinto. Estar contra los gays es como estar contra los negros. Una superstición neolítica. Ni uno ni otro son desviaciones de la especie, monseñor, sino la especie misma, con su riqueza, sus variantes y su hecho diferencial. Como ser cura. Como ser heterosexual, que es lo que a mí me tira. Ya ve. Qué cosas. Me gustan las mujeres. No me he casado. No he procreado. Uso condón. Defiendo el derecho al aborto plenamente.Y no tengo fe… Yo sí que no me «normalizo» ni pa dios.

Esto de ir por la vida llamando enfermedad a la diferencia es reaccionario. Resulta más eficaz, si usted lo pensara, reparar la ignorancia. Lo veo despistado, cardenal. Ya no sabe si los gays vienen de Dios o del demonio, aunque por si acaso que los vayan tratando. Y no deja claro si los quiere redimir o angelizar. Lo que propone don Fernando es algo tan grosero y directo como curar maricas. No apuesta, sin embargo, por aplicar la ley contra los corruptos. O intentar regenerar socialmente a pederastas. Asuntos mucho más urgentes y nocivos, según las últimas estadísticas.

Él prefiere salvar homosexuales extirpándoles su misma condición sexual. Más o menos, como si alguien propusiera pintar albinos para no joder los safaris. Pero para mí que el Dios que usted invoca creó también esta asombrosa riqueza sentimental. Y hasta la Iglesia -fíjese bien- tiene homosexuales entre sus fieles (y entre sus filas). Gente con la fe bien armada. Católicos firmes y entregados. Quizá debiera proponerles a ellos su idea de depuración. Verá qué exitazo.