Homofobia en el fútbol: ningún jugador español se ha atrevido a salir del armario

¿Por qué ningún futbolista ha hecho pública su homosexualidad? ¿Culpa del vestuario, el club, los patrocinadores, la afición o los insultos de la grada contraria? ¿Acaso es una homofobia internalizada? Aquí, algunas de las posibles respuestas.

Cristiano Ronaldo celebra un gol, durante su etapa en el Real Madrid, junto Marcelo y Sergio Ramos. / EFE

El diario francés L’Equipe le ha plantado cara a la homofobia en el deporte. Bajo una foto de dos waterpolistas besándose, un titular a favor de la diversidad sexual: “Besad a quien queráis”. El especial, que salió a la venta el pasado fin de semana, subraya que ningún futbolista de élite en activo ha hecho pública su homosexualidad.

Nada nuevo en España, donde la revista Zero amagó en 2006 con un reportaje donde varios futbolistas salían del armario, daban la cara o, al menos, apoyaban la visibilidad en el deporte. Las presiones que sufrieron su director, Miguel Ángel López, pero sobre todo los futbolistas por parte de sus representantes dieron al traste con la propuesta.

“El tema motivó una polémica que se prolongó durante años y alimentó el morbo. Desde entonces, todo el mundo, incluso el presidente Zapatero, me preguntaba quiénes eran los futbolistas gais”, recuerda el responsable del desaparecido mensual. “Sin embargo, no era un reportaje al uso sobre la salida del armario de un jugador, sino un primer paso para lanzar un mensaje positivo a los jóvenes”.

Un fotógrafo vasco, explica López, contactó con varios jugadores del Athletic de Bilbao y de la Real Sociedad, quienes a su vez tiraron de colegas de otros equipos, como el Real Madrid, el Barcelona y el Atlético. “Apalabró con ellos que posarían en un reportaje coral, bonito y de camaradería. Conviene aclarar que no sólo eran homosexuales, sino también héteros gay friendly. Ellos habían aceptado previamente, conscientes de las dificultades que pondrían los clubes, pero la portada no salió porque sus representantes pusieron el grito en el cielo”.

El director de Zero, quien actualmente ejerce como asesor de comunicación, considera que aquellos futbolistas fueron “valientes” y recuerda con humor las anécdotas sobre las presiones que se sucedían al otro lado del teléfono. “Los del Madrid, más o menos, vinieron a decirme: En nuestro equipo no hay homosexuales y, si los hubiese, nos los habríamos cargado. Y si los hubiese…”, ironiza López. “Otros optaron por el silencio o cortaron por lo sano: ¿Quiénes se creen esos niñatos de la revista marica?”. Curas y militares habían protagonizado la capa de la revista, pero sacar a la luz la homosexualidad en el fútbol resultó imposible.

“En los clubes cunde la homofobia”

¿Hay (más) rechazo en los vestuarios, en los despachos o en las gradas? “En los clubes cunde la homofobia y la prueba más evidente es que no hay un referente homosexual”, señala José Luis Lafuente, coordinador del grupo de Deporte de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). “Tampoco ves a nadie con su pareja, otro reflejo de que detrás de esas actitudes hay ocultamiento, miedo, discriminación y homofobia”.

Lafuente desgrana la situación en los tres escenarios, que serían cuatro si considerásemos el bar y el salón de casa como una prolongación de las bancadas. “La bandera arcoíris en las camisetas del Rayo Vallecano y el Guadalajara, en el brazalete del capitán del Leganés o en los cordones de la plantilla del Racing de Santander y de algunas estrellas del Atlético ayudaron a visibilizar la homosexualidad. Los jóvenes aficionados lo vieron como un referente positivo”.

Desde 2015, cuando lanzamos la campaña #LaLigaArcoIris, nos han llamado niños pidiéndonos cordones porque se los habían visto a sus jugadores: ¿Por qué voy yo a discriminar a los gais si mis ídolos deportivos favorecen la diversidad?”. La FELGTB percibió entonces la apertura de algunos directivos y jugadores. Sin embargo, el Madrid y el Barça rechazaron la invitación.

El acoso de la grada

“Si la afición podría rechazar a un jugador que hiciese pública su homosexualidad, la grada ajena sería aún peor”, cree Lafuente, quien recuerda los insultos proferidos a algunas estrellas. Desde el “¡Guti maricón!” hasta el “¡Sal del armario, Cristiano sal del armario!”, que se escuchaban en algunos fondos. Un aficionado del Real Madrid también remite al caso de otro madridista de renombre, a quien las aficiones contrarias no dejaron de recriminarle una anécdota durante un partido contra el Valladolid en la temporada 91-92: “Mira lo que le pasó a Míchel… Lo siguieron llamando maricón por tocarle los huevos a Valderrama”. El portavoz de la FELGTB cree que esas actitudes se enmarcan en el “discurso del odio, que genera a la larga un delito de odio”.

Miguel Ángel López afirma que el fútbol sigue siendo el opio del pueblo. “Las aficiones necesitan pedagogía, porque sin referencias éticas o morales se pierde el norte. El público podría reclamar un deporte más evolucionado, pero su prioridad no es ésa, sino escapar de sus problemas, volcar las tensiones diarias y liberar emociones”, explica el fundador de la revista Zero. “O sea, es una válvula de escape, de ahí que también le llamen al árbitro hijo de puta y le digan que lo van a matar”.

En el caso del colegiado Jesús Tomillero, ese machismo subyacente se unió a una homofobia desatada cuando salió del armario en 2015. Recibió insultos y amenazas, que lo llevaron a fundar la asociación Roja Directa. Un año después, durante una invitación del Barcelona, habló con Iniesta, quien según el árbitro le comentó que “es normal” que los futbolistas no salgan del armario. “Mira lo que te pasa a ti, imagínate lo que nos pasaría a nosotros”, le confesó el barcelonista, según aseguró en el programa La porteria (Beteve) el colegiado gaditano, quien terminaría colgando las botas ante el acoso sufrido.

“Cada uno puede tener la orientación sexual que quiera, juegue al fútbol o haga halterofilia. Y si es del Badajoz y se proclama pichichi, si hace falta me acuesto con él”, ironiza un aficionado del club blanquinegro, como restándole importancia a la orientación sexual. Sin embargo, su actitud varía si el gay es un contrincante. ¿Llegaría a insultar a un jugador de otro equipo? “Si es un rival, claro. Haría de todo para sacarlo del partido. La afición contraria usa cualquier debilidad de un jugador para desconcentrarlo. Lo que sea”.

Homofobia sobre el césped

Ese mismo argumento podría reproducirse en el terreno de juego. “¿Dónde te puedo atacar para bajar tu rendimiento deportivo?”, se preguntaría un rival. “Y el jugador, claro, ataca por ese flanco”, responde Lafuente, quien rememora la confesión de Cristiano Ronaldo a sus compañeros en el vestuario, después de un bronco partido contra el Atlético. Según la Cadena Cope, en 2016 Kokesupuestamente lo llamó “maricón” y el delantero le respondió: “Un maricón, sí, pero lleno de pasta, cabrón”.

El caso del londinense Justin Fashanu refleja como su homosexualidad le generó graves problemas en el Nottingham Forest, que derivaron en una carrera errática con final trágico, como veremos más adelante. La homofobia en el vestuario también se refleja en la película Mario, que relata la relación entre un jugador que se enamora del nuevo delantero del equipo. El director suizo Marcel Gislert se inspiró en Marcus Urban, un futbolista alemán que se negó a llevar una doble vida, aunque eso supusiese abortar el despegue de su carrera.

La FELGTB no ha recibido quejas de ningún jugador de élite, aunque esa reacción quizás responda a que, de algún modo, supondría una salida del armario, aunque fuese en un entorno afín, comprensivo y limitado. “Sin embargo, sí que nos han llamado de categorías inferiores y de ligas base para denunciar que están siendo discriminados o para preguntarnos por equipos donde puedan practicar su deporte más protegidos”, explica Lafuente. “De hecho, hay clubes LGTBI —cuyas plantillas también están integradas por jugadores héteros— que les permiten desarrollar su carrera con la seguridad de no sentirse marginados”.

¿Por qué no se atreven a salir el armario?

Tampoco ha llegado a contactar ningún jugador con la Asociación de Futbolistas Españoles para exponer problemas derivados de su orientación sexual o para pedir consejo sobre una hipotética salida del armario, según María José López, codirectora de la asesoría jurídica de la AFE. “No ha habido casos, aunque reconocerlo o no públicamente es una decisión que se circunscribe a la privacidad personal. Resulta complicado e, insisto, corresponde a su ejercicio de libertad”, añade la abogada especializada en Derecho Deportivo. “Los colectivos dicen que es positivo para ayudar a normalizarlo, pero depende de cada individuo. El mundo del deporte es machista y homófobo, por lo que eso intimida a quien pudiese manifestarse”.

Además de la reacción de la grada, los jugadores también se plantean otros interrogantes, según Lafuente: “¿Perderé patrocinios? ¿Mi club no me renovará el contrato? ¿Me seguirán fichando equipos de primera división? ¿Me harán el vacío mis compañeros? ¿Sufriré el rechazo de la grada? ¿No dejarán de insultarme en los estadios rivales?”. Y se dan a sí mismos algunas respuestas, como la de llevar una vida pública aparentemente heterosexual, para camuflar su orientación sexual. “Nadie nos ha dicho que su club o su representante le obligase a tener una pareja femenina, aunque sí conocemos casos de falsas novias”, explica el portavoz de la FELGTB.

Miguel Ángel López, aunque ahondará más adelante en otras causas, focaliza el problema en la autocensura. “La homofobia internalizada —o sea, la de de los propios jugadores— es la que más peso tiene. Es un problema transversal, porque en el deporte hay un rechazo muy fuerte, pero los futbolistas son los primeros que no rompen esta dinámica, cuando son ellos quienes podrían abrir el melón”, explica el exdirector de la revista Zero.

“Son vidas soterradas, no sólo por la homosexualidad, sino también por otros temas como el dopaje, los matrimonios de conveniencia, el silencio de la privacidad… En definitiva, por todo lo que afecta al negocio, porque cuidan mucho la cuenta de resultados”, critica el asesor de comunicación, quien carga contra los tres ángulos del triángulo de la homofobia en el fútbol.

Un problema social

“Esa homofobia internalizada pesa más que las directivas, una oligarquía ultramontana formada en ocasiones por mafiosos legales e ilegales”, prosigue López. “Si juntas el rechazo de los propios futbolistas al de los dirigentes, tienes la receta perfecta contra la implantación de un modelo positivo que destierre la discriminación y contra el aperturismo a la diversidad sexual por parte de los aficionados, que son conservadores nada más entrar por la puerta del estadio, porque se convierten en una masa de borregos que van a descargar sus frustraciones”.

Homofobia, xenofobia y machismo, enumera el fundador de Zero. “Esto no acaba nunca”.

Jugadores, dirigentes y público, enfatiza el orden. “La homofobia es culpa de todos”.

“Y transversal, igual que el machismo”, añade. “Son conceptos que se creen superados, pero cuando rascas un poco en la sociedad ves que el machismo está presente desde la educación. Eso provoca que luego afecte a todos los ámbitos, de la familia al trabajo. Lo mismo pasa con la homofobia: por más que hayamos tenido etapas de visibilización, va por oleadas. Ahora bien, en el deporte jamás se ha superado, porque nunca ha habido un gran debate ni un cambio de paradigma”.

López cita las campañas de sensibilización de algunos clubes y peñas —la última, protagonizada por el Montakit Fuenlabrada, cuyos baloncestistas lucieron el pasado domingo una equipación arcoíris “por una sociedad más inclusiva” con motivo del del Día Mundial contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, que se celebra el 17 de mayo—.También la lucha para que “personajes de sectores homófobos, como el Ejército y la Iglesia, saliesen del armario” para posar en la portada de su revista. “Luego se han visto más casos, pero no ha habido una gran eclosión”.

¿Las mujeres sufren menos la homofobia?

La homofobia no es exclusiva del balompié, como tampoco afecta sólo a los hombres. “Es similar en todos los deportes, pero como el fútbol es el más multitudinario, se visibiliza más, tanto en el estadio como en la televisión”, cree José Luis Lafuente, quien considera que las deportistas sufren todavía una mayor discriminación. “Además de lesbianas o transexuales, son mujeres. Incluso se cuestionan sus elevados niveles naturales de testosterona, como refleja la sentencia en contra de la atleta olímpica Caster Semenya”, ejemplifica el coordinador del grupo de Deporte de la FELGTB.

Lafuente opta por responder con varios interrogantes cuando se le pregunta si cree que las gradas son más homófobas con las mujeres: “¿Por qué el fútbol femeninono está en igualdad de condiciones que el masculino? ¿Por qué no se ponen al mismo nivel? Eso es lo que tendríamos que plantearnos. Hablamos de homofobia, pero también debemos denunciar el machismo”. María José López, abogada especialista en Derecho Deportivo, cree en cambio que el acoso es menor, dado que a su juicio el público es diferente.

“En el deporte femenino, incluido el fútbol, muchas mujeres han salido del armario. En ese aspecto, está más liberada, aunque desconozco si se debe a que la repercusión mediática es inferior”, especula la codirectora de la asesoría jurídica de la AFE, quien denuncia que la paridad brilla por su ausencia en “un mundo dominado por los hombres, empezando por sus órganos colegiados”. Esa masculinidad influiría, según ella, en que los varones eviten salir del armario. “La exposición pública tiene sus servidumbres, no sólo sobre la condición sexual, sino también sobre la orientación política. Y el fútbol tiene un efecto más intimidatorio”.

Mapi León, defensa del Barcelona y de la selección española, salió mediáticamente del armario el año pasado, días antes del Orgullo Gay. En una entrevista a La Otra Crónica, de El Mundo, declaraba: “Cuando eres alguien conocido, tienes una responsabilidad. Creo que es importante dar la cara por los derechos de todos, no hay por qué esconderse. Muchas veces oímos cosas muy feas en los campos de fútbol, insultos no sólo homófobos sino también racistas, y yo creo que en el deporte necesitamos lanzar un mensaje claro de tolerancia y en contra del odio”. Como ellas, otras compañeras de La Roja también han manifestado públicamente que son lesbianas, como Lola Gallardo, portera del Atlético, y Laura del Río, delantera del Madrid CFF.

Combatir la discriminación

María José López cree que la única forma de combatir la homofobia en las gradas es “frenándola seriamente”, pues considera que la Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte no ha resuelto el problema. “Yo llevaría la lucha a los códigos, los estatutos y los protocolos de La Liga y de la Real Federación Española de Fútbol, pues en los campos sigue habiendo comportamientos que atentan contra los valores que fomenta el deporte”.

Precisamente, José Luis Lafuente resalta que la legislación no hable de homofobia, sino de intolerancia, empezando por su propio enunciado. “La ley se ha quedado bastante antigua y no recoge concretamente los casos de homofobia, por lo que debería evolucionar. La norma vigente no puede regular o no se está llevando a efecto, porque no hay multas graves, ni cierres de estadios, ni prohibiciones de entrar en un recinto”. Mientras, se alimenta el discurso del odio al que se refería el portavoz de la FELGTB.

“Una persona se muestra tal y como verdaderamente es en un ambiente festivo”. Su lado oscuro o su cara reprimida, al descubierto. “Y cuando profiere insultos, tenemos un problema, porque la ley se ha quedado anticuada”, insiste Lafuente. “Algunos comportamientos son delictivos, porque incitan al odio”, abunda la codirectora de la asesoría jurídica de la Asociación de Futbolistas Españoles, quien reconoce que no existen protocolos contra el acoso. “Si alguien saliese del armario y fuese insultado, sería denunciable. En pleno siglo XXI, es inconcebible que se estigmatice una orientación sexual. Los insultos son negativos, peyorativos e hirientes, aunque queda claro que quienes los profieren se están calificando por sí solos”, concluye López.

Besos y abrazos sobre la hierba

Si tomásemos un campo de fútbol o una cancha de baloncesto como un entorno laboral, la relación entre los trabajadores sería muy estrecha, sobre todo cuando celebran un gol o una victoria. El saludo trasciende el apretón de manos y sobrepasa el beso y el abrazo, una práctica infrecuente entre hombres que desempeñan su labor en otros sectores. “Es una reacción en caliente y una exaltación de las emociones, que se traduce en expresiones de júbilo y alegría, igual que sucedería durante un concierto o un evento anímicamente intenso”, apunta la psicóloga del deporte y la salud Patricia Ramírez.

“Es algo lógico en el ambiente deportivo”, concuerda Javier Aguado, responsable de Comunicación de la Asociación Española de Protocolo, consciente de que la actitud de los profesionales varía dentro y fuera del terreno de juego: “Sobre el césped, se dan besos, pero también se quitan la camiseta. En caliente, las reacciones son así, como el famoso cabezazo de Zidane, quien en condiciones normales no mataría ni a una mosca”. Un aficionado del Barça también considera los besos y abrazos como algo “natural”, aunque reconoce que fuera del terreno de juego hay homofobia y esos gestos no se verían con los mismos ojos: “Eso en una sauna no lo harían, pero durante un partido resulta masculino”.

¿Una cuestión de registros? Porque su comportamiento puede ser diferente lejos del campo, cuando desaparecen los roces y el contacto físico. “Ese saludo no va ligado a ningún otro significado”, añade Ramírez, descartando la cercanía en el campo y un comportamiento que deja patente su hombría, o sea, su imagen de macho heterosexual. “No hay que darle mayor importancia a su reacción dentro del terreno de juego, porque si en una empresa se cierra un gran proyecto, la gente se abrazará y se dará besos igual que en el fútbol, porque se está cumpliendo un objetivo grupal”, razona la experta en psicología del deporte. “Además, en España, ese contacto físico está permitido entre hombres, pero también entre mujeres o entre ambos sexos”.

“¿Para qué exponerse?”

Ramírez no cree que haya homofobia en el vestuario. “Todos los deportistas que conozco tienen un amigo o un familiar gay, por lo que no rechazarían a un compañero por su orientación sexual”, añade la psicóloga del deporte, quien considera que puede haber más homosexuales en disciplinas artísticas, como el patinaje o la gimnasia rítmica, aunque descarta que los jugadores eviten salir del armario porque practiquen deportes de equipo. “Simplemente, los futbolistas no lo hacen por vergüenza o por la falta de aceptación de sus compañeros, sino por la falta de necesidad de exponerte ante una afición que lo usará para atacarlos durante los partidos con el objetivo de desconcentrarlos. Un juego sucio”.

No se trataría tanto del significado del insulto, según ella, como de un ataque deliberado. “Porque un homosexual incluso podría llamarle a otro maricón”, subraya Patricia Ramírez. “¿Por qué van a exponerse en un deporte altamente competitivo y con tanta visibilidad? Hoy juegan aquí, pero mañana pueden fichar por un equipo americano, por lo que deben ser prudentes. Un jugador no está obligado a ondear la bandera arcoíris, del mismo modo que otro no sale en rueda de prensa diciendo que es heterosexual. Se sobreentiende que cada uno es lo que le da la gana, sin necesidad de dar explicaciones ni de pregonarlo”.

Contacto físico y cultura del saludo

Alejo García-Naveira, coordinador de la Sección de Psicología del Deporte del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM), descarta la homofobia. Antes de centrarse en el debate —ningún futbolista de élite ha salido del armario en nuestro país—, describe la cultura del saludo en España. “El contacto físico, el tocarse cuando hablas con alguien, las caricias, los besos y abrazos… Todas estas son diferentes muestras de afecto que son esenciales en las relaciones que tenemos con los demás. También una forma de comunicarnos. En nuestra identidad como seres vivos también somos seres sociales que necesitamos estar con otras personas y relacionarnos con ellas. Y la reacción o el saludo dependen en parte de cómo es la propia persona y con quien se relaciona, de su situación deportiva y de la cultura en la que vive”.

Dependiendo del contexto donde se muevan, la forma de mostrar el afecto es diferente, añade este psicólogo del deporte. “No es lo mismo como expreso a un compañero de equipo mi cariño en su cumpleaños dentro del vestuario, como luego, una vez fuera, en el bar. Como tampoco lo expreso igual a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos o a mi pareja”. García-Naveira deja claro que también responde a una cuestión cultural propia de cada país, aunque en el caso que nos ocupa influye la estrecha relación entre los trabajadores de un club. “Hay un vínculo afectivo con las personas —compañero de equipo, amigo, entrenador, etcétera— y situaciones emocionales deportivas —antes de una competición, tras un gol o después de una victoria—”.

El coordinador de la sección de deporte del COPM rechaza que cunda la homofobiaen los deportes de equipo, sean baloncesto, balonmano o fútbol. “Desde mi experiencia, no. Creo que, con educación y respeto, cada uno puede ser libre para vivir su vida fuera de los terrenos de juego. Un jugador es valorado por su talento deportivo y profesionalidad. El esfuerzo, el trabajo, la fortaleza, el cumplimiento a las normas, el rendimiento, el ser buen compañero… Ésos son los aspectos importantes. Si un jugador cumple con ello, el reconocimiento del equipo hacia él será mucho mayor que cualquier cuestión política, religiosa o de orientación sexual”, concluye Alejo García-Naveira, quien recuerda casos de deportistas españoles que salieron del armario, como el patinador Javier Raya, el waterpolista Víctor Gutiérrez o el jinete Kike Sarasola, hoy empresario hotelero.

“Ellos lo hicieron en su día y no ha pasado nada. No obstante, hay que tener claro que es una decisión personal que debe respetarse”, concluye el psicólogo. Luego estaría la cultura del saludo en la grada, así como las muestras de afecto. Una pareja de chicos besándose en un estadio colombiano desató una ola de homofobia en las redes sociales que fue atajada por el exportero René Higuita con el siguiente comentario: “Hombre, ¿y cuál es el problema? Dejen a los muchachos ser felices, no le están haciendo daño a nadie”.

El caso de Justin Fashanu

El aficionado del Madrid que sacó a colación los insultos que recibió Míchel también recuerda otra experiencia homófoba con un final menos feliz. Porque el centrocampista merengue triunfó en el Bernabéu, jugó en la selección española y ha entrenado al Rayo, al Getafe, al Sevilla y al Málaga, así como al Olympiacos de Atenas y al Olympique de Marsella. Hace tres años, un usuario de Twitter intentó tocarle las pelotas, pero Míchel estuvo más vivo que Valderrama. Su respuesta, en vídeo: “Hola, Javi, me preguntas si soy maricón. No, no lo soy. Prefiero otra tendencia, pero la respeto totalmente […]. No tengo nada en contra de los homosexuales, ni mucho menos. Estaría bueno. ¿Y tú?”.

Sin embargo, la orientación sexual de Justin Fashanu y su salida de armario en 1990 motivaron que su carrera fuese errática. Entonces, el diario The Sun tituló en portada: “La estrella del fútbol que costó un millón de libras: Soy gay”. El hincha madridista explica que el entrenador del Nottingham Forest, Brian Clough, le recriminaba sus hábitos, como dejó escrito en su biografía, donde refleja que había recibido varias llamadas para chivarse de que su delantero frecuentaba un bar de ambiente:

– ¿Adónde vas si quieres una rebanada de pan?
– Al panadero, supongo.
– ¿Adónde vas si quieres una pierna de cordero?
– Al carnicero.
– ¿Entonces por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?

Fashanu, nacido en el barrio londinense de Hackney, tardaría varios años en dar la exclusiva a The Sun. “Entonces se decía que la plantilla no lo encajaría muy bien: los vestuarios, las duchas, la testosterona…”, añade el aficionado blanco. “Si ningún jugador se declara gay, por algo será. Los pocos que salieron del armario lo hicieron al final de su carrera”, añade. El delantero del Nottingham Forest le echó valor cuando ya había pasado por varios clubes de categorías inferiores, británicos y extranjeros. “Gastamos un millón de libras en Fashanu y debe haber sido el dinero que peor invertimos”, escribió su entrenador en Clough: The Autobiography.

Pero el destino sería todavía más cruel: un chico de diecisiete años lo acusó de agresión sexual y, aunque la policía no encontró pruebas, el goleador se suicidó en 1998. Según él, ya había sido condenado por la sociedad y no quería hacer más daño a su familia. Su hermano, de hecho, lo consideraba un monstruo, aunque años después se arrepintió de haberle dado la espalda y de no haber contestado a sus llamadas antes de ahorcarse.

“Hay que tener en cuenta que era otra época”, concluye el aficionado merengue respecto a las hostilidad de Brian Clough hacia su jugador. “La homofobia sigue presente en la sociedad”, subraya María José López. En todo caso, tampoco se sabe qué pasaría hoy, en esta época, si un futbolista se atreviese a salir del armario. Sencillamente porque en España nadie lo ha hecho.

Pinkwashing, desahucios ilegales y censura: así utilizan los Estados el festival Eurovisión

Artículo publicado por RUBÉN SERRANO en EL SALTO DIARIO

Eurovisión 2019 pasará a la historia como un ejemplo de propaganda política. Pero esta instrumentalización no es marca únicamente de Israel. Rusia, Ucrania y Azerbaiyán ya utilizaron el festival para favorecer sus intereses.

Miki, que representa a España en el festival Eurovisión de este año, que se celebra en Tel Aviv.

El pasado 4 de mayo, es decir, a diez días de que arrancara Eurovisión y tras un ataque de Hamás en el que murieron cuatro civiles israelíes, Israel bombardeó Gaza y acabó con la vida de 21 ciudadanos palestinos.

Ese mismo día, a escasos 71 kilómetros, en Tel Aviv, empezaron los ensayos de Eurovisión 2019. La llamada al boicot por parte de figuras políticas, partidos y artistas de Reino Unido, Irlanda, Suecia e Islandia se quedó en nada: ninguno de los 41 países participantes ha cancelado su estancia allí y los preparativos han seguido su curso con total normalidad.

Eurovisión 2019, que celebra este martes 14 de mayo su primera semifinal, pasará a la historia como un ejemplo descarnado de propaganda política por el uso que Israel ha hecho del certamen para lavar su imagen pública y blanquear la ocupación de Palestina ante los ojos de todo el planeta.

Sin embargo, esta instrumentalización no es únicamente propia del país de Oriente Próximo: Rusia, Ucrania y Azerbaiyán hicieron lo mismo cuando acogieron el festival. Es una tendencia clara: en los últimos años, el país organizador de Eurovisión ha utilizado el festival a su servicio, para vender al mundo una versión afín a sus intereses, poderes e influencias.

Las intenciones que tenía Israel con el concurso se hicieron evidentes desde que Netta le dio la cuarta victoria al país el año pasado. Tras recoger el trofeo, espetó en directo: “Muchas gracias por aceptar las diferencias entre nosotros. Gracias por celebrar la diversidad. Amo mi país”. El llamado pinkwashing, el uso de un discurso de respeto e igualdad hacia la causa LGTBI para ser percibido como un actor moderno y tolerante, había empezado inmediatamente. Dos días después de su triunfo, el Ejército israelí asesinó a 58 manifestantes palestinos en vísperas del 70 aniversario de la creación del Estado de Israel.

El presidente Benjamín Netanyahu hizo campaña para que el festival se celebrara en Jerusalén, ciudad históricamente divida entre Israel y Palestina, con el objetivo de dejar claro a quién pertenece la ciudad. Preocupada por una posible espantada, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), responsable del certamen, avisó a Netanyahu : “Si los países se niegan a participar, Eurovisión no se realizará en Jerusalén”. Finalmente, la jugada maestra de Netanyahu se frustró pero la televisión pública del país, KAN, supo aprovechar este giro de guion.

Israel sabe que su imagen está en juego. El año pasado 186 millones de espectadores en todo el mundo conectaron con Lisboa para ver el festival. Así, KAN ha reunido a sus iconos patrios para recordarle al público el valor y la impronta israelí: la modelo Bar Refaeli presentará la gala, la estrella de Hollywood Gal Gadot hará acto de presencia, el multimillonario Sylvan Adams ha pagado un millón de dólares para que Madonna actúe en la final y ha aprovechado que Tel Aviv es el paraíso del gaycapitalismo europeo para promover su marca turística, lo que se ha traducido en un sobrecoste del precio de las entradas que no todos los eurofans han podido pagar.

En un texto que sigue más vivo que nunca, el politólogo y sociólogo francés Sami Naïr escribía en 2006 que Israel ya había conseguido su propósito de legitimarse como estado. “Es posible tratar de destruir un pueblo con la complicidad silenciosa del mundo entero […]. Delante de nuestros ojos, el pueblo palestino es aplastado bajo las bombas. Los sucesivos gobiernos de Israel han ganado. No frente a los palestinos, ya que estos siguen resistiendo, sino frente a los gobiernos del mundo entero y frente a la opinión pública internacional”, remarcó.

Israel busca ahora revalidar esa legitimidad.

EXPROPIACIONES Y VETOS

Pero Israel no es el único que se ha servido de Eurovisión para presentarse al mundo en todo su esplendor. En 2012, Bakú (Azerbaiyán) acogió el certamen y las autoridades del país realizaron “desahucios ilegales, expropiaciones y demoliciones de edificios” para construir el estadio donde se celebró Eurovisión, tal y como denunció Human Rights Watch. El resultado que se vio en las pantallas fue un impactante recinto que se iluminaba por fuera con la bandera de cada país. Una ambición de una magnitud equiparable al descomunal escenario que levantó Moscú en 2009, uno de los más inmensos que se recuerdan.

Las maniobras de ambos países responden a la táctica de demostrar el poder blando que tienen. El catedrático Joseph Nye explicó este concepto en su libro Bound to lead (1990) en el que se refiere a la capacidad de un actor político de convencer y atraer a los otros hacia su bando. Así, lejos de usar herramientas militares o económicas (poder duro), los países usan las herramientas culturales y las políticas exteriores para levantar admiración y erigirse como ejemplos a seguir. De ese modo, se entienden las superproducciones a nivel escenográfico y las propuestas musicales con un marcado cariz internacional que envían al festival países del Este europeo como Ucrania, Armenia, Azerbaiyán y Rusia.

La anexión rusa de la península de Crimea —hasta 2014, de Ucrania— también evidenció en el certamen el poder blando de ambos países. Tras una apretada votación entre los dos Estados, Jamala consiguió finalmente la victoria por Ucrania en 2016 con “1944”, una canción que denunciaba la deportación de los tártaros de Crimea durante el estalinismo. Al año siguiente, Kiev se convirtió en la sede del festival y consiguió que Rusia no participara al prohibirle la entrada al país a la representante rusa.

El último capítulo surgido del enfrentamiento de Crimea se ha vivido este mismo año: Ucrania se vio obligada a retirarse de Eurovisión después de que su representante, Maruv, se negara a firmar el abusivo contrato que le imponía la televisión pública nacional. Según expuso la cantante de ascendencia rusa, firmar suponía convertirse en una “esclava”, ya que el canal la obligaba a cancelar los conciertos que tenía programados en Rusia, ceder los derechos de la canción y le prohibía hablar con la prensa sin autorización previa.

La politización de Eurovisión en Ucrania dio un giro radical cuando Jamala sometió a examen a Maruv en la gala de selección nacional y le preguntó con un evidente enfado:“¿Crimea es Ucrania?”. La nerviosa repuesta la dejó satisfecha: “Es Ucrania, por supuesto”.

TERRITORIOS SIN DERECHO A ESTAR

Eurovisión también ha servido para dejar claras las líneas rojas territoriales y establecer a quién se le considera un Estado y a quién no. Una forma de sustentar esa legitimidad es a través de las banderas que se ondean en el estadio. En 2016, Estocolmo (Suecia) albergó el certamen y publicó una lista de banderas prohibidasdentro del recinto, entre las que se encontraban tanto la del Estado Islámico como las locales y regionales de cada país (Crimea, Kosovo, Palestina y la ikurriña). Los suecos sí que permitieron el acceso de las banderas de los países participantes, de países no participantes pero miembros de la ONU, de la Unión Europea y la LGTBI.

Ese mismo año, la intérprete de Armenia, Iveta Mukuchyan, ondeó en directo una bandera que la organización vetó, la de la República de Artsaj (también conocida como la región de Nagorno-Karabaj), un territorio con mayoría de población armenia pero que pertenece a Azerbaiyán y que aún es motivo de disputa entre ambos países. La UER no tardó en responder: condenó “firmemente” el uso de la bandera y anunció que sancionaría a Armenia por “dañar” la imagen del certamen. Por otro lado, Turquía, que lleva años sin participar, canceló a última hora la emisión de la edición de 2013 debido al beso lésbico que tenía lugar durante la actuación de Finlandia. Se desconoce si la UER tomo medidas contra el país.

Según el sociólogo alemán Max Weber, el afán de tener poder se debe al honor social que provoca. En ese sentido, participar en el certamen otorga identidad como nación, repercusión a nivel global y reconocimiento de que existes y de que formas parte de algo colectivo. En 2007, al año siguiente de que Montenegro votara en referéndum su independencia, Serbia debutó en solitario en Eurovisión y ganó. En cuestión de meses había pasado de aceptar la separación a presentarse a un competición de más de 40 países y alzarse con la corona.Ese ejemplo de éxito nacional es el que buscan Kosovo y Escocia. Sin embargo, no lo tienen tan fácil. La provincia serbia declaró su independencia del país balcánicoen 2008 pero no cuenta con el reconocimiento de todos los estados de la ONU —España se lo niega— y eso dificultaría su participación en el concurso. Respecto a Escocia, la BBC se opone a que cada año la televisión de cada una de sus cuatro naciones constituyentes (Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte) elija al o a la abanderada británica y se reserva para ella esa decisión.

El tablero geopolítico europeo está repleto de conflictos abiertos y no todas las piezas que hay en él disponen del mismo poder y capacidad de decisión. Por eso, no es de extrañar que aprovechen cualquier oportunidad que se les presente, como la celebración del festival,para poner encima de la mesa su agenda e intereses. Eurovisión nació en 1956 para unir a una Europa devastada y dividida por la Segunda Guerra Mundial. Un certamen cuya naturaleza es tender puentes entre los diferentes estados (y no estados) que lo conforman siempre será político, aunque venga revestido de música y televisión. Eurovisión es una celebración anual y, como señala Paul B. Preciado en Un apartamento en Urano(2019), “una celebración sirve para recordar lo que de otro modo sería olvidado y para olvidar lo que debería recordarse”.

El cantante mexicano Vicente Fernández rechaza un trasplante por temor a que el donante fuera “homosexual”

El artista, que debía ser intervenido a causa de un cáncer,desató la polémica al declarar en una televisión local que no aceptó un trasplante de hígado porque no sabía la orientación sexual de su donante, ni si se trataba de una persona “drogadicta”.

El cantante mexicano durante una de sus actuaciones. | Instagram

El cantante mexicano Vicente Fernández, icono de la música ranchera, ha rechazado recibir un trasplante de hígado por temor de que el donante fuera “homosexual o drogadicto”, de acuerdo a las informaciones publicadas por el diario local Excélsior. En una entrevista para el programa Primera Mano, Fernández aseguró haber hablado con el equipo médico y haberles dicho: “Yo no me voy a dormir con mi mujer con el hígado de otro güey. No sé si era homosexual o drogadicto'”.

El intérprete, padre del también cantante Alejandro Fernández, señaló que fue durante una gira mundial cuando le detectaron una ‘bolita’ en las dos vías biliares, por lo que tuvo que suspender sus conciertos. La ‘bolita’ se trataba de un cáncer, por lo que el pasado 2 de mayo le dijeron que iba a ser necesario someterse a una cirugía.

La operación consistía en un trasplante y, para fortuna del artista, el equipo de sanitarios había conseguido un hígado compatible. Sin embargo, Fernández decidió no someterse a la cirugía y abandonó el hospital de Houston donde permanecía ingresado. “No me querían dejar salir, me dijeron: Es que ya encontramos su hígado compatible, ya viene el oncólogo”, apuntó el cantante en la entrevista.

 

Vivir deprisa, amar despacio: Feroz y carnal ‘contrametáfora’ del sida

Christophe Honoré completa en su última película una alegoría liberadora, gay, desaforada y triste de los años 80, un tiempo marcado a fuego por el VIH

Pierre Deladonchamps y Vincent Lacoste, en ‘Vivir deprisa, amar despacio’.

Mantenía Susan Sontag que las metáforas, como los mitos, también matan. Y, para demostrarlo, presentaba en sacrificio su propio cuerpo invadido, que no simplemente afectado, en un acto de guerra por células cancerosas. Y seguía: «La enfermedad mortal por excelencia es aquella que roza del modo más escandaloso los límites de la ética. La historia nos permite asociaciones entre la lepra y la pobreza, la peste y la higiene, la sífilis y la promiscuidad de los hombres, la tuberculosis y la reclusión de las mujeres. En todos estos casos, las víctimas han sido confundidas con el verdugo y sobre ellas han recaído las privaciones de la vida civil». Luego vendría el sida y la estigmatización metafórica del homosexual, del drogadicto o de un continente entero, el africano, alcanzó el más sucio y sangrante de los paradigmas. Los tiempos de expansión posmoderna en los 80 y 90 encontraron la respuesta liberal conservadora en la imagen y castigo de una plaga algo más que sólo bíblica.

Vivir deprisa, amar despacio, de Christophe Honoré, se revuelve contra todo este sistema codificado (o no tanto) de dominación. Hace tiempo que el director vive empeñado en construir su propia pauta; en fabricar su intransferible y muy personal respuesta a cada uno de los códigos y hasta lenguajes que prefiguran su condición de homosexual. Si buena parte del arte que convivió con el estigma del sida se empeñó en refutar el cuerpo degradado tal y como lo presentaban los medios y el poder de los medios, Honoré, un paso más allá, se esfuerza en retratar la dinámica de esos mismos cuerpos entregados al fondo mismo del sexo, del amor vivido a flor de piel, del furor de las almas que chocan, se descubren y, finalmente, se incendian. La idea es construir un auténtico y muy carnal tratado sobre el acto de amar alrededor del sida. Pero sin pedagogías, sin convertir cada fotograma en manifiesto político. O, al revés, y como mantendría Godard: «No es decir: ‘Yo cineasta voy a hacer películas políticas’, sino, por el contrario, voy a realizar políticamente películas políticas».

En efecto, lo que cuenta es el desplazamiento de significados, la anulación de todas y cada una de las metáforas que, en efecto, matan. Y eso, aunque parezca lo contrario, es un acto políticamente político. Por furiosa y auténticamente homosexual.

MIRAR A LOS OJOS DEL SIDA

Cuenta Honoré que, a pesar de que en películas anteriores ya se había ocupado de la enfermedad (lo hizo de forma directa o indirecta en Siempre juntos (todos contra Leo), Las canciones de amor, Hombre en el baño o en Métamorphoses), ésta la siente el autor de alguna manera como la primera. Y no tanto por su centralidad en el relato como por el tono, por la forma como aparece a modo de motor mismo de la pasión amorosa. «Creo», reflexionaba Honoré en Cannes donde presentó la película, «que la distancia en el tiempo ha sido necesaria. Es como un trauma que necesita su periodo de incubación. Pertenezco a una generación cuyas primeras experiencias sexuales tuvieron lugar a mediados de los 80. Muchos escapamos del sida, pero estuvo muy presente en nuestras vidas. Fue parte de nuestra existencia y nuestra educación. Vi amigos que enfermaron y otros que murieron, pero no creo que me pudiera considerar un testigo de nada. Estaba demasiado cerca para eso. No tenía la distancia adecuada. Han tenido que pasar 20 años para que pueda mirar a los ojos del sida y de mí mismo sin sentimiento ni de culpa ni de venganza; asumiéndolo como lo que fue». Y en su reflexión, sin duda, queda reflejado el tono a la vez transparente, por objetivo y distante, y apasionado, por perfectamente intransferible. Y autobiográfico incluso.

La película, para situarnos, cuenta la historia de un escritor maduro, además de infectado, padre de un hijo y testigo de demasiado dolor. Él (enorme Pierre Deladonchamps) vive en París. Un buen día se enamora de un joven (Vincent Lacoste) procedente de eso que el tiempo ha dado en llamar las provincias. Los dos están convencidos de que lo mejor de sus vidas está por llegar. Y en este convencimiento viven un amor provocadoramente libre, esencialmente divertido (por gay), carnalmente profundo. Y lo que vale para su romance, sirve exactamente igual para una película que se quiere libre, divertida y profunda. También triste, pero ¿qué historia de amor no es triste? El resultado es con diferencia la mejor película de uno de los autores que más nos ha castigado con su lacerante mismidad.

Por otro lado, la película forma parte de un tríptico tan peculiar como ambicioso. En realidad, la cinta es el segundo trabajo que completa la primera entrega en forma de novela de Ton père (Tu Padre). Aquí narraba en primera persona la historia de un padre homosexual que intenta pasar a limpio su vida entera de la mano de aquellos autores que antes que él escribieron sobre el sida. La tercera parte fue una obra de teatro estrenada en septiembre, Les idoles (Los ídolos), donde, y de la misma manera, el autor regresaba a la generación de artistas de los años de Mitterrand; a aquellos cuya vida quedó marcada por el doble juego del amor y la muerte, de la sensualidad y la enfermedad. Los convocados en el escenario eran todos hombres que se fueron demasiado pronto: Jean-Luc Lagarce, Bernard-Marie Koltès, Herve Guibert, Serge Daney, Cyril Collard y Jacques Demy.

Pero más allá de las resonancias internas, están las otras, las de fuera. La película se presentó un año después de que Robin Campillo estrenara 120 latidos por minuto, también una película sobre el sida en los años de plomo, y también una cinta en la que el sida se levanta como excusa más que como solo consecuencia. Se cuenta el movimiento de los activistas que a principios de los años 90 lucharon por hacer visible el sida. Y la estrategia es recorrer el trayecto que va desde el fragor del movimiento puramente político a un calor mucho más íntimo y cercano. En efecto, esta obra maestra vive exactamente en el reconocimiento y descripción de un sentimiento que empieza exigido únicamente por la necesidad de justicia y acaba en la pudorosa y libre cercanía de, otra vez, la carne. El amor. Por supuesto, es cine social, pero, y esto es lo relevante, construido no como proclama o ofensa sino como celebración.

«Me sorprendió que tuviéramos la misma idea, pero lo comprendí rápido», dice Honoré. Y así es. Las dos películas viven de la necesaria aniquilación de las metáforas. O, mejor, de la sustitución del mito por la carne. Todo lo que aniquila el mito, lo resucita la piel.

Gaysper es un meme político del revés, como pasó con el triángulo rosa usado por los nazis

Versión crochet de Gaysper, creado por Laura Alonso.

Vox se ha caracterizado por un uso prolífico de redes sociales durante casi toda la campaña para las elecciones generales. Con una flexibilidad inusual para un partido político, sus cuentas de Twitter e Instagram han dado cabida a todo tipo de memes que claramente habían sido creado por sus usuarios/seguidores/fans.

El partido había entendido varias máximas: visibilizar el contenido generado por usuarios e incluir a tu fandom como parte de tu campaña es algo que multiplica la difusión, generar ruido en redes para que lostimelines y los grupos de Whatsapp fueran agitados y marcar agenda política y mediática usando la exageración y la victimización de sus votantes y del propio partido.

El 28A, a las 11 de la mañana y siguiendo la estela de estas premisas y de los contenidos generados o distribuidos a lo largo de la campaña, las cuentas de Vox en Instagram y Twitter publicaban un meme donde podía verse de espaldas a Aragorn (personaje de El Señor de los Anillos), blandiendo una espada y a punto de enfrentarse a hordas de orcos. Aragorn representa a España y a Vox y los orcos representan lo que el partido de Vox considera ‘la dictadura progre’. En ella podemos ver el símbolo de la mujer, medios de comunicación como El País, la Sexta o Cadena SER, el símbolo de la anarquía o del comunismo, la senyera por la independencia de Cataluña y por último un fantasma con la bandera LGTB.

Rápidamente las redes comenzaron a ejercer una labor contestataria y a analizar las contradicciones y fallos del meme. En un hilo de respuestas iniciado por los creadores de contenido United Unknownestos le contestaban: “No es por ser tiquismiquis, pero Aragorn viaja y lucha junto a un enano, tres hobbits y un elfo. Más diversidad y tolerancia no encontraréis en toda la tierra media”. A su vez alguien contestaba a este diciendo “Sin contar con un mago gay” (en referencia al actor Ian McKellen, activista por los derechos de gays). Para terminar cerrando otra usuaria avisando que Viggo Mortensen (el actor que interpreta a Aragorn) es socio de OMNIUM cultural (una organización que promueve la cultura y la lengua catalana y es conocida por estar vinculada al proceso independentista). Warner Bros también reprochó a Vox el meme.

Vox estaba siguiendo sus premisas en redes: usuarios indignados y escandalizados movilizándose en contra y probablemente reforzando la autoestima de sus seguidores, generando un relato épico de su propia existencia. Pero si hay una herramienta capaz de desacralizar cualquier relato épico y reducirlo al absurdo esa es el sentido del humor.

Tras los resultados de las elecciones y viendo que el resultado había sido probablemente menor del esperado y durante la mañana del Lunes 29 de Abril muchas de las respuestas comenzaban a ensalzar al ‘fantasmita LGTB’. En una avalancha de creatividad imparable y de imaginación desbordante las redes pasaban de bromear con hacer “una peli de animación de este fantasma LGTBI antifa por favor” a crear al personaje de Gaysper (mezclando las palabras Casper y Gay). Además de encontrar el diseño original del fantasmita (es el emoji del fantasma en Google Android 5.0) se generaba una brutal campaña a favor del colectivo LGTBI que incluye una cuenta de Twitter propia y muchos contenidos (algunos incluso creados ex profeso) asociados al personaje:

 

El actor Brays Efedeclaraba en Twitter: “Gaysper, nuestro nuevo icono. Quiero stickers, camisetas, gifs, una serie. El icono de la España que se opone a la extrema derecha, a la intolerancia, al miedo y al discurso del odio. ¡Viva España! 🇪🇸👻🏳️‍. LLENADLO TODO DE GAYSPERS”. El desarrollo transmedia del personaje llegaba a su punto álgido “participando” en la noche del miércoles en el programa de LateMotiv de Buenafuente (e interpretado por el periodista Roberto Enríquez, conocido como Bop Pop). Se completaba así un giro creativo que hackeaba con humor la imagen de Vox a favor de una de las comunidades que el partido de Abascal dibuja como enemigos en el meme que habían lanzado. Desgraciadamente, no es la primera vez que la comunidad gay (o las comunidades LGTB en su conjunto) se enfrentan a darle la vuelta a ataques simbolizados en una imagen.

La Alemania nazi persiguió duramente la homosexualidad. Bajo la premisa de que ésta era incompatible con la ideología nacionalsocialista porque los homosexuales no se reproducían y por tanto no perpetuaban la raza aria. En los campos de exterminio cada prisionero llevaba un triángulo de distinto color invertido y bordado en su ropa para designar la razón de su encierro. El de los gays era el rosa. El autor Richard Plant lo narra en el libro “The Pink Triangle: The Nazi War Against Homosexuals” (El triángulo rosa: la guerra nazi contra los homosexuales).

Años más tarde, la comunidad gay le dio la vuelta al símbolo y comenzó a usarlo como icono del activismo gay, viralizando así la subversión y dando la vuelta al meme político. Aunque ahora la imagen de la comunidad LGTB sea la bandera arcoiris, en los años 60 y parte de los 70 y 80 el símbolo rosa era el identificativo más conocido de las luchas por los derechos LGTB. En 1980, la coalición ACT UP, que era una organización que apoyaba la lucha de los gays contra el SIDA, decidió adoptar como símbolo el triángulo rosa apuntando hacia arriba para simbolizar la no discriminación y creando un icónico póster donde podía leerse “Silence = Death” (Silencio = Muerte). El triángulo rosa también ha servido como base para el diseño de parques y memoriales como el Parque del Triángulo Rosa en San Francisco, el Homomonument en Ámsterdam y la Escultura al colectivo homosexual en Sitges. Así pues, no es la primera vez que el colectivo LGTB se enfrenta a ataques y los responde con creatividad. La diferencia con respecto al triángulo rosa es que, afortunadamente en el caso del meme de Vox, la respuesta ha sido inmediata.

Los memes seguirán siendo un campo de batalla donde se está dando una guerra cultural por generar nuevos sentidos comunes que dicten cómo ha de ser la vida pública. Vox quiso jugar la baza del guerrero y hombre blanco que se enfrenta a todos sus enemigos. Gaysper es una respuesta espontánea, descentralizada, ni partidista (de momento) y colectiva. Una pista de los escenarios sociales, culturales y políticos que se avecinan.

LA LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA DE SKOLAE SE MERECE UN PREMIO

El programa de coeducación Skolae recibirá una mención la próxima semana por parte de la Federación Estatal del colectivo LGTB. La forma en la que aborda las identidades sexuales desde el respeto y la prevención de la homofobia, claves del éxito.

Uharte. Mural en favor de la diversidad atacado con pintadas de los ultras.

 

Visi González coordina el área de Educación de la FELGTB. Ella da clases en Primaria. Lo habitual, explica, es que las identidades sexuales no se desarrollen a esa edad, sino que afloren durante la Secundaria. Sin embargo, las actitudes homófobas sí que se ven en Primaria. «Maricón» y «bollera» se escuchan a edades muy tempranas antes de que los niños sepan siquiera qué significan, salvo que son insultos. «La LGTBIfobia no la pagan únicamente los niños y niñas del colectivo LGTBI, basta con que alguien parezca serlo para sufrirla».

A González le gusta de Skolae que se centra en toda la comunidad educativa y, en especial, en los formadores. «Los profesores no sabemos de todo y nuestro papel es muy importante. Si en Primaria no atajamos los insultos, acabamos normalizando esos comportamientos». La profesora descarta que tratar estos temas a edades tempranas suponga adoctrinar en nada. «Si se pudiera adoctrinar en esto, todo el mundo sería heterosexual y cisexual, pero no lo es».

La coordinadora asegura que han decidido entregar el premio a Skolae porque cuando les llegó el programa supuso «una alegría». Les gustó que fuera integral, con información graduada por años desde los 0 a los 18 y también porque incorpora medios de evaluación y de garantía de que las materias se imparten, pues otras intentonas en otros lugares han quedado en buenas palabras. El otro gran punto fuerte es que se trata de un programa transversal. «Muchas veces nos encontramos que el tema de la diversidad sexual solo se trata con motivo del Día del Orgullo y que hay familias que, cuando se van a tratar estos temas, deciden no llevar a los alumnos al centro. Siendo transversal y obligatorio, no se pueden eludirlo».

Lejos del enconado panorama político navarro, Skolae se mira con cierta admiración. Miguel Ángel Arconada aporta un ángulo interesante. Él es uno de los redactores de los materiales de Skolae. Este profesor castellanoleonés ha trabajado en numerosas ocasiones para el Gobierno del PP de su comunidad, sin haber sufrido nunca una oposición tan histriónica como la que se ha movilizado contra el programa. El profesor destaca que el tema de la diversidad sexual supone una parte imprescindible del Skolae. «Combatimos el estereotipo de la masculinidad dominante y, de este modo, también atacamos el fondo de la homofobia. El ser gay no puede acarrear una pérdida de categoría social dentro de un centro educativo. Nadie tiene que ser mirado como si fuera de menos por su identidad sexual. Las identidades diversas deben ser creadoras de igualdad».

Skolae trabaja eso con cuentos donde los amores no son siempre entre atrevidos varones y preciosas princesas, con actividades, con exposiciones. La vida real no es como las de esos cuentos y las familias de los alumnos tampoco son así.

«Se está formando a más de 2.000 profesores en coeducación. Ninguna iniciativa en todo el Estado está teniendo una envergadura así. Por eso para mí ha sido un placer formar parte de todo esto», resalta Arconada.

En la fiesta de la FELGTB brillarán nombres como Bob Pop, Itziar Castro, Empar Pineda, Jordi Petit, Arantxa Etxebarria, Jesús Generelo. No se sabe quién recogerá para Nafarroa la mención para Skolae el próximo día 6. Quizá nadie pueda, por cuestiones de la Ley Electoral. Y resulta extraño, pues el riesgo de involución está, precisamente, en las urnas y los partidos que quieren volver a lo de antes.

28-A Conquistando nuevos espacios Compromís, único partido que entra en campaña electoral en las aplicaciones de contactos gay

La coalición valencianista Compromís inserta propaganda electoral en Grindr para captar el voto del colectivo LGTBI

Dos capturas de la propaganda electoral de Compromís en la ‘app’ Grindr. E.V

La campaña electoral ha llegado a espacios hasta ahora inimaginables. Donde menos uno se lo imagina hay un votante potencial, alguien que puede acabar metiendo la papeleta con uno u otro logo en las urnas el próximo 28 de abril. La coalición valencianista Compromísse ha atrevido a lanzar una original campaña invitando al voto de su formación para las próximas elecciones generales y autonómicas en Grindr, una aplicación de contactos con un público mayoritariamente masculino homosexual.

Grindr es la mayor red social LGTBI orientada al público masculino por su volumen de usuarios, con una presencia en más de 192 países. En esta red de contactos, la formación de Mónica Oltra ha encontrado un nicho de mercado en el que adentrarse. Los tradicionales carteles en los muros de las calles, los anuncios en televisión, radio o prensa, aunque no son cosa del pasado, ahora tienen nuevos competidores cuya sede está a la otra parte del Atlántico. Hasta el momento, Compromís es el único partido español que inserta propaganda electoral en un espacio con semejantes características.

Desde Compromís afirman haber acabado con la homofobia en las instituciones y que están aprovechando esta campaña para explicar todo lo que han conseguido esta legislatura. Y, según relatan fuentes de la formación, uno de los elementos más destacables ha sido la política de igualdad hacia las personas LGTBI, con la Ley LGTBI y la Ley Trans, aprobadas en las Cortes valencianas. Son conscientes de la ventaja que tienen dando visibilidad a un colectivo que ha estado durante mucho tiempo en la sombra. De ahí, su presencia en Grindr, donde han insertado su eslogan, ‘Imparables’, y una imagen en la que se puede ver a Oltra abrazando a su candidato por Valencia, Fran Ferri, rodeados por una bandera arcoíris en el hemiciclo, momentos después que se aprobara la ley.

De hecho, muchos cargos de la formación valencianista son abiertamente homosexuales y no se han escondido mientras han ocupado sus cargos públicos en los diferentes organismos. Ahora, la formación liderada por Oltra aspira a tener grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados, con Joan Baldoví a la cabeza, y trasladar las políticas en esta materia a Madrid.

Además, en estos spots publicitarios en la aplicación de citas gay, Compromís invita al público LGTBI a participar en la fiesta que organizan este domingo a las 19 horas en una conocida sala del centro de Valencia, con la participación de Oltra y Ferri. El acto estará amenizado por la conocida artista La Prohibida, símbolo del colectivo LGTBI en España.

“El deseo puede llegar a funcionar de forma perversa, pero nunca se debe criminalizar”

Aixa de la Cruz, autora de ‘Cambiar de idea’

Es curioso cómo unas memorias escritas de manera muy específica, que hablan de drogas muy específicas y de una infancia muy específica, se pueden catalogar como un retrato generacional. La clave de que haya ocurrido con Cambiar de idea (Caballo de Troya) radica precisamente en su título. Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) da cuenta de sus treinta años de vida a través de diversos vaivenes que, sin quererlo, describen muy bien a una masa de jóvenes obligada a desaprender para encabezar un cambio.

Paradójicamente, Cambiar de idea no se sustenta en genéricos. Aborda desde las fiestas salvajes de los veintipocos hasta las resacas infernales de los veintimuchos, desde un matrimonio fallido con un mexicano hasta diversas experiencias lésbicas, y desde el gusto por el dolor físico hasta la indiferencia emocional frente a la violencia explícita.

Todos estos episodios tejen una red alrededor de dos acontecimientos que sustentan el verdadero cambio en la autora, el del despertar feminista: haber presenciado la violación de su amiga Garazi cuando eran niñas y el brutal accidente que estuvo a punto de reducir a polvo los huesos de Zuriñe. Dos tipos de cuerpos femeninos vulnerados y violentados sobre los que pivota un ensayo memorístico que escuece como la sal en una herida mal cerrada.

Se ha definido Cambiar de idea como un relato generacional. ¿Es una forma de hablar de los millennials como frágiles ideológicamente?

La verdad es que he escuchado un poco de todo. Hay gente que lo ha visto muy generacional, pero me gusta porque ven así el hecho de desdecirse y de cambiar de idea. Somos una generación que se ha visto atrapada en diferentes momentos de conciencia colectiva. Nos ha tocado reconstruirnos mucho y asumir que lo que era normal cuando teníamos 15 años, de pronto ya no lo es.

Más que unas memorias reposadas, parecen pensamientos escritos a borbotones. ¿Dónde queda la vulnerabilidad y dónde colocas el filtro en la edición de este tipo de textos?

He ido pasando el texto original por diferentes filtros y cada vez el filtro era un poquito más pequeño. El primer borrador tenía mucho que ver con una estructura clásica y psicoanalítica. Una vez pulido, me he tenido que enfrentar a asuntos más prácticos relacionados con la ética de publicar estos textos.

Es decir, yo soy responsable de lo que me ha sucedido a mí, pero no puedo contar mi historia sin terceras personas. Y, claro, ahí la cosa se pone complicada. Le he pedido permiso a casi todo el mundo que aparece citado, y lo he obtenido por parte de algunos y por parte de otros no. Por tanto, he modificado ciertas partes para que los afectados no se vieran identificados pero que la historia fuera equivalente.

Comienzas con una descripción brutal del accidente de tráfico de una amiga. ¿Por qué escogiste un punto de partida tan físico para analizar la violencia sexual?

Me suelen preguntar de qué va el libro y me cuesta sacar un tema que lo unifique todo. Es verdad que la violencia sexual lo vertebra y, sin embargo, no es del todo cierto. Lo que quería remarcar con este comienzo es que son unas memorias sobre cómo adquiero conciencia del otro y la capacidad de enfrentar el dolor del de enfrente sin tantas mediaciones.

Empieza en un momento en el que estoy muy ensimismada en mi tesis, que trataba sobre las representaciones de la tortura, de manera que me pasé cuatro años rodeada de imágenes violentas, de testimonios terribles y aprendiendo a protegerme frente a esta violencia mediante el discurso. En este primer capítulo, me enfrento a lo que le ocurre a mi amiga, que está destrozada por un accidente de tráfico terrible y me presento allí con mis herramientas teóricas de siempre como si siguiera dentro de mi tesis.

Pero ella no me deja mirarla con distancia, me obliga a mirarla de otra manera sin intermediaciones. Es entonces cuando se da una transformación en mí que me va a enfrentar a otros tipos de violencia con una sensibilidad distinta que no había tenido hasta entonces.

¿Tendemos a normalizar la violencia sobre el cuerpo de una mujer hasta que no vemos cicatrices y heridas abiertas?

Si, totalmente. A nivel simbólico hablo de este cuerpo accidentado para introducir la idea general de los cuerpos vulnerados de las mujeres. Empiezo con una amiga que ha sufrido una violencia del tipo físico-traumática, en el sentido de impacto, y acabo hablando de heridas más relacionadas con la psique, con los traumas psicológicos y con las secuelas que deja la violencia sexual. Así que se genera una especie de círculo cerrado.

Esa indiferencia ante el dolor ajeno era un mecanismo de defensa por haber presenciado la violación de una amiga por parte de su padre. ¿Cómo llegaste a esa conclusión a partir del accidente?

Como te decía, este texto proviene de otro mucho más amplio y con un carácter más psicoanalítico que literario. Fui analizando mi biografía y viendo hacia dónde me llevaba, y me di cuenta de que me llevaba sobre todo a lugares culposos. Tenía una sensación de no haber actuado bien.

Y, al final, la herida relacionada con la culpa más importante de mi vida me llevó a ese episodio de la infancia. Cronológicamente, ese episodio ocurre al mismo tiempo que el propio proceso de autodescubrimiento que llevo a cabo en el libro. Empiezo desde lo más reciente y poco a poco voy ahondando en el pasado hasta que llego al origen de la herida.

Si haber sido testigo de una violación te enquista la culpa hasta tal punto, ¿cómo no se disparará ese sentimiento en una víctima a la que se acusa de consentimiento?

Es curioso, porque hay dos tipos de culpa. La primera es una culpa violenta que se ejerce sobre la víctima, que forma parte del sistema de opresión y de la cultura de la violación, que es absolutamente no productiva y que la revictimiza.

Por otro lado, soy defensora de otro tipo de culpa que sí puede ser productiva. Creo que muchas veces somos copartícipes de violencias que están muy normalizadas e institucionalizadas y que la culpa es esa llamarada que nos hace tomar conciencia de una situación que estábamos normalizando. Desde el malestar y la incomodidad propias, podemos hacer una deconstrucción e intentar cambiar.

Leaving NeverlandExamen de conciencia…se está trasladando el foco a los testigos o a quienes callaron. ¿Es lo justo? ¿O esta búsqueda continua de un culpable omnisciente descarga la responsabilidad del agresor?

La verdad es que no tengo una respuesta muy clara sobre esto. No sé hasta qué punto, como bien dices, es productivo seguir culpándonos por errores del pasado. Yo en general tengo la sensación de que han cambiado mucho las cosas en los últimos años y ya no me juzgo con la misma dureza sobre algo que hice a los 14, a los 18, a los 20 años, porque vivíamos en un mundo distinto en el que todavía no habíamos tomado conciencia sobre ciertas cosas.

Pero yo soy implacable conmigo misma y con la gente que tengo cerca desde el año 2017, en el que todos nos vimos envueltos en un proceso de revisión de culpas colectivas que ha hecho que ahora tengamos mucha más conciencia. Me parece poco productivo empezar a señalar las culpas, pero en este punto ya no podemos tolerar ciertas cosas. Por eso, más que revisar el pasado, me parece importante tomar conciencia sobre el presente.

Escribes que, cuando salió la sentencia de ‘la manada’, te llegaste a plantear tus propias fantasías sexuales de sumisión y sometimiento. ¿Cómo revisarse a una misma sin caer en el juicio moral que te imponen desde el exterior?

No se puede legislar sobre las fantasías sexuales de nadie porque hemos sido educadas en un entorno determinado. Recuerdo un artículo de Gabriela Wiener que me impactó mucho en el que relataba cómo una chica que había sido violada en su adolescencia decía que, sin embargo, se excitaba con imágenes de violación. Ella no lo entendía. Pero es algo muy común entre las víctimas.

De alguna manera, el trauma sexual también funciona así: acaba configurando nuestro deseo desde la violencia y desde el propio evento traumático. Teniendo en cuenta que la psicología del deseo puede llegar a funcionar de formas tan perversas, lo que no podemos hacer nunca es criminalizar el deseo privado de las personas.

¿Cómo diferenciar entre el deseo real y al que nos han forzado?

Me ha ocurrido algo curioso en mi vida diaria. Siempre he sostenido que no se puede legislar sobre el deseo y que podemos tener un discurso público activista, y que eso es más importante que nuestras fantasías sexuales.

Pero, a medida que iba deconstruyendo ciertos comportamientos a nivel teórico, y pasado un periodo de latencia de seis meses o un año, empecé a ser muy crítica con el porno (y seguía viéndolo). Hasta que llegó un día en el que, de pronto, no pude hacerlo más. Así que empiezo a tener dudas sobre si realmente el deseo y la fantasía son conceptos inamovibles, o no.

Hablando de dudas, tu percepción del género es quizá lo más cambiante del libro. Vas desde el rechazo absoluto a todo lo que implica ser mujer hasta la vanidad de encajar en los cánones de belleza patriarcales. ¿Cómo te percibes ahora?

La verdad es que sigo siendo muy contradictoria en relación a este tema. El cambio más importante se dio cuando pasé a una negación absoluta de todos los condicionantes que tiene ser mujer. Es decir, yo era consciente de que ser mujer tenía que ver con una opresión y pensaba que si me desligada de la lucha eso ya no iría conmigo.

Partía de un rechazo muy fuerte hacia hacia todo lo asociado con lo femenino, e incluso al principio con el feminismo. Me molestaba mucho que un movimiento se tomara el derecho de hablar en mi nombre en tanto que mujer. ¿Qué es ser mujer y por qué tengo que formar parte de esta categoría?

En todo caso, he acabado entendiendo que la lucha es colectiva y que para formar parte de ella y para obtener representación política sí que me tengo que sentir identificada como mujer. Hay que aceptar esa categoría y ahora no tengo ningún problema en sentirme cómoda dentro de ella. También me he obligado a quitarme todos los prejuicios con respecto a lo considerado femenino y en esas andamos.

Encima ahora existe esa coletilla de “yo no soy feminista, soy femenina”. 

Total. Pasan estas cosas y te vuelve a salir el monstruo de dentro y diciendo, ¡no, yo no soy eso! (ríe). Tiendo a sentirme incómoda en general con las identidades estables. Lo más lógico es ser consciente de que las identidades a veces son volubles y flexibles y que en un momento nos podemos sentir así y al siguiente no. Que un día podemos sentirnos perfectamente identificadas con el concepto social de lo femenino y al día siguiente renegar del mismo.

Aixa de la Cruz, autora de ‘Cambiar de idea’

Dices en el libro que “los editores que no publican a mujeres andan locos por publicar a mujeres que escriban de una determinada manera”. Es decir, de una manera masculina. ¿Ocurre ahora justo lo contrario? ¿Se busca destacar el feminismo a la fuerza en el faldón de cualquier libro escrito por una mujer?

En efecto. Es una cita que me han sacado mucho y una de las que más pronto ha caducado. Desde que escribí este texto han pasado dos o tres años en los que hemos visto que el feminismo ha tenido un auge muy importante y al mercado le ha empezado a interesar vender ciertas voces y ciertos textos. Se puede percibir como una moda. Es verdad que ahora mismo hay muchas voces femeninas, muchos textos que se venden como feministas y a mí me parece estupendo todo. Mi único miedo es que perdure. Que sea tratado justo como una moda.

En los últimos cuatro meses he encadenado muchísimas buenas lecturas y todas son libros escritos por mujeres. Podemos correr el riesgo de dar por hecho que esta lucha está ganada demasiado pronto. Pensar que las mujeres están súper asentadas en el mundo literario, que ya tenemos una voz que nadie nos va a cuestionar y que, de pronto, no sea así. Que los editores se estén tomando esto como una moda y que cuando pase la ola fuerte volvamos a las andadas. Diría que es el único peligro. Por lo demás, me parece que en este sentido en muy poquito tiempo hemos ganado un montón.

Pero el feminismo no es un género literario. Si al final en las estanterías de novela negra o memorias sigue habiendo más hombres, ¿existe el riesgo de haberse hecho un hueco a nivel temático?

A nivel temático es evidente que irá fluctuando. Si las mujeres que están publicando ahora y reciben mucha atención, deciden en cinco años ponerse a escribir ficción masculinista tipo thriller, a mí me parecerá estupendo. Lo que es más peligroso es que desaparezca la cuota de mujeres, no tanto que dejen de escribir sobre lo femenino.

Si la única forma que tenemos de ganar ganarnos un micrófono es hablando sobre temas relacionados con la mujer, eso también es un tipo de discriminación. Una integración plena en el sistema literario sería que recibamos la misma atención que un hombre escribamos sobre lo que escribamos.

El riesgo de convertir el feminismo en una “moda” va más allá de lo literario, se usa para conseguir votos a través del “feminismo liberal” o vender camisetas. ¿Qué le hace más daño al movimiento: ser poco exigente o excluyente?

Claro, es que está esta paradoja entre, ¿qué preferimos? ¿Firmar por unos básicos y que por tanto el feminismo sea más abierto a todas las mujeres del mundo?¿O lo que queremos es que el feminismo sea realmente una fuerza de cambio y que por tanto signifique el final de todos los privilegios y de todas las represiones? Porque ahí no encajarían conceptos que para mí que son un oxímoron como el de feminismo liberal.

Conozco a compañeras que no acaban de encontrar una respuesta a este dilema. Yo aquí soy más tajante. Creo que el feminismo no puede ser liberal del mismo modo que no puede ser de derechas. Porque feminismo no solo busca la igualdad entre hombres y mujeres, busca la igualdad. Sin más. La gente de derechas acaba buscando privilegios para un sector determinado de la población y eso ya a nivel de formulación va en contra del feminismo.

En Ciudadanos, por ejemplo, están intentando sumar adeptas a un “feminismo” individualista que no genera incomodidad. 

En el caso de Ciudadanos, en particular, me parece repugnante la forma en la que están frivolizando todas las luchas. Han conseguido relacionar la lucha LGTBI con la gestación subrogada, que me parece uno de los emblemas del neoliberalismo más brutales que se me ocurren. Y están intentando hacer algo parecido con el feminismo, sin duda.

Trivializarlo o quitarle cualquier componente de lucha anticapitalista y hacerlo cómodo para las mujeres que quieren igualdad salarial y quieren llegar a los puestos de administración para explotar a otras mujeres o a otros hombres que estén por debajo. Para mí, obviamente, ese no es el espíritu de la lucha feminista. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Al final hay que seguir alzando la voz y seguir desmintiendo estos discursos. No podemos hacer otra cosa.

Bollo Bertso y luchadores con pluma en Zinegoak

Una obra de teatro que recrea el primer matrimonio de mujeres de la historia dará el pistoletazo de salida al festival de cine y artes escénicas LGTBI de Bilbao el próximo 18 de febrero

Pau Guillén, director de Zinegoak, sostiene el póster de esta edición junto al resto del equipo del festival. / LUIS ÁNGEL GÓMEZ

«El poder de la pluma» es el lema este año de Zinegoak, en cuyo póster mira retador Cassandro el Exótico, estrella de la lucha libre en México que puede presumir de haber roto todos los prejuicios en un deporte machista de un país machista. Lejos de ser el hazmerreír de la lona, Casandro, con su pelazo crepado, pestañas falsas, trajes de lycra de colores chillones y capas inspiradas en el vestido de novia de Lady Di, ha ganado en tres ocasiones el campeonato del mundo. Cuando anuncian su nombre en el ring, suena el ‘I Will Survive’ de Gloria Gaynor.

«El poder de la pluma alude a la expresión de género, a cómo nos mostramos en la sociedad», explica Pau Guillén, director del Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gaylesbitrans de Bilbao, que celebrará su 16 edición del 18 de febrero al 3 de marzo. «Existe plumofobia incluso en el propio colectivo LGTBI. Cassandro el Exótico es un ejemplo de cómo debemos expresarnos sin miedo a ser coartados. Él no va disfrazado, en un mundo machista saca toda su pluma y se convierte en triple campeón del mundo».

Bilborock, los cines Golem de Azkuna Zentroa y BilbaoArte son los tres escenarios principales de un certamen que sale de Bilbao La Vieja y se extiende por toda la ciudad. La inauguración será el sábado 18 en el teatro Arriaga con una obra de teatro (invitaciones en taquilla y en la Oficina de Turismo de la Plaza Circular). ‘Elisa & Marcela’, de la compañía A Panadaría, cuenta el primer matrimonio de mujeres de la historia,celebrado en una aldea gallega, Dumbría, en 1901. Dos maestras que se amaban desde adolescentes engañaron al párroco, haciéndose pasar una de ellas por hombre. Isabel Coixet presenta en unos días en la Berlinale una película con la misma historia.

La gala de clausura estrenará escenario, la Sociedad Filarmónica. Además de revelar el palmarés, se otorgará el Premio Especial del festival a la ONG Apoyo Positivo, que trabaja a favor de la diversidad sexual con herramientas audiovisuales como las webseries. El Premio Honorífico recaerá en el director, productor y activista indio Sridhar Rangayan, que lleva veinte años desafiando a la censura con películas que retratan la realidad trans en su país, el estigma de las personas con VIH o la homofobia.

16 largometrajes de ficción, 14 documentales y 47 cortos se proyectarán a lo largo de dos semanas. ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’ (Happy Prince), dirigida, producida e interpretada por Rupert Everett, reconstruye los últimos y dolorosos tres años del escritor, recluido en un hotel de París. La frívola estrella de ‘La boda de mi mejor amigo’ se enfrenta al papel de su vida. ‘Rafiki’ es la primera cinta de contenido lésbico producida en Kenia. ‘Ni Eva ni Adán’ enseña qué significa la ‘I’ del acrónico LGTBI, intersexualidad.

‘El hombre que sorprendió a todo el mundo’, de Aleksey Chupov y Natalya Merkulova, cuenta el último intento de un guardabosques de la taiga siberiana enfermo de cáncer para esquivar la muerte… asumiendo la identidad de una mujer. Por su parte, ‘Los chicos salvajes’, de Bertrand Mandico, un viaje por los roles de género repleto de erotismo y provocación, fue elegida mejor película de 2018 por ‘Cahiers du Cinéma’.

Zinegoak también exhibirá el documental ‘Cassandro the Exotico!’, de Marie Losier, que obtuvo el premio de la crítica a la mejor dirección en el pasado festival de Gijón y que retrata al bravo luchador. ‘Cárceles bolleras’ visibiliza a través de diversos testimonios la desigualdad de género que sufren las mujeres en las cárceles y cómo el deseo lésbico puede ser una forma de resistencia. Entre las actividades escénicas destacan la Bollo Bertso Saioa, con tres bertsolaris que improvisarán bertsos con contenido LGTBI, y la obra ‘Lur’, de la compañía vasca Xake, sobre la transexualidad infantil.

Zinegoak, que cuenta con un presupuesto de 125.000 euros y en donde trabajan 40 voluntarios, abordará cuestiones como la madurez de las personas homosexuales y sus dificultades para convivir sin tener que volver a encerrarse en el armario. Una vez terminado el festival, 44 localidades del País Vasco y Navarra acogerán proyecciones de un certamen que cada vez cuenta con más público, lo que ha obligado este año al doble subtitulado en inglés y español de las películas.

Zinegoak

Inauguración:
‘Elisa & Marcela’, obra de teatro sobre el primer matrimonio de mujeres de la historia. 18 de febrero (Teatro Arriaga).
‘Cassandro el Exótico’.
Documental sobre el luchador protagonista del póster. 21 de febrero (Cines Golem) y 25 (BilbaoArte).
‘Ni Eva ni Adán’.
Largometraje sobre la intersexualidad. 20 de febrero (Bilborock) y 26 (BilbaoArte).
‘Rafiki’.
El primer largometraje keniata sobre una relación lésbica. 22 y 28 de febrero (Bilborock).
‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’.
Rupert Everett recrea los tres últimos años del escritor. 22 y 25 de febrero (Bilborock)
Clausura:
2 de marzo (Sociedad Filarmónica).

Zinegoak revindica con el cine “el poder de la pluma” para construir sociedades más abiertas

El Festival de Cine LGTBI de Bilbao se reinventa con más teatro, nueva estructura y más apoyo a la producción vasca

El director, Pau Gillén, en el centro con su colaboradores. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

La lucha de las personas por mostrarse como realmente son será el tema protagonista de la próxima edición de Zinegoak. El Festival de Cine y Artes Escénicas Gaylesbitrans de Bilbao ha presentado hoy las 140 actividades diseñadas para revindicar “el poder de la pluma” del 18 de febrero al 3 de marzo con cine, teatro y otras acciones culturales. “Todas las películas gritarán a favor de la libertad de expresarse en la vida al margen de los convencionalismos”, ha remarcado su director Pau Guillén orgulloso de una programación en la que destacan más artes escénicas, nueva estructura y un mayor apoyo a la producción vasca.

Junto al valor de mostrar lo diverso, la edición número 16 de Zinegoak explorará otras temáticas relacionadas con la intersexualidad, la realidad de las personas mayores LGTBI, así como de los refugiados. “Volveremos a comprobar cómo el cine y la cultura son básicos para avanzar en la construcción de sociedades más abiertas”, han explicado los responsables de un Festival que arrancará en el Teatro Arriaga el próximo lunes 18 de febrero a las 20.00 horas. Ese día se entregará el Premio Honorífico 2019 al cineasta y activista indio Sridhar Rangayan y, por primera vez, se inaugurará con una obra de teatro. La pieza Elisa y Marcela ha sido la seleccionada de la compañía gallega A Panadaría con la historia de dos mujeres que consiguieron casarse en 1901 y cuya versión cinematográfica estará presente en la Berlinale dirigida por Isabel Coixet.

La Sección Oficial estrena nueva estructura en torno a tres categorías: ficción, documental y nuevos géneros bajo los nombres FIK, DOK y KRAK. Han destacado el peso de obras internacionales de “gran interés y calidad cinematográfica” con títulos como Happy Prince de Rupert Evertt sobre los últimos años de Oscar Wild o Rafiki, primera película de contenido lésbico de Kenia. Todas las películas se podrán disfrutar en sus tres sedes oficiales: Golem, Bilborock y BilboArte. En la categoría de largometraje documental han destacado Ni d`Éve, ni d´Adam. Une historie intersex, sobre una de las temáticas centrales del Festival de este año: la intersexualidad; y Cárceles Bolleras sobre las sexualidades diferentes en centros penitenciarios femeninos.

Además contará con un bloque temático dedicado a “Violencia y Refugio” en el que relatarán todo el proceso de las personas en peligro de muerte por su identidad u orientación desde que huyen de sus países hasta que construyen una nueva familia en libertad. En paralelo, hasta seis serán las actividades escénicas que este año programe el Festival. Entre ellas destaca Lur de la compañía vasca Xake Produkzioia pensada para el público infantil y Bollo Bertso Saioa con tres bertsolaris cantando en torno a temas LGTBI. Ante el aumento de producciones vascas, Zinegoak estrena también este año un nuevo espacio que proyectará seis cortometrajes en pases especiales, de acceso libre, bajo el título “Erroak: panorama vasco” los días 25, 26 y 27 de febrero.

En total, 145 proyecciones de películas, con más de 10 estrenos estatales, durante las dos semanas del certamen. El sábado 2 de marzo será la clausura en la Sociedad Filarmónica de Bilbao con la entrega del Premio Especial Zinegoak 2019 a la ONG Apoyo Positivo por sus 25 años de trabajo en la defensa y promoción de los derechos sexuales, así como por su apuesta por las web series para la difusión de su trabajo. Una vez clausurado el Festival, llevarán a otras 44 localidades de Euskadi y Navarra los contenidos más destacados para extender así “el poder de la pluma” a todos los rincones posibles.