Las autoridades turcas tienen retenida a la española desaparecida

imena, a la derecha, con su novia Shaza, en una imagen cedida por su familia. E. M.

Jimena Rico Montero, la joven desaparecida desde el pasado domingo con su novia en Turquía, se encuentra con vida. Las autoridades de este país la mantienen retenida, según ha explicado en las redes sociales una portavoz de la familia y ha confirmado a Canal Sur el padre de la chica.

Esta portavoz ha explicado que la joven de Torrox (Málaga), de 28 años, acaba de contactar con la familia. En su cuenta de Facebook ha indicado: “Aviso importante. Jimena acaba de contactar con la familia. La tienen retenida las autoridades de Turquía. Ahora las están trasladando a otro lugar, pero no sabemos dónde. Sabemos que está viva”.

La familia respira aliviada cuatro días después de que perdieran la pista a su hija en Estambul, donde Jimena había llegado con su novia, Shaza, huyendo de la familia de ésta, que la había denunciado por su relación homosexual en Emiratos Árabes, donde es delito. Casi al mismo tiempo, el padre confirmaba a Andalucía Directo la noticia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación se encuentra colaborando con las autoridades turcas. La chica se encontraba en Estambul y la madre denunció su desaparición tras perderle la pista. La joven se encontraba en Turquía junto a su pareja, una mujer de nacionalidad egipcia con la que había huido de Dubái (Emiratos Árabes) tras ser denunciada esta por su propia familia debido a su relación homosexual.

Fuentes diplomáticas han asegurado a Europa Press que la familia de María Jimena se había puesto en contacto con el Consulado General de España en Turquía y este mismo organismo se había puesto a su disposición para llevar a cabo todas las operaciones necesarias para dar con la joven. Además, han informado de que Exteriores se encuentra trabajando sobre el caso con gestiones ante las autoridades turcas.

En la denuncia, a la que tuvo acceso Europa Press, la madre de la desaparecida, Ramona Teresa Montero, señaló que, en torno a las 22.15 horas de este pasado domingo, mantuvo una conversación telefónica con su hija, que le explicó que se encontraba en la localidad turca de Samsun a punto de tomar un autobús con destino a Estambul.

Según el relato de la madre, la joven le advirtió de que, si no volvía a tener noticias suyas antes del mediodía del lunes, se pusiese en contacto con la Embajada porque “algo malo le había pasado”, y desde ese momento no ha vuelto a tener contacto con su hija.

La familia de Jimena ha denunciado ante la Guardia Civil su desaparición en Estambul “Le dije a mi hermana que volviera sin su novia, pero no quiso dejarla sola”

Jimena, a la derecha, con su novia Shaza, en una imagen cedida por su familia

Jimena Rico Montero, 28 años, ya sabía el domingo pasado que corría peligro por una historia de amor complicada. Fue la última vez que habló con su madre, Ramona, y su hermana María, las dos en Torrox (Málaga), mientras ella iba de camino a Estambul con su novia, Shaza, de una familia egipcia de cierto poder en los Emiratos Árabes Unidos.

El padre de Shaza ya les había advertido, según cuenta María a EL MUNDO, que estaban denunciadas por mantener una relación homosexual en Dubái, donde es un crimen. Pensaron que Turquía, en ese momento, era su salvación. El lunes, Jimena llamó a su compañera de piso en Londres a las 9.30 de la mañana para pedirle los datos de la reserva del hotel en Estambul que le habían hecho desde Gran Bretaña. Jimena avisó de que se empezaran a preocupar por ella si no se registraba en el hotel. Nunca lo hizo. La familia puso ayer por la mañana una denuncia en la comandancia de la Guardia Civil de Torrox por su desaparición.

El plan pasaba por pedir ayuda en el consulado español para salir del país ya que, según contó Jimena, el padre de su novia les había roto los pasaportes en el aeropuerto de Tiflis (Georgia), donde les había seguido desde Dubái. El domingo por la noche, María le dijo a su hermana que cogiera un avión para España. Ella sola. «Pero no quiso. Sabía que el padre de Shaza les había denunciado y no quería abandonarla. De hecho, el padre le dijo a mi hermana que le había comprado un billete para que volviera a Londres sola», explicaba el miércoles por la noche María desde su casa en Torrox, sin noticias de su hermana varias horas después de la denuncia.

Desaparecida una joven española en Turquía junto a su novia, natural de Egipto

«Se conocieron en octubre en un bar de copas en el que trabajaba Jimena. Shaza estaba con dos guardaespaldas en la zona VIP», explica sobre el encuentro de las dos chicas María. Pero la chica egipcia, de 30 años, no residía habitualmente en la capital británica. No han vivido mucho juntas y Shaza no ha visitado a la familia de Jimena en Málaga. Cuando se conocieron, la egipcia estaba de vacaciones en Londres. Más tarde, fue Jimena la que se fue a Dubái a pasar una temporada. Luego, regresó a Londres y Shaza «volvió con un visado para hacer un máster que le consiguió el padre porque quería estar con mi hermana», continua María, pendiente de los mensajes del WhattsApp que sólo preguntan por novedades y no las aportan, según explicaba, rompiendo la conversación.

¿Por qué fueron a Georgia? «Según me explicó Jimena, porque en el bar donde había trabajado alguna época en Dubái conoció a dos chicos de allí que les aseguraron que sus familias les protegerían, pero no sé por qué no se volvieron a Londres».

Fue hace poco cuando, estando ya juntas en Londres, Shaza decidió darle la noticia a su familia desde la seguridad de la distancia: estaba enamorada y era una mujer. Al poco, el padre le dijo que tenía que regresar a Dubái porque su madre estaba muy enferma. «Hasta hizo un montaje fotográfico», explica María. Cuando se dieron cuenta de las intenciones del padre, emprendieron la huida. Una hermana de Shaza le dijo a María por Facebook que seguía sin saber nada de su padre ni de su hermana. El móvil de Jimena está apagado. La historia de amor que empezó en un bar de copas de Londres ha vivido su último capítulo en Estambul, paso previo por Dubái, donde su relación es delito.

Una familia de Málaga denuncia la desaparición de una joven que huía del padre de su novia

Jimena Rico viajaba con su pareja, de nacionalidad egipcia, e intentaba abandonar Turquía

Jimena Rico y su pareja Shaza. ATLAS

Una familia de Torrox (Málaga) ha denunciado ante la Guardia Civil la desaparición de Jimena Rico Montero, una joven de 28 años residente en Londres desde hace cuatro años. La última comunicación de la chica, con la compañera con la que comparte piso, se produjo el pasado lunes por la mañana, a las 9.38. Tanto su madre como su hermana temen que le haya podido pasar algo porque se encontraba en Turquía huyendo del padre de su novia, de nacionalidad egipcia, que supuestamente no admitía la condición sexual de su hija, no autorizaba la relación y la habría amenazado de muerte. La pareja viajaba junta.

La denuncia se presentó este martes y la familia está también en contacto con la embajada española en Turquía, ha explicado la hermana de la joven desaparecida, que tiene doble nacionalidad española y argentina. La Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de momento no ofrece información sobre el asunto. La familia habló con ella por última vez el domingo por la noche, unas horas antes de que contactara con su compañera de piso, y les dijo que, en el momento en que no diera señales de vida, “avisaran a la policía y a las autoridades porque podría haber pasado algo”, según ha adelantado la Cadena Ser.

La madre y la hermana de Jimena relatan lo que ha pasado en los últimos días, según les ha ido contando ella. La pareja, con una relación desde finales de 2016, habría volado “engañada” desde Londres hasta Dubai, donde está asentada la familia de la chica egipcia, llamada Shaza. Les dijeron que la madre estaba enferma. Una vez allí, el padre habría amenazado de muerte a su hija por mantener una relación homosexual y la denunció ante las autoridades de su país. Las dos jóvenes huyeron a Georgia e intentaban coger un vuelo hacia la capital inglesa cuando, al parecer, llegó el padre. María del Valle, hermana de la desaparecida, cuenta que se trata de un hombre “poderoso” que va con escolta.

Esto ocurrió el pasado jueves. Se produjo un altercado en el que intervino la policía, aunque las dos mujeres lograron zafarse y se dirigieron hasta la frontera turca. Cogieron un autobús hasta la ciudad de Samsun, donde también estuvieron durante horas y pasaron varios controles policiales, y después se desplazaron a Estambul. Jimena contactó con su compañera de piso el lunes a las 9.38, nada más llegar a esta ciudad, y le dijo que se dirigían hacia un hotel y después al consulado español, aunque no llegaron a ninguno de los dos destinos. Desde entonces no se sabe nada de ellas.

Buscan a una joven que huía de las amenazas de muerte del padre de su novia egipcia

MADRID. La familia de María Jimena se ha movilizado en las redes sociales para intentar localizarla y ha pedido ayuda a las autoridades españolas.

Fuentes del Ministerio de Exteriores han informado de que la familia ha estado en contacto con el consulado general.
Este consulado se ha puesto a su disposición y trabaja sobre el caso “con gestiones ante las autoridades turcas que son las responsables de la búsqueda”, según las mismas fuentes.

La familia de la joven pidió ayer ayuda a Exteriores y a las autoridades españolas para localizar a María Jimena, de la que no saben nada desde el lunes cuando, con su pareja, con la que huyó de Dubái tras ser denunciada por homosexualidad, se dirigía supuestamente a un hotel en Estambul y a la embajada española.

La hermana de la joven, María del Valle Rico, explicó a Efe que, a través de Facebook, se ha puesto en contacto con la familia de la novia de su hermana, Shaza Ismail, pero le han dicho que ellos tampoco tienen noticias de su hija.

“No sé si creerles porque he intentado hablar con el padre de Shaza y no me dan su contacto, y me aseguran que continúa en Georgia, hasta donde persiguió a mi hermana y a su hija cuando huyeron de Dubái”, añadió.

María Jimena Rico, de 28 años, nacida en Argentina y de padre español, viajó junto a su novia hasta Dubái para visitar a la madre de esta última, que, al parecer, estaba enferma, pero resultó ser un plan orquestado por su padre para retener a la egipcia en ese país, en el que reside la familia, según indicó su hermana.

Al enterarse las dos jóvenes de que los padres la habían denunciado por homosexualidad, consiguieron huir en avión hasta Georgia, donde permanecieron tres días en casa de unos amigos.

Cuando estaban en el aeropuerto para coger un vuelo hasta Londres, ciudad en la que trabaja Rico actualmente, apareció el padre de su novia, que quiso llevarla a la fuerza y rompió su pasaporte, además de amenazarlas de muerte, según la familia de la malagueña.

Por estos hechos fueron detenidos tanto el padre como la pareja y, una vez puestas en libertad, llegaron a la frontera de Turquía, donde después de varios intentos de entrada, lograron coger un autobús hasta la localidad de Samsun.

Al llegar allí, fueron detenidas por la policía turca y acusadas de terrorismo, al menos durante doce horas, pero finalmente fueron liberadas y trasladadas a la estación de autobuses, para trasladarse hasta Estambul, donde tenían reservado un hotel al que no llegaron.

Su hermana afirmó que en su última comunicación, María Jimena había pedido a la familia que se pusieran en contacto con las autoridades si dejaban de tener noticias de ella, ya que se sentía amenazada y temía por su vida.

Desaparece una española en Turquía tras ser perseguida por el padre de su novia egipcia

La pareja ha huido después de que el progenitor tratara de que fuera detenida en Dubái tras denunciarla por su homosexualidad, una orientación sexual que está castigada con pena de muerte en el país de los Emiratos Árabes

 

Inquietante desaparición la denunciada ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Torrox (Málaga) por una familia del municipio. María Jimena Rico Montero, una joven de 28 años nacia en esa localidad y que vive en Londres, permanece desaparecida desde el pasado lunes por la mañana cuando se le perdió la pista en la ciudad turca de Estambul. Según ha explicado este miércoles su hermana, María del Valle, la joven viajó hasta Dubái el pasado fin de semana, el país de residencia de su pareja sentimental, otra joven de unos 30 años llamada Shaza, de nacionalidad egipcia.

Lo hicieron engañadas por el padre de ésta, que les dijo que la madre estaba muy enferma, aunque en realidad lo hizo para que fuera detenida tras denunciarla por su homosexualidad, una orientación sexual que está castigada con pena de muerte en el país de los Emiratos Árabes. Cuando supieron la intención del padre, las dos jóvenes huyeron, cogiendo un vuelo hasta Georgia, con intención de regresar a Londres. Sin embargo,el hombre, de nacionalidad egipcia, las persiguió teniendo un incidente en el aeropuerto de la capital georgiana, Tiflis, donde las agredió y les rompió los pasaportes.

Tras pasar más de diez horas retenidas por la policía georgiana, consiguieron poner rumbo por carretera en dirección a Estambul, a donde llegaron el pasado lunes. A las 9.36 de la mañana María Jimena Rico Montero llamó a una compañera de piso en Londres, que le había reservado un hotel en la ciudad turca, y donde tenía previsto acudir a la embajada española para pedir ayuda para salir del país. En ese momento se le pierde la pista. «Por lo visto nunca llegó al hotel, ni a la embajada, el móvil lo tiene apagado y en la embajada nos dice que están buscándola que ya han dado orden a la Interpol», ha explicado muy afectada su hermana María del Valle. «He conseguido hablar por el chat de Facebook con una hermana de Shaza y me dice que no sabe nada de su padre ni de su hermana», ha relatado angustiada.

La familia Rico Montero procede de Argentina, a donde emigró el padre desde Torrox hace varias décadas. Son tres hermanas y un hermano. Desde hace quince años viven en Torrox. La joven desaparecida se marchó a Londres hace cuatro para trabajar. Fuentes de la Guardia Civil han calificado de «muy inquietante la desaparición», por las circunstancias en las que se ha producido por la actitud del padre de la joven egipcia.

Una española desaparece en Turquía perseguida por el padre de su novia egipcia

Una vecina de Torrox (Málaga) ha denunciado ante la Guardia Civil la desaparición de su hija en Turquía, país al que llegó tras huir con su novia, de nacionalidad egipcia, desde Dubái, donde ésta había sido denunciada por su familia por su relación sentimental.

La denunciante, Ramona Teresa Montero, de nacionalidad argentina, ha afirmado que no sabe nada de su hija, María Jimena Rico, nacida también en Argentina y de padre español, desde el pasado lunes, cuando ésta y su pareja se dirigían supuestamente a un hotel en Estambul y a la Embajada española.

En la denuncia, a la que ha tenido acceso Efe, la madre alertó de que su hija, de 28 años, le había pedido a la familia que se pusiera en contacto con las autoridades si dejaban de tener noticias de ella, ya que se sentía amenazada de muerte por el padre de su pareja.

Según el relato, Rico, que trabaja actualmente en Londres, y su novia viajaron hasta Dubái para visitar a la madre de esta última, que, al parecer, estaba enferma, pero resultó ser un plan orquestado por su padre para retener a la egipcia en ese país, en el que reside la familia.

Al enterarse las dos jóvenes de que los padres la habían denunciado por homosexualidad, consiguieron huir en avión hasta Georgia, donde permanecieron tres días en casa de unos amigos.

Cuando estaban en el aeropuerto para coger un vuelo hasta Londres, apareció el padre de la novia, que, según la denuncia, quiso llevársela a la fuerza y rompió el pasaporte de Rico, además de amenazarlas de muerte.

Por estos hechos, fueron detenidos tanto el padre como la pareja y, una vez puestas en libertad, llegaron a la frontera de Turquía, donde después de varios intentos de entrada lograron coger un autobús hasta la localidad de Samsun.

La madre ha señalado que, al llegar allí, fueron detenidas por la Policía turca y acusadas de terrorismo, al menos durante doce horas, pero finalmente fueron liberadas y trasladadas a la estación de autobuses, para viajar hasta Estambul, donde tenían reservado un hotel al que no llegaron.

María del Valle Rico, hermana de la desaparecida, ha manifestado a Efe que se han puesto en contacto con las embajadas de España y Argentina en Turquía, pero por el momento “no hay novedades”.

“A medida que pasan las horas crece nuestra inquietud, porque nos dijo que avisásemos a la autoridades si no teníamos noticias de ella, ya que temía por su vida”, ha agregado.

“El estigma asociado al sida tiene efectos más sostenidos y venenosos que los del propio virus”

  • Matt Cook hace una historia emocional de la crisis del sida en el Reino Unido para explicar cómo los efectos del estigma y la vergüenza condicionan la vida de las personas e incluso las políticas públicas

  • “El estigma se asocia a la comunidad gay porque representaban todo lo que no debían ser los británicos”

  • “La mujer que estaba aterrada con el miedo de contraer el VIH tomando la comunión en la iglesia tenía su cabeza llena de eso, de la misma manera que el hombre gay que había perdido a su pareja por el sida”

Matt Cook, profesor de historia moderna en la Birkbeck University of London JOÃO FRANÇA

A principios de la década de los 80 se detectaron los primeros casos de sida en Estados Unidos. En 1985 ya se habían detectado casos de VIH en todas las regiones del mundo. En 1987 el sida toma un lugar central en la política global, siendo objeto de debate en la asamblea de las Naciones Unidas. También es el año en que se aprueba el primer tratamiento para el síndrome. Ese mismo año, un grupo de sociólogos británicos decide recoger las impresiones de unos 600 hombres y mujeres al respecto. Este es el punto de partida de la investigación de Matt Cook, profesor de historia moderna en la Birkbeck University of London.

El historiador pone la lupa en la cotidianidad para dibujar el paisaje emocional del Reino Unido en ese momento clave de la historia del sida. Cook busca hacer una historia emocional de esta crisis y hablar de cómo lo vivían las personas, fueran o no seropositivas, portadoras del VIH, fueran o no homosexuales. El desconocimiento sobre el virus y el contagio hacía el miedo muy presente, llevando a situaciones que hoy parecen absurdas, como llevar tus propias tijeras al peluquero, y a la vez hacía crecer un estigma que marcaba la vida de los homosexuales, considerados “población de riesgo”, cuando aún no se tenía en cuenta que el riesgo se encuentra en las prácticas, no en las personas.

Matt Cook estuvo en Barcelona para participar en el seminario (Sub)versiones, organizado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Género de la UVic-UCC, y hablamos con él sobre esta historia emocional del sida, y sobre cómo las emociones condicionan las vidas de las personas e incluso las políticas públicas.

Habla de la importancia de las emociones a la hora de hacer historia. ¿Por qué es importante que los historiadores piensen en las emociones?

Como historiadores a menudo pensamos que podemos mirar al pasado y esperar que la gente se comporte racionalmente y sin contradicciones, pero olvidamos que nuestra propia vida cotidiana está completamente modulada por los sentimientos con los que nos levantamos por la mañana o que tenemos hacia las personas con las que interactuamos.

Lo que intenta decir la historia de las emociones es que estas interacciones están en el corazón de las experiencias sociales de las personas, también en el pasado, y afectan a las decisiones que se toman a diferentes niveles. Los niveles doméstico, laboral o gubernamental están inflexionados por estos encuentros emocionales.

La complejidad está en darnos cuenta que lo que entendemos por emociones y por palabras como miedo, amor u odio no es lo mismo en cada momento histórico. El gran reto es identificar su presencia y sus efectos sin ser anacrónicos. Hay que asumir que lo que entendemos por miedo ahora no es lo mismo que en los años 80 o cuando sea.

Con esta perspectiva ha estudiado la crisis del sida en el Reino Unido a finales de los años 80. ¿Considera que en este contexto el efecto emocional es más duradero que el epidemiológico?

Utilizando el ejemplo específico del Reino Unido, que es lo que he estudiado, podríamos decir que en realidad hablamos de un número relativamente pequeño de personas infectadas con el VIH que contraían la enfermedad y morían. Por supuesto era un número significativo, pero en ningún caso afectaba a un vecino de todos. Lo que afectaba más la vida cotidiana de la gente, y era especialmente incapacitante para los hombres gays en particular, eran las emociones ligadas al virus, y también la forma en que se vincularon a identidades o comportamientos particulares, sumándose a una serie de prejuicios existentes.

Un trabajo importante a finales de los 80 fue una investigación sobre el estigma del sida. Trabajaron con gente que era seropositiva y gente que no lo era. Lo que encontraron fue que los hombres gays con VIH asumían que las personas que no tenían el VIH tendrían sentimientos mucho más negativos hacia ellos que los que expresaron, que eran bastante solidarios. Pero la cuestión es que era irrelevante si era cierto o no, porque sentían que el estigma era real, y ese sentimiento afectaba su día a día, y hacía que no salieran tanto, o se sintieran incómodos en público.

Es un ejemplo de los efectos perjudiciales que pueden tener las emociones, y en muchos sentidos los efectos del estigma son más sostenidos y venenosos que los que tiene el mismo virus, especialmente desde que las terapias antirretrovirales han cambiado los diagnósticos para el VIH y la sida.

Y estos efectos perniciosos aún están presentes.

Actualmente en Sudáfrica encontramos que hay un gran proyecto para que la gente se haga las pruebas, porque obviamente sólo recibirán el tratamiento si tienen un diagnóstico, pero conseguir que la gente vaya a la puerta de una clínica es muy difícil debido al estigma y la vergüenza, que son respuestas emocionales. Son emociones que están evitando una intervención en la prevención y el tratamiento del VIH.

Este estigma se asocia sobre todo a una determinada comunidad, que son los hombres gays. ¿Cómo sucede esto?

En el Reino Unido pasa en parte porque en un primer momento fue la principal comunidad afectada por el sida, pero luego resultó que los gays eran muy convenientes para ello, porque representaban todo lo que no debían ser los británicos; eran sueltos y promiscuos, tenían demasiado sexo y el tipo incorrecto de sexo. El estigma no se asocia a los drogodependientes de la misma manera, porque los gays eran un vehículo mucho más conveniente para toda esta serie de prejuicios.

¿La mayor visibilidad que estaban obteniendo las personas homosexuales en ese momento facilita que se acaben convirtiendo en objeto de ataque?

Sí que se convierten en un blanco más inmediato. Uno de los miedos en los años 80 era precisamente que los gays y las lesbianas estaban ganando más influencia cultural, estaban reivindicando políticas, siendo tratados en el sistema nacional de salud, y se volvieron mucho más visibles en todos estos ámbitos, así que se generó una especie de guerra cultural. Había que contraatacar y hacer frente a estos gays. Pero también hay otra lectura.

Una cuestión que plantea Dennis Altman es que la crisis del sida, en términos de mayor visibilidad para los hombres gays, resultó en una especie de legitimación a través del desastre. Precisamente porque el VIH y el sida en ese momento hacen que los hombres gays sean más visibles. Más gente los conoce en su día a día, trabajando en hospitales, o en las escuelas, o en los barrios, y los hombres gays se integraron cada vez más en los sistemas sociales. En muchas formas esta situación permitió a los hombres gays encontrar un lugar que ya no estaba al margen sino dentro de la sociedad, o más bien tener un pie en cada lado. Creo que fue una ruta hacia la legitimidad, aunque partió del miedo al homosexual.

¿Más allá de los hombres gays, cómo afectó la paranoia en torno al sida al conjunto de la sociedad?

La gente tenía miedo, y tiene sentido cuando ves el tipo de retórica que se utiliza y la imaginería del miedo que se asocia a la crisis. Es donde ves las emociones teniendo un efecto muy directo sobre la vida social. La gente dejó de ir a nadar, no compraban ropa de segunda mano, o un clásico era llevar tus propias tijeras y peine a la peluquería. Una gran preocupación a mediados y finales de los 80 era cómo recibir la comunión en la iglesia y el miedo a la transmisión del VIH en este contexto. Ya ves que afectaba la vida cotidiana de la gente, pero lo que es realmente interesante es cómo empiezas a ver las diferentes dimensiones del miedo.

¿Cómo son estas diferentes dimensiones del miedo al VIH?

Los miedos cotidianas que tenían las personas heterosexuales eran muy diferentes a los que tenía un hombre gay cuya pareja había muerto. Hay un sentimiento mucho más potente de miedo. Podríamos decir que hay una jerarquía de miedos, pero eso no quiere decir que ocupara menos espacio mental. La mujer que estaba aterrada con el miedo de contraer el VIH tomando la comunión en la iglesia tenía su cabeza llena de eso, de la misma manera que la tenía el hombre gay que había perdido a su pareja por el sida. Te consumía.

A todo ello se suma el hecho de que en los 80 había un sentido apocalíptico en el Reino Unido. Nuestro sistema social estaba cambiando completamente, estábamos en una recesión enorme y la primera ministra Margaret Thatcher estaba dividiendo el país. Había campañas antinucleares y muchas cosas en la televisión sobre el holocausto nuclear, y entonces llega el sida. Era como si el mundo se estuviera acabando, así que creo que el miedo al virus y el sida se convierten en un conducto para un sentido más amplio de riesgo y peligro que estaba presente culturalmente.

¿Qué efecto tienen hoy esos miedos que se generan en ese momento?

Hay una generación mayor de hombres gays que vivieron la crisis, perdieron amigos y experimentaron la intensidad de lo que se ha denominado la generación perdida, que cargan y viven con una serie de emociones que hoy se pueden sentir como no sentidas por otra parte de la comunidad, y aquí hay una división generacional.

Creo que aquí radica la controversia sobre la PrEP [ profilaxis pre-exposición, un tratamiento para personas seronegativas para evitar el contagio], en la idea de que hay una generación que no está preocupada por el VIH, y no hay que estarlo tanto, porque ahora se puede vivir con eso, pero hay un miedo a la pérdida de la memoria. Parece que haya personas que se aferran a una memoria de trauma que vive con ellos, pero es que en esta brecha generacional también hay muchos hombres gays que viven con el duelo de la pérdida de amantes y amigos, o familias que han perdido a hijos y hermanos.

Aparte de eso, creo que muchas de las ideas sobre la vergüenza también resisten, y la intensa lacra del sexo gay es algo que se articuló entonces y de lo que todavía vemos efectos hoy.

¿Todavía está presente la asociación entre sexo y peligro presente en las campañas de prevención de aquella época?

Sigue presente para muchas personas. Siempre hay un miedo a qué puede significar el tener sexo, en términos de quién soy, qué tipo de persona, cuál es mi identidad… Sigue siendo mucho más que un acto físico que es placentero, porque tiene toda esta carga y el desarrollo de juicios que se extraen de ello: ¿he sido una mala persona? ¿Tengo que avergonzarse? ¿He tratado a esta persona bien o mal? Toda la retórica en torno al sexo está absolutamente poblada con este tipo de sentimientos y discursos.

También hay trabajos interesantes sobre el uso de drogas entre los hombres gays, como la metanfetamina, que resultó una epidemia muy devastadora para muchos hombres en Londres. Hay que hablar del apuntalamiento de cuestiones en torno a la intimidad y la vergüenza que pueden llevar a un uso extendido y extensivo de drogas, que es una forma de generar intimidad rápidamente y superar una vergüenza que puede venir de muchos lugares, pero creo que se generó particularmente en los 80.

¿Y las campañas de prevención actuales, con la idea de hacerse la prueba del VIH cada tres meses, pueden vincular el sexo con el miedo?

Creo que hay una mezcla de cosas. Cuando te haces la prueba da miedo, porque te darán un resultado y parte de ti puede temer que sea positivo, y eso está presente. Por otra parte, creo que el VIH da menos miedo que antes. En el Reino Unido tenemos campañas muy exitosas proponiendo que los hombres gays se hagan la prueba regularmente por rutina y no sólo ante situaciones de riesgo. Cuando yo estaba en mis veinte me hacía la prueba cuando creía que algo había ido mal, mientras que ahora el sentido común es hacérsela cada tres meses independientemente de las prácticas.

En cierta forma esto se ha vuelto parte de la red de seguridad, pero está claro que si hablamos de la sensación de seguridad, del mismo modo que el orgullo y la vergüenza, la seguridad está apuntalada por el miedo. En todo caso creo que carga un bagaje diferente que hasta principios de los 90 y antes, cuando un diagnóstico de VIH era realmente devastador.

Considera que las personas hoy tienen menos miedo del VIH. ¿Es positivo?

Sí, y creo que es interesante que las campañas que hay ahora en el Reino Unido se centren en el estigma que perdura. También perdura la desinformación en torno al VIH y el sida, y esto significa que muchas personas aún deben ser cautelosas sobre revelar su estado serológico, y creo que es aquí donde están muchos de los problemas y es sobre lo que estamos intentando trabajar en el Reino Unido ahora mismo.

Homofobiaren erroaren kontrako borrokan

Txinan homosexualitatea 2001. urtetik gaixotasuntzat hartzen ez bada ere, LGTBko ekintzaileek salatzen dute oraindik kontrakoa ziurtatzen duten testuliburu asko daudela. Qiu Bai da horien artean ezagunena.

Qiu Bai gaztea, Txinako Auzitegi Nagusiaren atarian, urtarrilaren 10ean, salaketa aurkeztu zuen egunean. BERRIA

Qiu Bai bere ezizena da, «gerra izena», dio neska gazteak. Qiu berezko abizena du, eta Bai, berriz, Baimax Marvelen pertsonaia famatutik hartu du, gaitzen bat duen edonor besarkatuz sendatzen duen pertsonaia zuri handi potoloa. «Baimax bezalaxe, ni bola zuri sendatzaile bat naiz», dio Qiu Baik, brometan. Sarritan gizarteak bizkarra eman dion arren, Qiu Baik maitasun asko omen dauka eskaintzeko.

Ekintzaile gazteak bi urte daramatza testuliburu homofoboen aurkako borrokan: aurten, Hezkuntza Ministerioaren aurka ere salaketa jarri du. Haren ustetan, homofobiaren erroa testuliburu horietan dago, hain zuzen ere.

Ile motza dauka, laranjaz tindatua; ibilera azkarra, urduri xamarra dela agerian uzten duena, eta begirada tristea, baina oso zuzena. Ez du gerra hau gustura hasi, egin behar zuen zerbait zela dio: «Ez nuen nahi gazte gehiagok nik pasatu nuen beldur bera pasatzerik. Norbaitek liburu homofoboen aurkako borroka hasi behar zuen, eta norbait hori ni izatea erabaki nuen. Unibertsitatean hasi nintzenean, neska batez maitemindu nintzen, eta orduan ulertu nuen lesbiana nintzela. Galduta nengoenez, unibertsitateko liburutegira jo nuen informazio bila. Han irakurri nuenak guztiz beldurtuta utzi ninduen».

Homosexualitatea buruko gaitz bat dela irakurri zuen liburuetan. Eta shock elektrikoen bidez senda daitekeela. Txinan homosexualitatea 2001. urtetik gaixotasuntzat hartzen ez den arren, LGTB mugimenduko ekintzaileek salatzen dute oraindik testuliburu askotan kontrakoa ziurtatzen dela.

Errenditu gabe

Galdu duen borroka bakoitza umorez hartzen du Qiu Baik. Mehatxu eta porroten aurrean kikildu ordez indartu egiten dela dio. Lotsatia izan arren, ez du inolako beldurrik izan zarata egiteko, eta, 22 urte baino ez dituen arren, asko bizi izan du, baita momentu arraro xamarrak ere: beldurra eta ausardia, gertukoen mespretxua, mehatxuak… baina geroz eta gehiago ere fama eta hitz politak. Pekingo LGTB lesbiana, gay, transexual eta bisexualen elkarte edo tabernetan edozeini galdetu, eta denek ezagutzen dute Qiu Bai.

«Unibertsitatean azalpen homofoboak zituzten hamar testuliburu baino gehiago aurkitu nituen. Idazle eta argitaletxeei eskutitzak idazten hasi nintzen, beren liburuetan zeuden akatsak zuzentzeko eskatzeko. Ez zidaten kasurik egin. Unibertsitateko errektoreari ere idatzi nion, liburutegitik testuliburu horiek kendu zitzala eskatzeko. Orduan, unibertsitateak mehatxu egin zidan: aurrera jarraituz gero nire gurasoei deitu eta lesbiana nintzela esango zietela esan zidaten».

Beldurtu ordez, urrunago joatea erabaki zuen: zuzenean Txinako Hezkuntza Ministerioa salatu zuen, liburu homofoboak argitaratzeagatik.

«Gurasoei bilera batera deitu zieten, eta lesbiana naizela esan. Ospitalera eraman ninduten, eta txundituta geratu nintzen medikuak ere gaixotasun bat daukadala esan zidanean. Nola da posible? Medikuak ere! Ezin nuen sinetsi. Gero ulertu nuen azken finean mediku horrek unibertsitatean liburu homofoboak irakurri zituela, hori zela ikasi zuena… Ulertu nuen medikua ez zela errudun, liburuak baizik. Arazoaren erroa horrelako testuliburuetan dago».

Dagoeneko hiru salaketa jarri ditu Qiu Baik. Bere probintziako auzitegian kasua aztertzeko ezetza jaso zuenean, Pekinera bidaiatu zuen hiriburuko Auzitegi Nagusian Hezkuntza Ministerioaren aurkako salaketa jartzeko. Hilabeteak erantzunaren zain igaro ondoren, azkenean Auzitegi Nagusiak jakinarazi du bere erabakia: ez duela kasua aztertuko.

Qiu Bairen abokatu Wang Zhenyuren ustez, ezezko borobila eman dute argumentu luze eta ulertezinetan murgildurik: «Banekien auzia galdu egingo genuela. Abokatu batentzat ez da erraza galtzea. Hala ere, nik ez daukat dudarik: Qiu Bairi lagundu nahi diot. Auzitegi Nagusiaren erantzunak argi uzten du Txinako erakundeak ez daudela oraindik prest horrelako kasu bati aurre egiteko; ez dakite nola jokatu, besterik gabe. Beren argumentuak ez du zentzurik; falazia bat da».

Auzitegi Nagusiaren hitzetan, Qiu Baik salaketa jartzeko erabili duen oinarria ez da berari pertsonalki dagokion eskubide bat, LGTB guztiei dagokien eskubide bat baizik, eta Qiu Baik ezin du LGTB guztien izenean eskubide kolektibo bat aldarrikatu; hau da, ezin da izan legearen aurrean lesbiana, gay, transexual eta bisexual guztien ordezkari. «Guztiok dakigu egia oso erraz adieraz daitekeela, baina, norbaitek okerra denari egiaren itxura eman nahi badio, oso zaila da azaltzea», dio abokatuak.

Auzitegi Nagusiak ere argudiatu du testuliburu homofoboek ez diotela Qiu Bairi kalte pertsonalik egin. Wang Zhenyu haserretu egiten da honako hau pentsatuta: «Nola esan dezakete ez diotela kalterik egin? Jingshenbing da testuliburuetan erabili duten hitza: gaitz mentala. Txineraz oso konnotazio negatiboa dauka hitz horrek; ez da bakarrik gaixotasuna, zerbait gehiago baizik: identitatearen ukapena. Jingshenbing gisa sailkatua izatea bizitza guztirako zama izugarria da».

Gizartea, aldatzen

Wang Zhenyuren adineko askok ez dute onartzen oraindik homosexualitatea. Azaldu du berak ere duela urte gutxi homosexualitatearekiko mesfidantza sentitzen zuela: «Ez zen gorrotoa, ezjakintasuna baizik. Ez nekien homosexualekin nola jokatu, nola hitz egin… Ez nuen ulertzen, homosexualak edo bisexualak, heterosexualak bezalaxe, pertsona normal-normalak direla. Orain lotsa ematen dit lehen zein ezjakina nintzen onartzeak. Oraindik lanbro gehiegi dago Txinan gai horren inguruan, ezjakintasuna».

Urrunera joan gabe, Qiu Bairen gurasoak dira horren adibide: oraindik ez dute onartu beren alaba lesbiana dela. «Zaila da, bereziki nire gurasoen adinekoen artean ez dut babesik aurkitu. Gazteen artean, ordea, bai: unibertsitatean, adibidez, ikasgelako guztiak daude nire alde; denek jarraitzen dute nire borroka, eta asko animatzen naute. Gizartea aldatzen ari da Txinan, eta urte batzuk barru ez dugu homofobiarik izango».

Orain arte izan dituen auzi guztiak galdu dituen arren, Qiu Baik aurrera jarraitzen du. «Ez dut uste galdu dugunik. Auzitegiak bizkarra eman digu, bai, baina orain, Txinan denek ondo ezagutzen dute nire kasua, eta batzuk erantzuten hasi dira. Hilabete honetan idazle eta argitaletxeei beste hamar eskutitz bidali dizkiet, eta bik erantzun didate, eta esan akatsak zuzenduko dituztela», dio poz-pozik. Qiu Baik eta bere abokatu Wang Zhenyuk argi utzi dute Pekingo Auzitegi Nagusiaren ezezkoa ez dela borrokaren amaiera. Orain, salaketa Auzitegi Gorenera eramateko prestatzen ari dira.

La FELGTB convoca movilizaciones para denunciar la existencia de campos de concentración para gais en Chechenia

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales también pide al Gobierno de España que condene la violación de derechos humanos en Chechenia y las terribles declaraciones de odio al colectivo LGTB.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales ha convocado diversas manifestaciones a lo largo y ancho de España para solidarizarse y denunciar la situación de persecución que viven las personas gais en Chechenia. La organización, compuesta por más de 40 entidades LGTBI, pide al Gobierno de España que condene públicamente la violación de los derechos humanos que está sufriendo este colectivo esta república de la Federación Rusa, tal como ya lo han hecho ya Reino Unido, Suecia, Francia o EEUU, entre otros.

Según la FELGTB, a estos actos de protesta, que tendrán lugar el próximo 25 de abril, se han sumado ya ciudades como Alicante, Cádiz, Córdoba, Huelva, Madrid, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Tarrasa y confían en que en los próximo días se vayan sumando más ciudades.

​Las movilizaciones de solidaridad están motivadas por las tremendas noticias que se han publicado en los últimos días en diversos medios de comunicación sobre la existencia de lugares de detención clandestinos, donde se están llevando a supuestos hombres gais o bisexuales en Chechenia.

Algunas fuentes hablan de torturas a más de 100 personas para que delataran a otros gais, que incluyen patadas, palizas con palos y electroshocks y se denuncia el asesinato de tres personas.

Según recuerda el manifiesto hecho público por la FELGTB “la república de Chechenia es tristemente conocida ya por la vulneración de los derechos de las personas LGTB. Los crímenes de honor contra hombres percibidos como homosexuales son comunes en la sociedad chechena”.

La respuesta de las autoridades chechenas ante estas acusaciones de violaciones de derechos humanos ha sido la de negar la existencia de estos centros de detención clandestinos y replicar que estas acusaciones son falsas “porque no se puede detener y perseguir a quién simplemente no existe en nuestro país”, negando la existencia de homosexuales o bisexuales en su población. De hecho, Kheda Saratova, miembro del Consejo de Derechos Humanos de Chechenia, ha declarado que “cualquier persona que respeta nuestras tradiciones y cultura, dará caza a este tipo de personas sin necesidad de las instituciones y hará todo lo posible para que esta gente no exista en nuestra sociedad”.

La FELGTB exige al Gobierno español una condena por la violación de derechos humanos en Chechenia, que el Parlamento español muestre su solidaridad con el colectivo LGTB checheno y la puesta en marcha de una investigación inmediata por parte del Consejo de Europa.

La primera medicina para el sida cumple treinta años: el AZT daba 12 meses de vida a los enfermos

Jancho contrajo el VIH en los años ochenta del siglo XX / Marta Jara.

Impacta escuchar al doctor Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, en su despacho del Hospital Gregorio Marañón en Madrid, describir cómo se topó cara a cara con el sida por primera vez: “Era un paciente adicto con tuberculosis diseminada, con ganglios. Un cuadro muy diferente al que estábamos acostumbrados a ver habitualmente.”

Jancho y María José son dos de los supervivientes del sida en los años ochenta. “A partir de 1983 la información iba llegando pero tampoco prestábamos mucha atención”, recuerda Jancho. “Hablaban siempre de grupos de riesgo y en temas de discriminación había auténticas barbaridades. Era un bombardeo tan intenso que casi preferías no saber nada. Lo único que pensabas es que eso estaba allí, no sabías lo que era, la gente se moría y te iba a tocar a ti.”

Estando ingresada por una hepatitis C en 1986 fue cuando María José leyó en un periódico algo sobre esta nueva enfermedad. Desde 1981 a 2014 murieron en España por VIH y sida más de 57.000 personas, según el recuento del Ministerio de Sanidad.

Rafa y Paco son otros dos supervivientes. “Me contagié por desconocimiento, por nerviosismo, por falta de información”, cuenta Rafa. “Fue en el 88. El cabrón de mi médico de cabecera me soltó: tienes el sida. Delante de mi madre.”

Paco se contagió tres años antes: “En el 85 nadie sabía nada. No se hablaba ni de preservativos. Me hice la prueba y la doctora no sabía ni cómo decírmelo.” El discurso de ambos desemboca por coincidencia en el lugar donde comenzaron a ver la luz: la madrileña Clínica Sandoval.

La histeria de los ochenta

“La primera noticia la descubrí en un artículo de la revista médica The Lancet“, asegura el doctor López Bernaldo de Quirós, viajando al principio del todo. “Debía ser el año 82. Describían una serie de pacientes homosexuales que tenían sarcoma de Kaposi. Los primeros casos oficiales de este tipo que cuenta el Centro de Enfermedades Contagiosas son en 1981 en San Francisco y en Nueva York.”

Todavía con la memoria desgraciadamente fresca, el facultativo del Gregorio Marañón denuncia la histeria de los ochenta: “El estigma social era muy grande incluso en la clase médica. Si pedía a un compañero del hospital que hiciera una broncoscopia a un paciente mío o que le llevara a la UVI, se negaba. Cuando pedías una analítica, la marcaban con un círculo rojo porque era un paciente con sida.”

Su versión en primera persona confirma la definición del sida como sentencia de muerte. “Teníamos 31 camas y todos los días se morían uno o dos pacientes. Gente muy joven. Desde el diagnóstico hasta la muerte pasaban habitualmente dos años.”

En los hospitales, como bien remarca Jancho, “la gente estaba sola. A muchos ni la familia les iba a ver. Por miedo, y también porque el sida se vivía en secreto.” Y pone el foco también en las cárceles: “Chavales de treinta y tantos años que pesaban treinta y tantos kilos. Solo los sacaban cuando estaban a puntito de morir para que no contabilizara como un fallecido en prisión.”

La Clínica Sandoval, en la que han coincidido muchos de los supervivientes, es un centro casi centenario que comenzó luchando contra la sífilis y en los ochenta se reinventó volcándose contra el sida. Sus congeladores guardan miles de muestras de suero sanguíneo de pacientes seropositivos de aquellos años de paranoia.

“En el año 85 se comercializa la prueba, un cambio sustancial”, señala Jorge del Romero, actual director del centro, en la lucha desde el minuto cero. “Al principio no había ningún tratamiento, no había nada. Hasta que apareció en 1987 el primer medicamento, el AZT que aumentaba la esperanza de vida un año. Salió tras ensayos realizados a toda velocidad bajo una presión social brutal porque había que dar alguna respuesta”, rememora.

Durante esos años anteriores al primer medicamento, los días eran precipicios. “El mensaje era buscar la mejor salida posible”, relata Del Romero, con un dolor en los gestos que todavía no se va. “Consejo preventivo para intentar evitar la transmisión, e intentar meter a los pacientes en cualquier estudio de los que se estaban haciendo entonces.”

En varios de esos estudios participó María José, diagnosticada en 1989, que reconoce la suerte que tuvo al ponerse en manos del doctor Bonaventura Clotet en el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona. Jancho suma a todo eso además el hecho de cuidarse al máximo con una alimentación que estimulara las defensas.

En 1987 se contabilizaron 433 fallecimientos. A partir de ahí se registró una escalada a toda velocidad: un año después se doblaron las muertes. Para 1990, Sanidad recontó más de 2.000. En 1995 se llegó al pico anual de 5.857 personas muertas por VIH o sida.

El tratamiento combinado

“1996 marca un hito por los medicamentos nuevos y por la prueba de la carga viral”, explica Jorge del Romero, “para saber cuántas copias de virus tenía una persona en la sangre, antes del tratamiento y después. El objetivo era bloquear la replicación del virus y con esta prueba ya lo podías saber. Llegar a 1996 con vida fue crítico, pero los que llegaron avanzaron ya por la fase de la eficacia.”

“Eran la unión de tres medicamentos”, indica López Bernaldo de Quirós desde el Gregorio Marañón. “Hasta entonces, tras la mejora inicial, el virus se hacía resistente y el paciente comenzaba a caer. Con el tratamiento combinado, se empieza a controlar la replicación del virus y las mutaciones, y las defensas aumentan.”

Carmen, otra superviviente diagnosticada en 1991, entona en voz alta un lamento común: “No todos lograron aguantar y aprovechar los beneficios de los nuevos tratamientos. Por el camino se ha quedado mucha gente.” Y menciona también la huella física de aquel proceso de 18 pastillas diarias: “He oído a muchas personas decir que no sabían qué era mejor: si morirse o desfigurarse.”

“Íbamos a ciegas. Hemos hecho juntos el camino, los médicos y los pacientes. Y hemos aprendido y errado juntos también” recapitula el director de la Clínica Sandoval. Y menciona, como honesto homenaje, a dos de los primeros compañeros de viaje: “Les reclutamos para el estudio pionero internacional sobre el AZT. No sobrevivieron, pero durante unos meses mejoraron.”