“Tenemos que seguir luchando por los derechos adquiridos del colectivo LGTBI”

Udane HerFer, Eider Pérez, Cristina Rueda y Amparo Villa, durante la jornada celebrada en Bizkaia Aretoa.Foto: Oskar M. Bernal

BILBAO– “Hace dos años estábamos en las calles protestando por un autobús naranja y ahora resulta que personas que defienden lo mismo podrían llegan al poder”, aseguró ayer Udane HerFer, una de las autoras de la investigación llevada a cabo por la asociación Aldarte en relación a las estrategias para hacer frente a los delitos de odio por orientación sexual e identidad de género. El polémico mensaje tránsfobo de HazteOír, que incluso llegó a Bilbao, solo fue un avance de la paradoja a la que se expone el colectivo, que tras décadas de reivindicación para combatir la discriminación teme un posible retroceso: “Tenemos que seguir luchando por los derechos adquiridos del colectivo LGTBI porque no son permanentes. Igual que los hemos logrado nos los pueden quitar”, añadió HerFer.

A su lado, Eider Pérez, Cristina Rueda y Amparo Villar, integrantes del equipo que ha llevado a cabo la investigación, asentían. “Había cosas que la gente pensaba pero no las decía. Eso estaba llevando a extinguir ciertas ideas que ahora los políticos, sin pensar en la responsabilidad que tienen, las ponen encima de la mesa. Tienen mucha prensa, se les recibe en todas partes y se está pactando con ellos”, reveló, por su parte, Pérez. “Si los políticos encienden el discurso de odio y proporcionan impunidad, echando leña al fuego… esto va a arder”, pronosticó Rueda, quien ve con temor la “efervescencia de la violencia”. Sin embargo, ante esta situación, HerFer abogó por centrarse en el posicionamiento que se toma desde el colectivo, y no solo el LGTBI, sino también desde otras comunidades, como las que luchan contra el racismo, por ejemplo.

Las investigadoras expusieron estas reflexiones en el marco de la jornadaRetos para afrontar los delitos de odio por diversidad sexual y de géneroorganizado ayer por Aldarte en Bizkaia Aretoa, donde se constató que las vulneraciones que sufre el colectivo son más cotidianas de lo que parece. ¿Pero qué dicen los números al respecto? “Según el Ministerio de Interior, a nivel del porcentaje de la población, Euskadi está en el tercer puesto entre las comunidades donde más delitos de odio se dan. Por provincias, Bizkaia es la cuarta y Gipuzkoa, la séptima. Siendo territorios pequeños, que haya ese nivel de denuncia constata que es una problemática importante”, expuso Cristina Rueda. Sin embargo, consideró que el hecho de que haya más denuncias -que también se recogen en la red Eraberean o en las propias asociaciones- prueba, asimismo, que “hay más sensibilización y herramientas que en otros sitios”.

En ese sentido, Pérez mencionó que es importante que la sociedad sepa identificar lo que es un delito de odio, para “que no se normalice y se saque del plano de lo natural”. A pesar de ello, las investigadoras son conscientes de que denunciar no siempre es fácil. “Implica visibilizarse y muchas veces no se hace por eso mismo”, reveló HerFer, a lo que Rueda agregó: “Requiere de un empoderamiento. El colectivo LGTBI tiene esa violencia muy interiorizada. Cuando la abogada de la asociación pregunta ¿Es la primera vez que has sufrido una agresión?,es común que la respuesta empiece por un no”. En cualquier caso, Villar defendió que “el foco de los delitos y las violencias no tendría que estar en los números, sino en visibilizar lo que está pasando”.

Aunque haya habido casos a nivel mundial que han sido sobrecogedores por su brutalidad, reconocen que en Euskadi no ha habido sucesos que hayan trascendido tanto. Mencionan el asesinato Vicente Badillo, un travesti de Errenteria, ocurrido hace cuarenta años. “Hizo que todo el mundo saliera a la calle”, evocó HerFer. Villar también rememoró el caso de Mikel, que fue agredido por las fuerzas de seguridad durante un congreso del PP: “Era una persona pública, fueron a por él”. En relación a esto, Cristina Rueda señaló que “uno de los problemas del colectivo es que tiene muy poca memoria histórica. Si las agresiones son habituales, ¿por qué trascienden unas y no otras?”.

VULNERACIONESComo comunidad heterogénea que es, las vulneraciones que sufren son muy diferentes. “Cuanto más te alejes de la norma -hombre blanco, adulto joven, heterosexual-, más fácil es que padezcas violencia”, declaró Udane HerFer. “En Latinoamérica se podría decir que las mujeres trans son las que más violencia sufren. Mientras tanto, los hombres trans son los más invisibilizados”, explicó Rueda, quien remarcó que incluso “dentro del propio colectivo hay violencia derivada de cuestiones como el racismo o el machismo”. En ese sentido, además de generar espacios seguros con redes afines, Eider Pérez mencionó la importancia de combatir “el capitalismo y el heteropatriarcado, diferentes constructos que cruzan estas violencias”.

Y, además, no hay ningún ámbito social en el que no estén presentes. “El miedo atraviesa todos los contextos pero los espacios de mayor vulnerabilidad suelen ser la escuela, el trabajo y la familia”, afirmó HerFer, quien recordó el caso de una persona que participó en el estudio: “Comentaba que hasta que no consiguió su plaza de funcionario, no se atrevió a nombrar el hecho de que era gay. Tenía miedo de que le pudieran echar”. De esa forma, expuso que los delitos de odio no se limitan a “los casos más extremos presentes en el imaginario” y no solo se desarrollan estrategias de supervivencia “por un peligro de muerte sino por no ser aceptado”.

¿Cómo abordar esta problemática? ¿La vía judicial es la única forma? “Esa es una de las preguntas que quedan abiertas en la investigación. Es una vía necesaria para no encontrarnos con los niveles de impunidad de otros países, pero la transformación social tiene que venir de otro lado”, aseguró Eider Pérez durante la jornada en la que también se pudieron escuchar las experiencias de varios países latinoamericanos. “Los contextos que más abogan por la ley son aquellos que menos leyes tienen”, añadió HerFer. Como ejemplo, Cristina Rueda citó el Día Internacional del Orgullo: “Aquí, cuando se ha avanzado a nivel de protección hasta un punto, salir a la calle a celebrarlo no se entiende tanto, o se critica, porque podemos vivir como personas del colectivo LGTBI a diario. Sin embargo, en un contexto donde no puedes movilizarte, como en Nicaragua o Guatemala, tener un día para reivindicarte es importante”.

De castigos a reconversiones: así fue la barbarie franquista contra las personas LGTBI

Con el fin de la Guerra Civil española hace 80 años, el colectivo LGTBI sufrió la persecución de la dictadura que primero los trató como delincuentes, después como enfermos y los consideraba una amenaza.

El dictador Francisco Franco, en una de sus asistencias bajo palio a una celebración de la Iglesia católica. EFE

La dictadura nos persiguió porque éramos algo que hubiera debilitado al régimen. Nos alejábamos del modelo social que la cruzada franquista propugnaba. Para ese movimiento hercúleo de hombres forjados en la potencia ‘éramos lo peor’, como decía Pedro Zerolo”. La activista Boti García Rodrigo explica con estas palabras las torturas y la cacería legal que sufrieron las personas LGTBI con la llegada de la dictadura de Francisco Franco, que se instauró en todo el país el 1 de abril de 1939, tras el final de la Guerra Civil hace ya 80 años.

No obstante, la represión había comenzado antes, tal y como remarca Ramón Martínez, historiador especializado en la realidad LGTBI: “El asesinato de Lorca fue un primer aviso importante para mucha gente de lo que se avecinaba con el gobierno ilegítimo”. El poeta granadino fue “fusilado y abandonado” en una cuneta el 18 de agosto de 1936 “por rojo y maricón”, según relataron su delator, Ramón Ruiz Alonso, y su ejecutor, Juan Luis Trescastro. Sus testimonios los ha recogido el periodista Marcos Paradinas en su libro El fin de la homofobia.

“Desde el comienzo, la homosexualidad se consideró una afrenta al régimen franquista. Es aterrador ver cómo las cuatro décadas de dictadura sirvieron para perfeccionar una sanguinaria maquinaria estatal con la que erradicar las heterodoxias”, recalca el historiador. Aun así, durante los primeros 15 años de la dictadura, Franco “estaba bastante ocupado con la aniquilación de los rivales políticos”, señala Pardinas, y no fue hasta pasada “esa purga” que decidió ir a por las personas LGTBI con la modificación en 1954 de la Ley republicana de Vagos y Maleantes.

No obstante, usar estas siglas en el marco de la dictadura no es del todo correcto ya que supone ser infiel a la forma en la que el régimen entendía la diversidad y porque por aquel entonces aún no se había organizado el movimiento LGTBI que conocemos hoy en día. “El denominador común del franquismo es que todos eran maricones. No supo distinguir entre orientación sexual e identidad de género. Las mujeres trans eran consideradas travestis u homosexuales”, incide Raúl Solís, autor del libro La doble transición donde recoge la vida de ocho mujeres trans durante estos años de totalitarismo. “Trans, homosexuales y bisexuales iban al mismo saco conceptual de los ‘desviados’”, apunta Martínez.

Como expuso Fernando Olmeda en su libro El látigo y la pluma, con la dictadura se implementó en la sociedad española una idea muy concreta de masculinidad y de lo que debía ser un hombre. Martínez coincide con el periodista y especifica que al varón se le aplicaba “la versión más férrea de los roles de género. Cualquiera que lo incumpliera no solo era un traidor a su sexo, sino también un traidor a la patria, que necesitaba ‘hombres de verdad’ para fecundar mujeres que dieran a luz a españoles de bien. Hay textos que incluso se plantean si los hombres no heterosexuales son recuperables o no para la causa de la propagación de la raza”. Solís lo sentencia así: “En un sistema patriarcal lo que se privilegia es la copia del patriarca. Las personas LGTBI cuestionaban la columna vertebral del nacionalcatolicismo. Por eso nos perseguían”.

Una condena disfrazada de precaución

La Segunda República había descriminalizado la homosexualidad en el Código Penal de 1932, pero tampoco se puede afirmar que fuera “una buena aliada”: “Solo Gregorio Marañón empatizaba un poco porque consideraba la homosexualidad un problema médico, no un delito. Hoy nos parece algo inaceptable, pero fue posiblemente el mayor avance hasta la fecha. Un jurista como Jiménez de Asúa, que fue presidente de la República en el exilio, protestó firmemente cuando la dictadura de Primo de Rivera persiguió penalmente la homosexualidad y estuvo detrás de la despenalización al llegar la República”.

Si bien es cierto que el régimen franquista tardó tres lustros en legislar contra las personas LGTBI, el Tribunal Superior se pronunció al respecto el 15 de octubre de 1951. En una sentencia que recoge el escritor Arturo Arnalte en su obra Redada de violetas, el órgano judicial dictó que “la homosexualidad es ‘vicio repugnante en lo social, aberración en lo sexual, perversión en lo psicológico y déficit en lo endocrino’”. Tres años más tarde, el 15 de julio de 1954, Franco retocó el texto de la Ley de Vagos y Maleantes para “convertirlo en una norma que perseguía la diversidad y que reconocía a las personas homosexuales como posibles delincuentes”, manifiesta Martínez.

“La idea que subyacía es que alguien por el simple hecho de no ser heterosexual está más cerca de cometer un delito y que, por ello, debe ser detenido”, narra el historiador. Por su parte, Pardinas remarca en El fin de la homofobia que las medidas no se establecían como “penas”, sino como “medidas de seguridad”. “La aberración era triple: se persigue la identidad y no el acto sexual, se establece una persecución ‘preventiva’ y se prescinde la necesidad de prueba alguna para hostigar a los sospechosos”, resalta.

Por culpa de esta Ley “existieron auténticos campos de concentración para homosexuales en nuestro país durante al menos dos décadas. La colonia agrícola de Tefía, en Fuerteventura, es un ejemplo de aquel horror”, cuenta Martínez. Según un informe de Amnistía Internacional de 2015, allí sometían a los presos a “condiciones inhumanas, trabajo hasta el agotamiento, palizas y hambre”. El testimonio más revelador fue el de Octavio García Hernández, que falleció el año pasado.

Un tardofranquismo corrector

Las mujeres lesbianas y bisexuales no llegaron a sufrir esta persecución tan dura porque “legalmente no se las perseguía”, puntualiza Martínez. Boti Garcia Rodrigo lo recuerda así: “Para la dictadura no existíamos. No podían imaginar que hubiera mujeres que prescindieran del varón para hacer su vida. Ellos sufrieron torturas y humillaciones pero nosotras terminábamos en el convento, en matrimonios forzados o en el psiquiatra. No sé si es mejor que te peguen o que ni te vean ni te hagan persona. Estábamos condenadas a la invisibilidad más absoluta, a la no existencia”, explica la que fuera presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).

Sin embargo, las medidas contra las identidades LGTBI se endurecieron con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970, que Martínez ha descrito en su libro Lo nuestro sí que es mundial como “la barbarie antihomosexual más descarnada”. El objetivo de esta ley era reeducar y reinsertar a los hombres homosexuales con prácticas de reconversión que iban desde los electroshocks y las terapias de psicoanálisis hasta las lobotomías. Con este texto, y según señala Pardinas, “ya no son delincuentes a los que castigar, sino enfermos a los que curar”.

Martínez aclara que aunque en teoría buscaban devolver a los homosexuales (y también a las personas trans) al camino de la sexualidad correcta, el objetivo era otro: “Querían erradicarnos. Nos decían que iban a reeducarnos porque decir que pretendían exterminarnos recordaba a otra cosa, que era precisamente la que intentaban hacer”. Además, se construyó una prisión en Badajoz para los homosexuales pasivos, otra en Huelva para los activos y se destinaron a muchos otros junto con mujeres trans a las cárceles de Carabanchel y de la Modelo (Barcelona).

El ejemplo de la represión más cruel reside en Lorca, pero también fueron víctimas de esta opresión otros nombres como Antonio Ruiz, expreso valenciano que lideró la lucha de la eliminación de las fichas policiales; el cantante de copla Miguel de Molina, que sufrió una paliza casi mortal; la poeta Gloria Fuertes a la que se la encasilló como una escritora para niños; y el dramaturgo Agustín Gómez Arcos que terminó en el exilio.

A pesar de esta barbarie, gais, lesbianas, bi y trans siguieron reuniéndose en la clandestinidad, se armaron para levantar el movimiento LGTBI español y pelear por sus derechos. “Estoy muy orgullosa de mi colectivo porque hemos buscado nuestra libertad como seres humanos. Somos unos resistentes”, concluye García Rodrigo.

Ahora, cuando se cumplen 80 años del final de la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Ada Colau, interpuso una querella contra varios jueces de la dictadura por sus sentencias homófobas. La Justicia, sin embargo, ha rechazado investigar estos casos ya que se ajustaban al orden legal cuando fueron dictadas. 

El Gobierno de Pedro Sánchez cuestiona la Ley LGTBI de Mónica Oltra

El Ejecutivo central plantea una comisión bilateral, que es el paso previo a la presentación de un recurso de inconstitucionalidad

Mónica Oltra, en el centro, el día que se aprobó la ley LGTBI en las Cortes. EFE

El Gobierno socialista de Pedro Sánchez ha puesto en cuestión una de las leyes bandera de la Conselleria de Mónica Oltra. Se trata en concreto de la ley de igualdad de personas LGTBI, sobre la que se ha planteado la apertura de una comisión bilateral de cooperación entre la Administración general del Estado y la Generalitat, que es el paso previo a la presentación de un recurso de inconstitucionalidad contra una ley si ambas administraciones no resuelven sus discrepancias.

El DOGV da cuenta este jueves del inicio de las negociaciones para resolver las dudas del Gobierno central sobre dos artículos en cuestión: el 26, referido a las medidas en el ámbito del empleo y de la responsabilidad social para la igualdad de trato y oportunidades de las personas LGTBI, y el 60, en el que se detallan las infracciones administrativas aplicables.

Fuentes de la Conselleria de Igualdad y Políticas inclusivas han manifestado a este diario su estupefacción por el paso dado por el Gobierno central contra una ley aprobada en las Cortes sin ningún voto en contra (el PP se abstuvo) y, por tanto, con el beneplácito y apoyo del PSPV. “Lamentamos que no se note la diferencia del cambio de Gobierno en cuanto a recurrir leyes del Botànic”, criticaron las mismas fuentes, en referencia a la cascada de recursos con que amenazó el anterior Ejecutivo de Mariano Rajoy.

El Gobierno central duda de la legalidad de cuestiones como la obligación de las empresas de respetar la igualdad de trato, de condiciones y oportunidades de las personas LGTBI. No porque se considere que entra en contradicción con la legislación estatal, sino porque va más allá de las competencias autonómicas en esta materia.

El mismo argumento es de aplicación al artículo 60 que hace referencia a sanciones a actuaciones como la implantación, el impulso o la tolerancia a las prácticas discriminatorias en el ámbito laboral, que la ley LGTBI tipifica como sanción grave. El Gobierno central considera que el procedimiento sancionador corresponde la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.

COMPROMÍS LO VE INCOMPRENSIBLE

El portavoz de Compromís en las Cortes, Fran Ferri, ha mostrado la “estupefacción” de su formación tras conocer que el Gobierno central cuestiona la ley valenciana. A su juicio, es “incomprensible” que se ponga en entredicho una norma que “se aprobó en Les Corts sin ningún voto en contra”.

Según ha señalado Ferri, les sorprende que el Gobierno del socialista Pedro Sánchez “haga lo mismo que hacía el de Mariano Rajoy, amenazando con llevar a los tribunales las leyes sociales valencianas”. “Es una ley que solo busca acabar con la discriminación y garantizar la igualdadentre todas las personas sean como sean, y amen a quien amen”, ha subrayado.

Ferri ha destacado que estos cuatro años el Botànic ha situado a la Comunidad “al frente de las políticas de igualdad, lo que contrasta con la inacción de los diferentes gobiernos de Madrid que no han aprobado ni la Ley trans ni la ley LGTBI a nivel estatal“.

Por ello, ha reclamado: “Lo que pedimos es que si no tienen la capacidad o las ganas para llevar adelante estas leyes, como mínimo que no pongan palos en las ruedas a las leyes que hemos aprobado aquí”.

Bizkaiko ekainaren 28ko Koordinakundeak “Something must break” pelikularen emanaldia antolatzen du, hilaren 23an arratsaldeko 19:00etan, Bilboko Ekoetxean, TRANS ikusgarritasunaren eguna dela eta

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Morir por ser gay: el mapamundi de la homofobia

Once países aún castigan las relaciones homosexuales con la muerte. En uno de cada tres son ilegales

FUENTE: ILGA

Hay un mapa del mundo que se divide básicamente en dos colores. Uno impregna 70 países, donde ser gay o lesbiana es ilegal, incluso letal. Otro tiñe las 123 naciones donde mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo no está castigado. La mayor asociación de defensa del colectivo LGTBI del mundo dibuja este croquis periódicamente que muestra cómo decrecen los lugares donde se persigue a las personas por su orientación sexual y emergen nuevas amenazas, como la llegada al poder de líderes homófobos.

En el informe Homofobia de Estado 2019 de la Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA), difundido este miércoles, se han borrado del atlas de la infamia India, Trinidad y Tobago y Angola desde la última revisión, de 2017. Se han sumado al matrimonio igualitario Australia, Malta, Alemania y Austria, siendo ya 26 los países en el podio de la equiparación de derechos. La organización destaca también como símbolo de una mayor protección que nueve naciones hayan incluido en su constitución la mención explícita de que la orientación sexual no debe ser motivo de discriminación. Entre ellos Portugal, Ecuador, Bolivia o Sudáfrica, una isla de igualdad en el panorama africano.

El extenso trabajo de ILGA, de más de 500 páginas, revisa la legislación en todos los países miembros de la ONU. La 17ª edición se ha presentado durante la reunión anual de la federación, en Aotearoa (Nueva Zelanda). Su autor es el abogado argentino Lucas Ramón Mendos.

El peligro de morir por mantener relaciones homosexuales no ha disminuido respecto al último informe. Seis países lo castigan con la pena capital: Arabia Saudí, Irán, Yemen, Sudán, 12 Estados que conforman Nigeria y parte de Somalia. Además, un gay puede ser condenado a muerte en Mauritania, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Pakistán y Afganistán. El informe resalta que aunque Irak ha desaparecido de la lista “por la eliminación del Estado Islámico, queda como un país que criminaliza de factodebido a que persigue a los homosexuales utilizando leyes de escándalo público, prostitución y otras”.

En otros 26 la condena máxima por estos actos varía entre 10 años de prisión y cadena perpetua. En 31 se castiga con hasta ocho años. En resumen, en uno de cada tres países (35%) es peligroso mostrarse como miembro de la comunidad LGTBI. En 68 naciones, señala el estudio, “hay leyes que explícitamente prohíben los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo y dos más los criminalizan de facto. Además, jurisdicciones que no pertenecen a Estados miembros de la ONU también castigan estas conductas, como Gaza, las Islas Cook y ciertas provincias de Indonesia”.

La muerte y la prisión son los casos extremos de una violencia que, desde la cumbre del poder, se inflige con las leyes. Al menos 32 países, recalca el informe, han impulsado medidas para limitar la libertad de expresión (incluidas leyes de propaganda que prohíben la promoción de la homosexualidad o las relaciones sexuales “no tradicionales”). En 41 naciones se imponen trabas a las organizaciones LGTBI para ser legalizadas o trabajar, “lo que incrementa el peligro al que se exponen los activistas”.

La situación de Chechenia se califica de “crítica” y refleja las torturas y persecuciones infligidas por las autoridades a gais y lesbianas. El pasado enero los activistas denunciaron que dos personas habían muerto y 40 más permanecían detenidas en otra purga. También las regresiones y amenazas forman parte del panorama que dibuja el informe. Horas antes de la presentación, el general Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, declaraba en Washington tras encontrarse con su nuevo aliado en tantas cosas, Donald Trump: “Respetamos a la familia tradicional, somos temerosos de Dios, en contra de la ideología de género, de lo políticamente correcto y de las fake news”.

Aunque más lento que lo deseado, señalan los miembros de ILGA, también se producen progresos. Quizá lo más evidente sea, como se destaca en la edición de este año, que India, un país de gran envergadura e influencia, haya acabado con una ley victoriana que prohibía las relaciones homosexuales, castigadas con una pena máxima de cadena perpetua. Tal medida ha supuesto que baje dramáticamente el número de personas sometidas a leyes homófobas, hasta el 27% de la población mundial.  Desde septiembre de 2018, 1.300 millones de ciudadanos indios no están en ese grupo.

Veintiséis países reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo y 27 han regulado las uniones civiles, 72 naciones tienen leyes que protegen a los homosexuales y lesbianas de ser discriminados en el trabajo. 39 poseen normas que castigan la incitación al odio, la discriminación o la violencia contra una persona por razón de orientación sexual y 28 permiten adoptar a gais y lesbianas.

Zinegoaken luzapena izango da Donostian hilak 4,5 eta 6an, beste elkarteen artean, Ehgamen eskutik ere bai

zinegoak 2019 luzapena donostian

Ser mujer trans en un país donde su esperanza de vida es de 33 años

La activista Bianka Gabriela Rodríguez lucha por los derechos LGTBi en El Salvador, uno de los lugares más peligrosos de Latinoamérica

Bianka Gabriela Rodríguez, en Valencia. PEPE OLIVARES

Bianka Gabriela Rodríguez, mujer transexual y activista salvadoreña de 25 años, mantiene durante la entrevista un tono amable que acompaña regularmente con una sonrisa. El gesto solo se le ensombrece al final, ante la pregunta de cómo es que parece optimista después de haber recordado una infancia que hubiera doblegado a muchos, los asesinatos atroces de dos compañeras de lucha por los derechos del colectivo LGTBi, un amplio catálogo de violencias y discriminaciones cotidianas y el escalofriante dato de que la esperanza de vida de las mujeres trans en El Salvador es de 33 años, 40 menos que para la población general del país, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “Siempre digo que aunque haya marea alta al final tiene que bajar, pero es triste que muchas mujeres trans hayan tenido que morir para conseguir los derechos que tenemos ahora, los pocos”, contesta.

La conversación tiene lugar el primer miércoles de febrero en la antigua estación de trenes del barrio de Benalúa, en Alicante, sede de Casa Mediterráneo, una institución promovida por el Ministerio de Asuntos Exteriores a la que Rodríguez ha sido invitada a participar junto a otras 18 mujeres latinoamericanas, del África Subsahariana y el Magreb, además de españolas, en un debate sobre la violencia contra las mujeres en zonas de conflicto y los liderazgos femeninos en la construcción de la paz. Una jornada organizada por la Generalitat valenciana con la colaboración de la Fundación Mujeres por África y la entidad anfitriona.

El Salvador forma, con Guatemala y Honduras, el triángulo norte centroamericano, la región más peligrosa de Latinoamérica para las personas LGTBi, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La principal amenaza, afirma Rodríguez, presidenta de la asociación Comunicando y Capacitando Mujeres Trans (Comcavis Trans), son las maras –las pandillas juveniles altamente organizadas que controlan amplias zonas del territorio– y lo que describe como “grupos de exterminio” vinculados a la extrema derecha. “Muchas mujeres trans se ven empujadas al trabajo sexual al no haber podido estudiar ni tener acceso a empleos formales. En la calle, las maras las asedian, las golpean, abusan de ellas y tienen que pagarles una cuota para que les dejen trabajar en las cuadras”. La policía, añade, constituye normalmente otra fuente de extorsión y el nivel de esclarecimiento de los crímenes de que son objeto es ínfimo: “Desde 2015 se han registrado 40 asesinatos de mujeres trans que siguen en la impunidad”.

Entre los homicidios sin resolver figura también el de la activista Tania Vásquez, que desapareció tras salir de una reunión de la asociación que dirige Bianka Rodríguez hace seis años. Vásquez fue hallada al día siguiente en un parque de San Salvador envuelta en un plástico negro y atada de pies y manos. Había sido torturada y violada, le habían cortado los genitales y se los habían colocado a la altura de los pechos. En mayo de 2015, otra activista LGTBi, Francela Méndez, integrante de la Red Salvadoreña de los Derechos Humanos fue asesinada a golpes en el municipio salvadoreño de Sonsonate. El autor o los autores del crimen le cortaron el cabello con un machete.

La discriminación persigue con frecuencia a estas mujeres después de la muerte. Rodríguez explica que la familia de Tania Vásquez no quiso reconocer el cuerpo ni hacerse cargo del entierro, y fueron sus compañeras de Comcavis Trans las que compraron el féretro. “Hay muchos casos de asesinadas en los que la familia no quiere hacerse responsable. Y si lo hacen, suelen enterrarlas con el género masculino; les cortan el pelo, no las maquillan, las visten con ropa de hombre”.

Huérfana de padre, la madre de Rodríguez reprimió desde niña su identidad encerrándola días enteros en una habitación. “La escuela era la única vía de libertad que yo tenía. Cuando cumplí 15 años, como todas las niñas, empecé a usar brillo en los labios y un poco de polvo. Una maestra la mandó llamar y mi madre me dijo enfrente de toda mi escuela que no me podía aceptar porque ella había tenido un niño, no una niña, y que para ella yo era una aberración”. Poco después, Rodríguez se fugó de casa. Encontró trabajo en una panadería, donde la explotaban y dormía sobre los sacos de harina y azúcar. A los 18, su abuela materna la acogió, la animó a retomar los estudios y le permitió desarrollarse como mujer.

Para explicar la discriminación institucional que padecen las mujeres trans en El Salvador, Rodríguez abre el bolso y saca el pasaporte, en el que al lado de su foto figura un nombre masculino. “Cada vez que voy a la dirección de migración para salir del país, al verlo los agentes se codean, se burlan. Y eso, además de incomodar, es una forma de violencia. Lo mismo pasa con el Documento Único de identidad. Tenemos muchos problemas para acceder a trabajos porque no se nos reconoce el derecho a que aparezca en él nuestro nombre y nuestra identidad”.

El prejuicio que da por sentado que todas las mujeres trans tienen el VIH y la discriminación adicional que sufren las personas portadoras del virus también les cierra el paso a las consultas médicas y a la atención sanitaria, afirma Rodríguez. “Nuestra organización ha tenido que intervenir ante las instituciones de salud porque hay mujeres trans que llegan a los centros apedreadas, acuchilladas o con heridas de bala y no son atendidas porque el personal se niega a tocarlas”.

DOS ASESINADAS AL DÍA

Las mujeres trans son un colectivo especialmente vulnerable en el triángulo norte de Centroamérica, donde el nivel general de violencia es muy alto y la que sufre el conjunto de las mujeres resulta de vértigo. En Guatemala, un país de 17 millones de habitantes, cerca de 700 mujeres son asesinadas al año, casi dos al día, señala Mercedes Hernández, que ha estudiado el feminicidio en la región.

Presidenta de la Asociación Mujeres de Guatemala e invitada al encuentro celebrado en Casa Mediterráneo, en Alicante, Hernández afirma que entre las maras y otros grupos criminales formados por hombres predomina una cultura en la que matar y violar mujeres les permite acreditar méritos entre sus iguales. “Dentro de la función política que tiene la violencia”, prosigue, “el expolio del cuerpo y la vida de las mujeres es una manera de demostrar quién tiene más capacidad de letalidad, de crueldad, de venganza y por tanto de poder”.

CIUDADANOS EN LA MANIFESTACIÓN DE LAS DERECHAS

“Pinkwashing de libro”: los tuiteros analizan la foto de Albert Rivera con banderas LGTB en Colón

Según Wikipedia“Pinkwashing” (lavado rosa o lavado de imagen rosa) es una palabra para referirse, en el contexto de los derechos LGTB, “a la variedad de estrategias políticas y de marketing dirigidas a la promoción de instituciones, países, personas, productos o empresas apelando a su condición de simpatizante LGBT con el objetivo de ser percibidos como progresistas, modernos y tolerantes”. En otras palabras, aprovechar tu supuesto apoyo a los derechos LGTB con el objetivo de lavar tu imagen.

Así ha sido calificada en las redes la imagen buscada ayer por el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, hablando ante los medios flanqueado por banderas LGTB, en medio de una manifestación contra el Gobierno en la que participaban junto partidos ultraderechistas y homófobos como Vox.

Una de las críticas ha venido del diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid Eduardo Rubiño:

Por su parte, Albert Rivera retuiteó hoy un mensaje de Pablo Sarrión, miembro del equipo de comunicación de Cs, en el que este dice sentirse tan representado por la bandera arcoíris como por la española.

Las redes, la imagen ha despertado el debate y muchos han analizado por qué ha sido este el contexto elegido por Casado para hacerse la foto en cuestión.

Luma izatearen harrotasuna

Otsailaren 18tik martxoaren 3ra ospatuko da Zinegoak jaialdiaren hamaseigarren edizioa, Bilbon. Nazioarteko LGTBI zinema eta arte eszenikoen jaialdiak genero adierazpena jarriko du erdigunean, luma izatearen harrotasuna aldarrikatuz. 11 euskal ekoizpen izango dira guztira

Cassandro el Exótico borrokalaria da jaialdiaren karteleko protagonista. zinegoak (Zinegoak)

Bakoitzak nahi duen modukoa izatea eta horrela adieraztea, nahi duen eran eta nahi duen tokian. Horra aurtengo Zinegoak jaialdiaren aldarrikapen nagusia, genero adierazpen librearen defentsa. Urtero bezala, zinema eta kulturaren bidez, eta gizartea eraldatzeko eta bere aniztasuna azaleratzeko asmoz, hitzaldiak, dokumentalak, pelikulak eta antzerkia biltzen dituen jaialdia antolatu du Zinegoak Elkarteak, otsailaren 18tik martxoaren 3ra bitarte, Bilbon. Identitatearen, jatorriaren, sexualitatearen eta gorputzen gainetik, izakiaren “izateko harrotasuna” aldarrikatuko du jaialdiak.

Lumaz harro lelopean, “luma izatearen harrotasunaren” defentsan jarriko du arreta aurtengo Bilboko Gay-lesbi-trans Zinema eta Arte Eszenikoen Jaialdiak. “Harrigarria da zelan, egun, LGTBI kolektiboaren barruan ere, luma izatea alderdi negatibo bezala jasotzen den. Lumafobia handitzen ari dela antzematen ari gara azkenaldian, bai kolektibo barruan eta baita gizartean ere. Jendarteak sexu-aniztasuna geroz eta gehiago onartzen duen bitartean, dena ondo dago, antzematen ez zaizun bitartean bezalako esaldiak entzuten ditugu oraindik”, uste du Paul Guillen jaialdiko zuzendariak.

Hain zuzen ere, konbentzionalismo horiek ahaztu eta norbanakoa libre eta gustura bizi-tzearen aldeko mezu horri helduta, Cassandro el Exótico borrokalari mexikarraren erretratu bat erabili dute hamaseigarren edizioko kartelaren irudi bezala. Cassandro (Saul Armendariz jatorrizko izenez) mundu mailako txapelduna izan da hirutan, borroka librean (UWA), eta esparru horretan bere sexu orientazioa lau haizetara zabaldu duen aitzindarietako bat izan da Mexikon. Borrokalari honen bizitza eta nortasuna gertuagotik ezagutzeko aukera izango da Marie Losier zuzendariaren Cassandro el Exótico lanaren proiekzioarekin, dokumentalen sail ofizialaren barruan. Horrez gain, sail ofizialerako konfirmatu duten beste lanetako bat Bertrand Mandico zuzendariaren Les garçons sauvages abentura filma da, Cahiers du cinema aldizkariak 2018. urteko pelikularik onena izendatu ondoren.

Sarien berri ere eman du Zinegoakek. Ohorezko saria Sridhar Rangayan (Mandya, India, 1962) zinema zuzendari, ekoizle eta ekintzaileak jasoko du. Ashsish izeneko queer zinema jaialdiko zuzendaria da Rangayan. Bombay hirian egiten da, duela hamar urtetik, eta sexu aniztasuna lantzen duen Indiako jaialdi bakarra da, mundu mailako erreferentea. Jaialdiko Sari Berezia, aldiz, Apoyo Positivo gobernuz kanpoko erakundeak jasoko du. Bi urterik behin banatzen du sari hau Zinegoakek, konpromiso sozial eta militantea erakusten duten eta ikus-entzunezkoak lantzen dituzten norbanako, elkarte eta erakundeen artean.

Euskal ekoizpenak Zinegoak zinemaldiko film laburren sail ofizialean euskara hutsean egindako bi lan lehiatuko dira: Telmo Esnalen Han izanik hona naiz eta Deiane Morenoren Alde erantzia. Lehiaketatik kanpo bada ere, euskarazko beste bi lan aurkituko ditugu aurtengo edizioan: Jon Urrazaren Astelehena eta Raquel Garcia Leonen Hilabetean behin? filmak.

Euskaraz ez, baina Euskal Herrian egindako ekoizpenen artean daude Pablo Allenderen Ático B, Iñigo Sanchoren Sugar. Baby. Reno, Jose A. Cortes Amunarrizen Prendas delicadas, David Ontorioaren Tacto, transexualitatea nerabezaro garaian lantzen duen Ekhiñe Etxeberriaren Mikele dokumentala, Enrique Reyren Visibles eta Gasteizko LGTBI mugimenduaren 25. urteurrenaren harira egindako Bide zuzena, ibilbide okerrak dokumentala, Hala Bideok zuzendua.

Ezohiko aukera Astelehena film laburra aurkeztuko du aurten Jon Urraza aktore eta zuzendari bizkaitarrak jaialdian, lehiaketatik kanpo. Urrazak ez du lehen esperientzia Zinegoak jaialdian: 2013an Morritson eta Gartzia film luzearekin aurkeztu zen jaialdian eta aurretik ere, epaimahaikide bezala parte hartu izan du. Ikusle moduan, sarritan izan da jaialdian. “Komedia eta drama bikainak ikusi ditut Zinegoaken”, kontatu du. “Istorio bereziz, pelikula onez eta interpretazio bikainez goza-tzeko aukera gal lezake zinezale askok, zinemaldi honetan LGTBIko militanteei bakarrik zuzendutako bigarren mailako film arraroak jarriko dituztela aurreiritzita. Ozen eta argi esan beharra dago, uste ezin okerragoa da hori”.

Zinema aretoetan eta telebistan nekez aurki daitezkeen “film paregabeak” ikusteko aukera nabarmendu nahi izan du Urrazak: “Ez zinemetan ezplataforma legal edo ilegaletan ere. Zinegoak jaialdiak mainstream filmetan agertzen ez diren pertsonaia eta istorioez gozatzeko aukera ematen du, baina batez ere, pelikula onak ikusteko aukera”, azpimarratu du zuzendari bizkaitarrak.

Argentina, New York, Guatemala edota Errumaniako zinema jaialdietatik igaro ondoren, gurera ekarriko du Urrazak Astelehena. Haurra adoptatzekotan dagoen bikote baten istorioa du ardatz: Anitak eta Betik ume bat adoptatu nahi dute eta horretarako exijitzen dieten elkarrizketa prozesua gainditu behar dute. Hura nola egin adostu behar dute eta Anitak umea zenbat maiteko duen adierazi nahi du soilik. “Giza harremanetan oinarritutako film labur korala da, astelehen batean zehar kontatzen dena”, dio zuzendariak. Mike Leigh zinegile britainiarraren sorkuntza metodoa jarraitu du horretarako. “Aktoreen zuzendaritzan oinarritu dut prozesu guztia: filmaren istorioa entseguetan sortu eta garatu dugu, zuzendaria eta aktoreak elkarlanean, pertsonaiak, harremanak, gatazkak… Sortutako elementuetatik argumentua egituratzen joan naiz”, azaldu du Urrazak. Diru-laguntzarik gabe egindako lana da Astelehena, EHUko Arte Ederren eta Komunikazio Fakultateek utzitako baliabideekin landua.