Poligamia y poliandria

LUIS MARÍA ANSON

La inmensa mayoría de los españoles tienen los ojos marrones o negros. Azules o verdes solo una minoría. Se trata de una cuestión fisiológica. Sería absurdo discriminar a los ciudadanos por el color de sus ojos. La inmensa mayoría de los españoles son heterosexuales. Solo una minoría, homosexuales. Se trata de una cuestión fisiológica. Discriminar a un sector de la sociedad por su condición sexual fragiliza los derechos humanos.

En la Monarquía de todos, defendida durante cuatro décadas desde el exilio por Juan III y hecha realidad por su hijo Juan Carlos I, se ha reconocido la libertad de los ciudadanos y su derecho a disfrutar sin restricciones de su condición sexual, estableciéndose legalmente la igualdad de todos. Incluso el matrimonio homosexual se estableció aquí, por impulso de Zapatero, antes que en ninguna nación, salvo las Monarquías belga y holandesa. Y lo que me parece más importante. Aunque todavía haya excepciones, y al margen de las creencias políticas o religiosas de cada uno, el respeto por el movimiento LGTBI se ha hecho general y buena prueba de ello es la manifestación del sábado pasado en Madrid.

Mi viejo amigo libio Abdul Fayez vive exiliado en Francia. Cené con él al aire libre en una terraza madrileña el sábado por la noche. Estaba impresionado por el ejercicio de libertad social que significó la manifestación presenciada por él durante cinco horas a través de la televisión.

-No sabéis los españoles lo que tenéis. Pocos países ejercen la libertad con la extensión de vuestra nación. España es un ejemplo para el mundo.

-Para una buena parte del mundo árabe, desde luego- le interrumpí.

-Y también para el África animista, para varias naciones hinduistas, budistas, incluso para algunos países del Este europeo.

-Mi querido Abdul, no te suponía tan entusiasta de nuestra realidad social.

-Pues, sí. Además lo que he visto hoy me abre la esperanza de que, en poco tiempo, se pueda plantear la reivindicación del derecho a la poligamia.

-¿Qué me dices?

-Lo que oyes. Si se respeta la libertad de elegir la sexualidad que uno prefiere, yo, por ejemplo, e infinidad de árabes conforme a la doctrina coránica, nos sentimos con derecho a casarnos con varias mujeres. Además, es lo que me gusta, siempre y cuando ellas estén de acuerdo. Ahora, en España y en las otras naciones europeas la simple bigamia es un delito tipificado en el Código Penal y se castiga además con prisión. Comprendo que si se legaliza la poligamia -que es legal, por cierto, en medio mundo- habrá que modificar vuestras leyes para atender los derechos de las diversas mujeres, las circunstancias de eventuales divorcios, la situación de los hijos de cada esposa. Pero no será difícil porque de eso hay larga experiencia en naciones importantes de todo el mundo.

-No he reflexionado sobre lo que dices, mi querido Abdul, aunque en principio estoy en contra. Me parece que se lo debes proponer a Pablo Iglesias. Pero si se legalizara la poligamia habría que legalizar también la poliandria. Aquí en España y en toda la Europa democrática la igualdad de derechos de la mujer es incuestionable.

-No había pensado en eso, pero, claro, habrá que aceptar también el matrimonio de una mujer con varios hombres.

-O con varias mujeres, Abdul.