Los obispos tránsfobos que han dado alas a los ultracatólicos

El obispo Reig Plá, con Ignacio Arsuaga, en una entrega de premios HazteOir

“Si queréis llamarlos ultras, pero no ‘ultracatólicos’. Estos tipos no representan a la Iglesia”, comentaba un alto cargo de la Conferencia Episcopal el pasado viernes, tras la conferencia del cardenal Osoro en el Fórum Europa. Sin embargo, las relaciones entre HazteOir y los grupos que se encuentran en la órbita de la sociedad secreta El Yunque con la Iglesia católica han sido estrechas durante muchos años. Aún hoy, son varios los  “obispos de hierro” que continúan defendiendo, en público y en privado, las actividades de odio a los homosexuales, bisexuales, transexuales, divorciados y todo aquel que no case en su particular definición de “familia tradicional”.

En el trasfondo, una batalla intraeclesial, una lucha entre dos modelos de Iglesia: una tradicional, ultraortodoxa y cerrada, y otra más abierta, en diálogo con el mundo y, como señala el Papa Francisco, más “hospital de campaña” que “trinchera”.

No hay que olvidar que los ataques de HazteOir al colectivo transexual lo son, por extensión, al propio pontífice, quien hace un par de años pagó el viaje a Roma al transexual extremeño Diego Neria, y a su mujer, Macarena, con quien mantiene una relación epistolar y a quien pidió perdón en nombre de aquellos cristianos “de bien” que durante años lo tacharon de enfermo, pecador y lo persiguieron con saña.

Después de que en 2010 llegaron las primeras denuncias acerca de la pertenencia de los líderes de HazteOir, Derecho a Vivir, Profesionales por la Ética y otros de estos grupos a la secta de El Yunque, la Conferencia Episcopal comenzó a alejarse de Arsuaga y compañía, que durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero se habían convertido en el brazo armado de la Iglesia de Rouco Varela contra el matrimonio gay, Educación para la Ciudadanía, la reforma de la Ley del Aborto y cualquier iniciativa legislativa que oliera a progresismo.

Con todo, la Conferencia Episcopal aún no se ha atrevido a desautorizar oficialmente a El Yunque y a sus miembros.

Únicamente los obispos de Toledo y Getafe emitieron notas prohibiendo que HazteOir y demás pudieran utilizar templos o instituciones eclesiales para llevar a cabo sus campañas o dar charlas en sus colegios. Sin embargo, según ha sabido eldiario.es, son decenas las diócesis donde está prohibición se da de facto, especialmente desde la llegada a Madrid de Carlos Osoro, cuya primera medida fue cancelar las misas multitudinarias de Colón y solicitar un informe sobre las actividades de HazteOir en la diócesis.

Entonces, ¿quiénes son los obispos que apoyan a HazteOir? Curiosamente, los mismos que, de una u otra manera, obstaculizan las reformas de Francisco en la Iglesia española y que, periódicamente, protagonizan las portadas por sus declaraciones homófobas y ultramontanas.

Uno de los que continúa defendiendo y animando a Arsuaga y los suyos es el polémico obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, quien habitualmente preside las galas de premios de HazteOir, y cuyas intervenciones contra la diversidad sexual le han valido varias demandas en los últimos años.

Otros prelados, como el arzobispo de Granada, Javier Martínez (que la semana que viene tendrá que declarar como responsable civil subsidiario en el “caso Romanones”); el arzobispo de Oviedo (denunciado por los exmiembros de  “Lumen Dei” por haberles arrebatado supuestamente, varias propiedades valoradas en decenas de millones de euros); el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que ya negó la comunión a un transexual o calificó la reproducción asistida de “aquelarre químico”.

El obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, quien también prohibió que un joven transexual fuera el padrino de bautismo de su sobrino porque “el comportamiento transexual es inmoral“; o el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que esta misma semana publicaba un tuit en el que comparaba el autobús tránsfobo con la “Virgen Drag Queen” del Carnaval de Canarias, y que es autor del libro Sexo con alma y cuerpo, en el que sostiene que masturbarse es “una agresión al propio cuerpo” y donde califica la homosexualidad de “depravación grave”.