Francia prohíbe ‘Love’ a los menores tras las presiones conservadoras

 

La justicia francesa acaba de prohibir el acceso de los menores de 18 años a las salas donde se proyecte Love, la nueva película del sulfuroso director Gaspar Noé, un melodrama de alto contenido sexual que ha puesto en pie de guerra a los revitalizados círculos ultraconservadores del país. La asociación Promouvoir, que lucha por “la promoción de los valores judeocristianos” y “la obstaculización del incesto, la violación y la homosexualidad”, según sus estatutos, ha liderado una exitosa campaña para impedir que los menores puedan ver la película.

Love se estrenó el 15 de julio en las salas francesas como “desaconsejada a los menores de 16 años”, tras recibir el aval del Centro Nacional del Cine, que concede las clasificaciones para la explotación comercial de las películas de estreno. Sin embargo, el Tribunal Administrativo de París ordenó el 31 de julio alterar esa clasificación y reservar la entrada a los mayores de 18 años, tras una denuncia de la asociación conservadora. La justicia argumentó que su gráfico contenido podía “herir la sensibilidad de los menores”.

Gaspar Noé no tardó en reaccionar. “Nos encontramos frente a un anacronismo absoluto, que es el propio de los reaccionarios, pero también del Estado islámico. Lo chocante no es que exista, sino que Francia le dé la razón”, explicó al diario Libération. “Mi película es inofensiva, pero parece molestar. Lo que me angustia es que, a causa de este tipo de cosas, los directores o productores puedan empezar a tener miedo. Existe un riesgo de que los cineastas o los guionistas se autocensuren”, declaró el director de 51 años, nacido en Argentina e instalado en París desde los setenta. En 2002, Noé ya provocó el escándalo con Irreversible, que contenía una brutal escena de violación de nueve minutos.

Rodada en 3D y con actores desconocidos, Love está protagonizada por Murphy, estudiante de cine estadounidense residente en París, que recibe una llamada que le anuncia la desaparición de su expareja Electra, con la que compartió un devastador amour fou. El protagonista evocará entonces esa relación pasional y excesiva que terminó con una dolorosa separación. Lo hará con todo lujo de detalles, incluyendo tríos sexuales, encuentros en un club de intercambio, una escena en la que interviene un transgénero (criticada por la transfobia del protagonista) e incluso una eyaculación en primer plano.

Su elegante puesta en escena y su voluntad de romper con la representación habitual del sexo en pantalla no logran esconder, sin embargo, un argumento tirando a raquítico. Presentada en el pasado Festival de Cannes con críticas negativas, Love ha sido promocionada en Francia como la primera cinta de autor con escenas de sexo no simuladas.

Poco público

Ni siquiera el escándalo ha llevado al público a las salas: Love no logrado seducir a más de 30.000 espectadores. Su prohibición a los menores no es solo simbólica; puede tener notables efectos económicos, como que se retire de algunos cines y descienda su coste en su emisión en televisión.

Solo un último giro podría salvar aLove. El ministerio de Cultura ha presentado un recurso ante el Consejo de Estado, última instancia de la jurisdicción administrativa en Francia, para revocar esa prohibición. Curiosamente, la titular de Cultura, Fleur Pellerin, se había mostrado inicialmente favorable a vetar la película a los menores e incluso exigió al Centro Nacional del Cine que reconsiderara su primera decisión “con la esperanza de obtener una clasificación más severa”, según el productor y distribuidor de la película, Vincent Maraval, que interpreta en Love un pequeño papel de policía libertino. Las reacciones de buena parte del sector del cine francés, que ha denunciado un ataque a la libertad de expresión, habrían forzado a la ministra a dar marcha atrás. El Consejo de Estado tiene ahora dos meses para dictar sentencia.

De momento, la asociación Promouvoir se apunta un nuevo tanto en la defensa por sus valores. La organización fue fundada en 1996 por el abogado André Bonnet, próximo al político ultraderechista Bruno Mégret. Desde entonces, ha logrado que la justicia francesa prohíba que los menores vean películas como Ken Park, Saw 3D o la segunda parte de Nymphomaniac.

“Desde hace 15 años, directores sin escrúpulos quieren reintroducir la pornografía en los circuitos para el gran público”, afirmó Bonnet en una entrevista al portal Allociné. “A menudo, este cine tiene como objetivo confeso participar en la destrucción de las estructuras sociales y familiares en nombre de un libertarismo sin límite. Y apunta justamente a los menores, como Valmont en Las amistades peligrosas, con ese vértigo que da la perversión de los más jóvenes”.

Según Le Monde, Bonnet habría participado en los recientes combates que el frente ultraconservador ha librado contra el gobierno de François Hollande. En 2013, acusó al ejecutivo de querer “eliminar la diferenciación entre géneros” en la escuela y participó en la poderosa movilización contra el matrimonio homosexual, interviniendo en una reunión en la que comparó el texto que lo legalizaba con “el ascenso del nazismo y el marxismo-leninismo”.

Contra las referencias sexuales

La campaña contra Love es el último ejemplo de la incesante (y exitosa) movilización contra la cultura por parte de los grupos ultraconservadores en Francia. En junio, un grupo de vándalos roció con pintura una obra del escultor Anish Kapoor en los jardines de Versalles, después de que el artista describiera su escultura como “la vagina de la reina”, aludiendo a su aspecto, que podía recordar a los genitales femeninos.

Kapoor criticó entonces a “una fracción muy minoritaria para la que todo acto creativo supone una puesta en peligro de un pasado sacralizado hasta el extremo”.

En 2014, una escultura inflable en forma de juguete sexual, a cargo del artista Paul McCarthy, fue desinflada en París, tras generar críticas del colectivo tradicionalista Printemps Français. Además, un grupo de manifestantes de extrema derecha logró interrumpir un espectáculo del coreógrafo Olivier Dubois en la Vendée. Protestaban porque sus bailarines iban desnudos.