“Es el momento de reflexionar sobre si baños y vestuarios de los colegios deben ser mixtos”

Amelia Barquín, profesora de Educación y Género en la Universidad de Mondragón, apuesta por dar libertad a los niños para que desarrollen “el género sexual con el que mejor se sientan identificados”

La coeducación persigue educar en igualdad.

La coeducación persigue educar en igualdad.

La necesidad de crear nuevos modelos de relaciones que olviden los estereotipos y que se basen en la igualdad de la mujer es uno de los objetivos más anhelados por la sociedad. O, al menos por una parte de ella que  trata de erradicar la dependencia y la falta de libertad que aún sufren muchas mujeres en las sociedades más avanzadas. Amelia Barquín, profesora de Educación y Género en la Universidad de Mondragón, ha participado en el curso de verano de la UPV ‘Sexo, amor y relaciones de poder’, donde ha defendido que “no es posible que los jóvenes no identifiquen la actividad machista en una sociedad en la que se está trabajando constantemente contra ella”.

Además de analizar la realidad de la mujer en las relaciones, Amelia Barquín ha explicado esta cuestión desde el punto de vista de la educación, centrándose en la igualdad y libertad de género. Es consciente de que los derechos de la mujer se trabajan continuamente en los centros educativos, pero “la libertad de género no está tan extendida, y es un concepto que debe desarrollarse mucho más dentro de los colegios”.

“Los niños deben tener la libertad de desarrollar el género sexual con el que mejor se sientan identificados. Ejemplo de ello son los intersexuales, personas que presentan conjuntamente características sexuales femeninas y masculinas. Son personas que no tienen definido su género y a las que se les deben mostrar todas las opciones y efectos que tiene ser mujer u hombre, para que ellos mismos decidan y construyan su propia personalidad”, ha destacado.

Pero esta opción no solo debe trasladarse a los intersexuales, sino a todas las personas desde su nacimiento. “Los colegios deben poner en marcha procesos para hacer frente a esta realidad, como puede ser la reflexión de los espacios que disponen los centros. Lo más normal es encontrar un campo de fútbol en el que solo juegan los chicos buenos. Los chicos que no saben jugar y las chicas siempre están en los bordes del campo sin poder jugar”. Es una idea que hay que cambiar en las escuelas, ya que, independientemente del género y capacidades para el deporte, “todos los estudiantes deben poder practicar el deporte que les gusta en el recreo”. Y en esta línea ha avanzado que “es el momento de comenzar a reflexionar sobre si los baños y los vestuarios deben ser mixtos o no”.

Influencia de la cultura

Por otro lado, el tratamiento que se les da a los niños varía dependiendo de si pertenece al género masculino o al femenino. “Los profesores se dirigen de una manera distinta a un niño que a una niña. Por ejemplo, el tiempo que invierten en calmar a una niña que está llorando es mayor. Incluso la comunicación no verbal es distinta”.

Otro de los aspectos que Amelia Barquín ha analizado ha sido la influencia de los productos culturales en la sociedad, que refuerzan el poder del hombre sobre la mujer. “Los colegios deben analizar este tipo de producto cultural para no mostrar a sus alumnos el comportamiento que se debe tener ante la mujer. Los profesores tienen que aprender a identificar aquellos productos culturales que contengan características machistas, para que sepan trasladarlos a sus alumnos”.

“Hay que construir un mundo”, ha rematado, “sin etiquetas, en el que hombres y mujeres estén al mismo nivel, con sus derechos y libertades “.