El Festival de Málaga homenajea a Pedro Olea como pionero del cine gay

‘Un hombre llamado Flor de Otoño’ rompió tabúes en 1978. En sus créditos ya encontramos a Pedro Almodóvar, el gran retratista de la comunidad LGTB

El 26 de diciembre de 1978, Adolfo Suárez firmó una modificación de la Ley de peligrosidad social, quedando así despenalizada la homosexualidad en España. Ese mismo año, se estrenan tres títulos fundamentales del cine gay: ‘Un hombre llamado Flor de Otoño’, de Pedro Olea, elegida Película de Oro este año por el Festival de Málaga, que homenajeó ayer al realizador bilbaíno; el documental de Ventura Pons ‘Ocaña, retrato intermitente’; y ‘El diputado’, de Eloy de la Iglesia. José Sacristán encarna en la primera a un abogado de la alta burguesía catalana en la Barcelona de los años 30, que de noche triunfa como travesti en el barrio chino. «¿Te imaginas? Poder ser yo mismo las 24 horas del día», sueña el protagonista.

‘Un hombre llamado Flor de Otoño’ adaptaba una obra teatral de 1973 inspirada en hechos reales y censurada por Franco, que no llegó a los escenarios hasta 1982. Rafael Azcona y Pedro Olea introdujeron en el guion el trasfondo del anarquismo y la preparación de un atentado contra Primo de Rivera, pero su mensaje reivindicativo a favor de la visibilidad y libertad de un colectivo invisible era evidente. Un detalle profético. Como segundo ayudante de dirección encontramos a Pedro Almodóvar, que aparece brevemente en los camerinos como uno de los compañeros travestis del protagonista.

Ventura Pons retrataba a José Pérez Ocaña, pintor de cuadros por vocación y de paredes por obligación, icono de las Ramblas, como un marginado vital y festivo, un apologeta del desmadre profundamente subversivo. Por su parte, Eloy de la Iglesia, uno de los primeros directores en reconocer abiertamente su homosexualidad, convertía a José Sacristán en un diputado de izquierdas a punto de ser elegido secretario general de su partido, al que la extrema derecha pone una trampa para acabar con su vida política con un joven amante como gancho.

Pedro Olea recibe la Biznaga de Plata en presencia del actor José Sacristán y el director del evento, Juan Antonio Vigar. / EFE

La Transición dibujó así personajes homosexuales bajo una mirada que oscilaba entre el malditismo, el morbo y la caricatura. En 1970, Alfredo Landa se había disfrazado de mariquita para que los maridos de sus clientas no sospecharan nada en ‘No desearás al vecino del quinto’, la película española más vista de todos los tiempos hasta que, 31 años más tarde, llegó ‘Torrente 2’. Los afeminados habían sido motivo de chanza en las comedias del franquismo. Con dos notables excepciones que inexplicablemente pasaron la censura: ‘Diferente’ (1961), de Alfredo Alaria, y ‘Sábado en la playa’ (1966), de Esteban Farré. Ambas abundan en imágenes homoeróticas y narran la soledad y el ostracismo de sus protagonistas.

Incesto y transexuales

El colectivo LGTB tuvo que esperar a Pedro Almodóvar para reconocerse bajo el prisma de un estilo provocador e irreverente, y al mismo tiempo reflexivo y contestario. Prácticamente en todas las películas del manchego encontramos personajes gays, pero ‘La ley del deseo’ permanece como un título de culto para toda una generación que se veía a sí misma por fin en una pantalla. Incesto, transexualidad y escenas de sexo entre hombres insólitas en el imaginario patrio. La primera cinta que produjeron los hermanos Almodóvar con su productora El Deseo mantiene 30 años después intacta su intensidad dramática y capacidad de transgresión.

’80 egunean’

Desde Almodóvar, gays y lesbianas aparecen puntualmente en largometrajes sin que pueda afirmarse que conformen un género diferenciado. ¿Qué tienen que ver las lesbianas glamurosas de ‘Habitación en Roma’ de Medem con las amamas protagonistas de ’80 egunean’ de Jon Garaño y Jose Mari Goenaga? Si en los 90 se pusieron de moda las ‘locas’ con ‘Más que amor frenesí’ y ‘Perdona, bonita, pero Lucas me quería a mí’, en el siglo XXI la orientación sexual de los personajes pasa a segundo plano. Como en la película sorpresa de los últimos tiempos, ‘La llamada’, en la que dos directores gays, Los Javis, mezclan con cándido desparpajo la religión y el descubrimiento de la homosexualidad.