Los verdaderos Juegos de Madrid

La candidatura de Madrid para ser esta semana la capital mundial del Orgullo se hizo un minuto antes del fin del plazo

Un grupo de personas se fotografía en el madrileño barrio de Chueca. ANDREA COMAS

Madrid abre este fin de semana una de las fiestas más grandes de su historia: el World Pride, Orgullo Mundial, la cita que reivindica a lesbianas, gais, transexuales y bisexuales de todo el mundo. Entre cifras mareantes (se prevén más de dos millones de visitantes), hoteles a reventar y alquileres con precios disparados, el Orgullo ha echado a andar después de un periplo administrativo de siete años, cuando los colectivos presentaron la candidatura. Se decidió en un concierto de Kylie Minogue, se compitió con Berlín y, finalmente, la capital se hizo con el premio. Madrid es, pues, desde este fin de semana, el escaparate planetario de los derechos y las libertades ciudadanas y de la tolerancia sexual

Un día después del primer desfile del World Pride, que reunió a 250.000 personas en las calles de Roma, el papa Juan Pablo II apareció en el balcón de la plaza de San Pedro, bajo un sol abrasador, y dijo que aquello había sido una “afrenta”. No podía callarse por “fidelidad a Dios”: los “actos de homosexualidad” son “contrarios a la ley natural”, aunque no se podía obviar que “un número no insignificante de hombres y mujeres presenta profundas tendencias homosexuales”, por eso pidió, en un tortuoso giro de su discurso, compasión hacia ellos y “evitar cualquier discriminación”. “Lo único contra natura”, zanjó el activista Franco Grillini, “es la homofobia”.

Era el año 2000 y la Iglesia celebraba el Gran Jubileo, el aniversario del nacimiento de Jesús. Pues bien, Roma fue en julio la capital mundial gay: un hecho simbólico trascendental que el Vaticano trató de impedir y sabotear sin éxito (bajo su presión el Ayuntamiento retiró las ayudas, luego las repuso). Una muchedumbre creyente se consoló con el airado discurso del Papa. ¿Pero quién estaba detrás de la organización del Orgullo Mundial en la capital del cristianismo el año del Gran Jubileo? Interpride, el nombre que reúne a las asociaciones LGTB de todo el mundo, y un nombre, Paul Stenson. Stenson decidió fundar el evento en el año 2000 y que éste se celebrase cada cinco años, aunque esto terminó variando.

Tras Roma, el siguiente destino fue otro órdago: Jerusalén. Jerusalén Open House, organización de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero, no se arredró a pesar de las graves amenazas. Líderes de confesiones religiosas enfrentadas durante siglos se pusieron de acuerdo en clamar al cielo por lo que consideraban una blasfemia. Diferentes colectivos llamaron a la guerra santa si se celebraba el desfile. La organización llegó a proyectar escenarios en los que se contaban números de heridos y muertos. Finalmente, el World Pride se celebró (conciertos, conferencias, cine) sin el desfile central; la razón era que no había suficientes soldados para proteger a los manifestantes.

Roma y Jerusalén echaron a rodar un acontecimiento que siguió cogiendo un vuelo extraordinario en las siguientes citas, Londres y Toronto. Más allá del enorme tirón turístico y de las cifras que circulan estos días —más de dos millones de visitantes espera Madrid, los hoteles están llenos y los alquileres se han disparado—, el World Pride es una cita de libertad y tolerancia que reúne a millones de personas en la ciudad que se haya postulado y ganado el derecho a ser sede del acontecimiento. Si Madrid ha llegado hasta aquí ha sido gracias a un camino durísimo emprendido por muchas personas anónimas que, primero en la dictadura y luego en la democracia, derribaron puertas impensables y pusieron las vigas maestras de una sociedad que cada año da pasos nuevos.

Juan Carlos Alonso, coordinador general de World Pride Madrid, empezó a madurar la idea muy pronto. Pero no tuvo ninguna prisa. Las primeras conversaciones entre los colectivos LGTB (AEGAL, FELGTB Y COGAM) empezaron en 2010. “Habíamos reunido experiencia durante muchos años: desde 2004 estábamos en las organizaciones internacionales. Pedimos organizar el EuroPride, que nos lo dieron en 2007: eso fue la internacionalización del Orgullo en Madrid. Y 2010 fue un año muy importante”. Ese verano actuó Kylie Minogue en la Plaza de España. Madrid estaba a reventar de gente en su Orgullo. Al pie del escenario se encontraban Alfonso Llopart, director de la revista Shanghái, y Juan Carlos Alonso. “Alfonso me dijo: ‘Yo creo que ya, ¿no? Después de esto’. Y respondí: ‘Pues no. Todavía creo que podemos hacer algo más’. Empecé un periplo de un año de viajes, me entrevisté con compañeros de asociaciones internacionales y en 2011 anunciamos que queríamos organizar el World Pride”.

La siguiente parada fue en las instituciones. Entonces gobernaba el PP en Ayuntamiento y Comunidad. Los organizadores se presentaron a Alberto Ruiz Gallardón. “Le explicamos el procedimiento: hay que hacer un proyecto, viene un comité internacional, hay una serie de inspecciones. Se presenta un programa, contenidos, un plan de seguridad. Hay entrevistas en las que tienes que tener respuesta para todo, y finalmente dispones de media hora en la asamblea para defender el proyecto”. Normal que Gallardón, tras escucharles, dijese: “Bueno, pero esto es como los Juegos, ¿no?”. “Sí, pero esto lo ganamos”, respondió Alonso. Con Ahora Madrid y con el PP de la Comunidad la sintonía también fue perfecta.

Madrid competía con Berlín por el World Pride 2017. El plazo para presentar la documentación finalizaba en julio. Y entonces, cuando los madrileños tenían el 95% de su proyecto ya hecho, la organización recibió una llamada de Berlín. “No les daba tiempo. Nos pedían ampliar el plazo al 31 de agosto. No nos convenía: nosotros ya habíamos acabado. Pero queríamos competir con ellos en buena lid”. Había terminado el Orgullo de Madrid y Alonso hizo las maletas para ir al World Pride de Londres. Los delegados españoles habían enviado junto a Berlín una petición para ampliar del plazo y dieron por hecho que Interpride aceptaría al estar las dos candidaturas de acuerdo.

En taxi de camino a Barajas, Alonso recibió un mail urgente: no se modificaba el plazo de entrega y éste terminaría a las 12 de la noche de ese mismo día, como estaba acordado. El taxi dio la vuelta y los colectivos LGTB se reunieron de urgencia para apurar todos los trámites, ordenar la documentación y terminar los últimos papeles para enviarlo todo antes de medianoche. A las 23.59 se envió el mail con la candidatura de Madrid. Poco después se recibió respuesta: la ciudad española era candidata y Berlín no había llegado a tiempo. En Boston, tres meses después, 270 delegados votaron por unanimidad a Madrid como capital mundial del Orgullo.

EHGAMek ekaianaren 28an, Nazioarteko Sexu Askapenerako Eguna dena, Euskal Herrian zehar izango diren manifestazioetan parte hartzera deitzen du

Bilboko deialdirako kartela:

Donostiakoa:

Gasteizekoa:

 

Iruñakoa:

Biarritzekoa:

 Bilboko ekainaren 28 koordinakundeak manifarako egindako txapak:

EHGAMek ekaianaren 28an, Nazioarteko Sexu Askapenerako Eguna dena, Euskal Herrian zehar izango diren manifestazioetan parte hartzera deitzen du

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LGTB, la historia de un abecedario “arcoíris”

Detrás de cada una de ellas se esconde una historia no concluida de lucha y reivindicaciones

Activistas LGTB tomando parte en diferentes cabalgatas alrededor del mundo (AFP/EFE)

L, G, T y B son las letras de un alfabeto escrito “con muchas lágrimas desde las catacumbas”, y detrás de cada una de ellas se esconde una historia no concluida de lucha y reivindicaciones que, aunque con mucho en común, es tan diversa como los colectivos representados en este abecedario “arcoíris”.

MADRID. Pero L, G, T y B son mucho más que unas siglas, comenta a Efe Boti García Rodrigo, expresidenta y hoy responsable de Organismos institucionales, Orgullo y Mayores de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), máximo referente en España de un movimiento que fue ilegal hasta “antes de ayer”, 1980.

Al inicio, solo se articuló para exigir la legalización de la homosexualidad bajo el paraguas de la G, hasta que las lesbianas, que en principio no querían implicarse en el movimiento gay, empezaron a considerar “imprescindible su presencia”, dando paso al activismo GL.

De hecho, la federación inició su andadura en 1992 como FEGL, pero en su primer congreso del año 2000, las lesbianas lograron “poner por delante la L”.

A partir de entonces fue incorporando “otras realidades” y dos años después nacía la FELGT, “un importantísimo avance porque tenemos que aprenderlo todo de la letra T”. Más recientemente, en 2007, se unió la B.

Común a todas son logros como el matrimonio igualitario y reivindicaciones como la erradicación del ‘bullying’ en las aulas, un pacto de Estado frente al VIH y dos grandes leyes estatales: la Ley Integral Trans y la Ley de Igualdad LGTBI que ya está en el Parlamento.

Pero también hay muchas otras cosas que les diferencia:

L: Las mujeres lesbianas siempre han estado en la lucha por los derechos civiles LGTBI, a pesar de que en un principio su participación “resultaba del todo invisible”, rememora la portavoz L, Charo Alises, que destaca que aunque han ido “cobrando más peso y visibilidad”, aún están “a la zaga de los hombres gais”.

De ahí que sus exigencias apunten a medidas para combatir la doble discriminación que sufren por su sexo y por su orientación sexual: filiación de sus hijos sin necesidad de contraer matrimonio, el acceso a técnicas de reproducción asistida en la sanidad pública o un trato adecuado por profesionales de la salud.

G: Esta letra “goza de una mayor aceptación y visibilidad”, reconoce su portavoz, José Luis Lafuente, por lo que cree que se deben redoblar esfuerzos para apoyar al resto de realidades, sobre todo la trans, “considerada la mayor amenaza contra la tradición por parte de los radicalismos políticos, científicos, morales y religiosos”.

Desde la G reclaman “la plena capacidad” de la persona para decidir “con total libertad de quién se enamora y a quién ama”, algo solo posible si se acaba con la discriminación por motivo de orientación sexual, identidad y expresión de género y características sexuales y se consigue la plena igualdad LGTBI.

T: Su reconocimiento fue posterior, aunque las mujeres transexuales fueron las primeras en salir en junio del 69, relata el portavoz T, Mané Fernández. Su “especifidad” radica en que son una realidad basada en la identidad de género y no en la orientación sexual, lo que explica que muchas de sus demandas sean distintas.

La despatologización de la transexualidad, la autodeterminación, el reconocimiento de la identidad de los menores, tratamientos y cirugías asumidas por la sanidad pública y que se apliquen no solo a mayores de edad sin necesidad de un diagnóstico de disforia de género son solo algunas de ellas.

B: Hasta la primera celebración del día de la visibilidad bisexual, el 23 de septiembre de 2008 en Madrid, los bisexuales estaban “bajo la sombra de lesbianas y gais” porque muchos asumían como propias las reivindicaciones LG. Que fueran el tema central del Orgullo de 2016 les situó en igualdad de condiciones, indica la portavoz B, Amanda Rodríguez.

Aún así, demandan mayor sensibilización en todos los ámbitos -familiar, educativo, cultural y laboral-; herramientas para lograr una mayor inclusión; combatir la “bifobia, el monosexismo y el binarismo de género” causantes de muchos “mitos que sobrevuelan” la B, y poner en la agenda social y política su realidad como una más.

Con todo, “parece que ya tenemos todas las siglas” con las que acoger todas las realidades, pero lo cierto es que, apunta García, el suyo es un movimiento similar a “un abanico multicolor, que tiene que abrirse a todas las identidades que lo demanden”.

Porque hay otras “múltiples realidades” que en un futuro podrían seguir ampliando el abecedario “arcoíris”: la I de intersexuales -incluida ya en la propuesta de Ley de Igualdad LGTBI de la federación-; la A de asexuales o la Q de “queer”, que hace referencia a las personas no heterosexuales.

“A lo mejor dentro de unos años se hablará del signo +”, apunta García que, al margen de siglas, prefiere hablar del “orgullo de la diversidad sexual de género y familiar”.