Los Boy Scouts en EEUU levantan el veto a los niños transexuales

Un grupo de boy scouts, entre los que se halla el político estadounidense, en su día candidato republicano a la Casa Blanca, Rick Perry (2ª izda.) EL MUNDO

La Asociación de Boy Scouts de Estados Unidos anunció que ha levantado con efecto “inmediato” el veto al ingreso a los niños transexuales, que regía desde hacía más de un siglo.

“Nos hemos dado cuenta, tras semanas de discusiones, que tomar el certificado de nacimiento como punto de referencia ya no es suficiente”, explicó el director ejecutivo de la asociación, Michael Surbaugh, este lunes en un videomensaje.

Surbaugh dijo que a partir de ahora los Boy Scouts solo tendrán en cuenta el género con el que los padres inscriban al menor, lo que pone fin al requerimiento de certificados de nacimiento.

“Las comunidades y las leyes estatales están interpretando la identidad de género de manera diferente a como lo hacían en el pasado”, justificó el director ejecutivo.

Esta decisión de los Boy Scouts supone un nuevo paso en la apertura de la organización tras años de polémica y quejas por su política de discriminación.

En 2013 comenzaron a admitir en sus filas a adolescentes abiertamente homosexuales y que en 2015 levantaron el veto que impedía a los adultos homosexuales trabajar como monitores.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) amenazó entonces con abandonar la organización al sentirse “profundamente contrariados” por ese cambio.

La nueva decisión de levantar el veto llega además semanas después de una polémica generada por la expulsión de los Boy Scouts de un niño transexual de ocho años en Nueva Jersey.

En Estados Unidos hay unos 2,3 niños enrolados en los Boy Scouts, que forman parte de aproximadamente 110.000 patrullas a lo alto y ancho del país, el 70% de las cuales afiliadas a organizaciones religiosas.

EEUU asiste desde hace meses a un acalorado debate sobre los derechos de las personas transgénero en una lucha para regular su identidad en las escuelas, baños y lugares de trabajo.

Suiza permitirá a los gays donar sangre… sólo si no han mantenido relaciones sexuales en los últimos 12 meses

El regulador helvético dejará que donen desde mediados de este año. Afirma que las condiciones “corresponden a las precauciones que también se aplican a otros comportamientos de riesgo” de manera general.

Una persona dona sangre en un hospital. EFE

Suiza permitirá a los gays donar sangre a partir de julio próximo, pero únicamente si no han mantenido relaciones sexuales con personas del mismo sexo en los doce meses previos, informó hoy el regulador helvético Swissmedic.

La institución autoriza así una solicitud de la Organización de Donación de Sangre (SRK) Suiza, según un comunicado difundido hoy, que explica que los peticionarios han podido demostrar suficientemente que la medida “no conlleva un mayor riesgo para los receptores”. Las donaciones de sangre de gays serán introducidas en centros regionales de Suiza “a partir de mediados de 2017”.

La decisión de Swissmedic está sujeta a condiciones, de manera que los centros de donación de sangre deberán reunir datos adicionales sobre el resultado de la nueva medida y supervisar “de manera estrecha” el cumplimiento de las precondiciones por parte de los donantes y la evolución de los riesgos.

“Comportamientos determinados pueden elevar el riesgo de una infección con VIH o con otros virus a través de la sangre. En Suiza aproximadamente la mitad de las infecciones nuevas con VIH tienen sus orígenes en contactos sexuales de hombres con personas del mismo sexo”, indica Swissmedic. Los gays estaban excluidos desde 1997 de forma permanente de la posibilidad de donar sangre.

Recalca la institución que la regla de que los gays no pueden haber mantenido relaciones sexuales en los doce meses previos a la donación de sangre “corresponde a las precauciones que también se aplican a otros comportamientos de riesgo” de manera general.

“No representa riesgo”

Swissmedic cita como ejemplo el cambio regular de parejas, estancias largas en países con elevadas tasas de sida y contactos sexuales con parejas que han estado durante mucho tiempo en países con tasas elevadas de sida, entre otros.

De acuerdo con el regulador suizo, desde enero de 2016 las pruebas a las que se somete cada donación de sangre son aún más precisas que antes, de manera que se reduce también el tiempo para el diagnóstico de virus en los análisis tras una infección. SRK Suiza “ha podido fundamentar que la nueva medida no representa un mayor riesgo para los beneficiarios de contraer una grave infección a través de la sangre donada”, señala el comunicado.

De acuerdo con la agencia suiza ATS, SRK Suiza considera esta solución “no del todo óptima”, dado que cree que pocos gays podrán beneficiarse de la nueva medida. No en vano, la ve “como un primer paso hacia la eliminación de una norma que muchos consideran discriminatoria”. En un segundo paso se tendrán que tener en cuenta comportamientos de riesgo “concretos y personales y no la orientación sexual”, indica.

La OMS dejará de considerar la transexualidad un trastorno, pero pasará a llamarla “incongruencia de género”

Manifestación Orgullo LGTBI de Valencia, 2016 / EFE

La Organización Mundial de la Salud no sacará la transexualidad de su Clasificación Internacional de Enfermedades en su próxima actualización, que será publicada en 2018, pero la cambia de epígrafe. Pasará de formar parte del capítulo dedicado a “trastornos de la personalidad y el comportamiento” –en el subcapítulo “trastornos de la identidad de género”–a engrosar la lista de “condiciones relativas a la salud sexual” y a llamarse “incongruencia de género”.

La próxima actualización (llamada CIE-11) sustituirá a la CIE-10, vigente desde mayo de 1990, año en el que la homosexualidad salió de la lista. Desde entonces se han ido autorizando versiones de esta clasificación cada cierto tiempo, pero la transexualidad siempre ha sido considerada un trastorno en contra de las demandas del colectivo trans, que pide la despatologización de su condición.

Una de las reclamaciones más férreas que acabaría con la filosofía que subyace en la mayoría de legislaciones del mundo: la transexualidad es una enfermedad que debe ser diagnosticada y necesita tratamiento. La OMS ha querido alejarse de esta concepción para reconocerlo como una situación que puede entrar en contacto con los servicios de salud, para lo que creará un nuevo capítulo.

“Se barajó eliminarlo de la lista pero muchos países solo cubren con las políticas públicas lo que está mencionado en la clasificación. Así que se ha decidido colocarlo en un lugar menos estigmatizante”, señalan fuentes de la OMS. Para los colectivos LGTBI la decisión es un logro, pero “a medias” porque critican, entre otras cosas, que lo haya denominado “incongruencia de género”.

Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma Por los Derechos Trans, celebra que “nos saquen del grupo de enfermedades mentales” y reprocha que “se siga situando a las personas trans en una inferioridad validada desde la comparativa de lo que es congruente y lo que no”.

La diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid y activista transexual Carla Antonelli, que empezó hace cuatro años una recogida de firmas para pedir a la OMS la salida del manual, califica de “paso importante que por fin se da” el cambio de categoría, pero insiste en que lo ideal hubiera sido incluir una definición que mostrara la transexualidad “como una manifestación más de la diversidad del ser humano y reconociera el derecho a la autodeterminación de género”.

La nueva definición

La CIE-11 incorpora lo que llama “incongruencia de género”  en el capítulo de “condiciones relativas a la salud sexual” junto a otros conceptos como “disfunciones sexuales” o “trastornos relacionados con dolencias sexuales”.  El activista trans Pol Galofre lamenta que “siga ligando el tema con algo sexual”, pero “era difícil que de repente entendiesen lo trans como algo social”.

El cambio que baraja la OMS para la futura clasificación es definitivo y, aunque se publicará en 2018, tardará en implementarse entre uno y dos años desde entonces, señalan fuentes de la organización. Por ello, actualizará la CIE-10 mientras se hace efectivo el cambio: modificará el nombre a “incongruencia de género” e incorporará la transexualidad a un capítulo llamado “factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios de salud”.

No solo cambia el nombre y la situación en el manual, también la definición. Hasta ahora, el CIE-10 calificaba la transexualidad como “un deseo de vivir y ser aceptado como miembro del sexo opuesto, por lo general acompañado de malestar o desacuerdo con el sexo anatómico, y de deseo de someterse a tratamiento quirúrgico u hormonal para hacer que el propio cuerpo concuerde lo más posible con el sexo preferido”.

A partir de 2018 la definición –para adultos y adolescentes– será: “Una incongruencia marcada y persistente entre el género experimentado del individuo y el sexo asignado, que a menudo conduce a un deseo de ‘transición’ para vivir y ser aceptado como una persona del género experimentado a través del tratamiento hormonal, la cirugía u otras prestaciones sanitarias para alinear el cuerpo, tanto como se desee y en la medida de lo posible, con el género experimentado. El diagnóstico no puede asignarse antes del inicio de la pubertad. El comportamiento y las preferencias de género por sí solas no son una base para asignar el diagnóstico”.

Cuerpos que escapan de la norma

Antonelli lamenta que “se siga hablando de diagnóstico” y considera que “la definición debería reflejar que el malestar o el sufrimiento que pueden sentir muchas personas trans vienen dados por condiciones y presiones sociales”. El diagnóstico psiquiátrico es, en muchos casos, condición necesaria para acceder a la hormonación o cirugías de reasignación. En España la ley sigue contemplándolo así, aunque muchas comunidades  ya han dejado de considerarlo imprescindible a través de normativa autonómica.

Galofre, que celebra el cambio como un paso en el camino de la despatologización, explica que la necesidad de modificar el cuerpo de muchas personas transexuales “viene dada por el hecho de que vivimos en un mundo binario y excluyente en el que se entiende que todo el mundo es hombre o mujer cuando en realidad son categorías creadas en las que intentamos encajar a todo el mundo, sea lo diverso que sea. Las modificaciones corporales son una consecuencia de ello”.

“Si tener tetas o no tenerlas no tuviera ninguna consecuencia social ni tuviera el significado que tiene, la gente no tendríamos la necesidad de modificar el cuerpo. Pero hoy es muy difícil sobrevivir con cuerpos que escapen de la norma, por lo que es necesario que las personas que necesitan esos cambios puedan acceder a ellos”, prosigue el activista.

En el caso de la transexualidad en la infancia, la futura CIE-11 la define de manera similar a la experimentada en adultos, aunque añade que “incluye una fuerte aversión por parte del niño a su anatomía o características sexuales, un fuerte deseo de las que coinciden con el género experimentado y fantasear con juguetes, juegos, actividades o compañeros de juego que son típicos del género experimentado en lugar del sexo asignado” y que “la incongruencia debe haber persistido durante aproximadamente dos años y no se puede diagnosticar antes de los cinco”.

Así responden los activistas LGTBI al folleto homófobo que HazteOir difunde en los colegios

Portada del folleto de Arcópoli en repuesta al de HazteOir

El colectivo LGTBI de la Comunidad de Madrid Arcópoli no ha querido quedarse callado ante la difusión de los miles de folletos que el grupo ultracatólico HazteOir ha difundido en centros públicos y privados. La organización ha querido publicar su propio folleto, que ha enviado a la comunidad educativa y a las instituciones madrileñas con el objetivo de mostrar las razones que han llevado a varias autonomías a aprobar leyes de igualdad LGTBI que obligan a educar en diversidad afectivo sexual.

Son estas normas el blanco de los ultracatólicos, que en la portada del documento responde a la pregunta “¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio?” con un “las leyes de adoctrinamiento sexual”. La primera página muestra a un niño y a una niña haciendo el saludo fascista ante una bandera arcoiris dibujada en la pared. El folleto fue enviado a más de 16.000 centros educativos.

“Han surgido movimientos que quieren cercenar la libertad y volver a los modelos exclusivistas donde se trata de uniformar a toda la sociedad en un modelo familiar y social que no es real y que provoca graves conflictos personales internos a quien no encaja en esos modelos”, apunta Arcópoli en su documento, que ha titulado “¡Que no te mientan! ¿Sabes lo que no quieren que aprendan tus hij@s en el colegio?”.

El colectivo explica que las leyes promulgadas, que para HazteOir cercenan la libertad de enseñanza y de educación y suponen “adoctrinamiento ideológico”, pretenden “evitar la discriminación que todavía se produce en la sociedad, promover la igualdad y establecer medidas que eviten la estigmatización y marginación del colectivo”.

Paliar la ausencia de educación en igualdad

Por ello, “los centros educativos deberán ser muy escrupulosos con el cumplimiento del principio de igualdad, deberán transmitir a sus alumnas y alumnos que todas las personas son iguales, independientemente de su orientación sexual e identidad de género, y merecen un trato respetuoso y no discriminatorio”, prosigue el texto.

Arcópoli recopila datos como que el 74% del alumnado no heterosexual declaró haber sido objeto de insultos por su orientación sexual y al 36% les habían dado golpes o tirado cosas por ello, según un estudio de la FELGTB. El 42% de las víctimas afirman no haber sido ayudados por nadie en el aula y una gran parte de ellas se ha planteado el suicidio.

“Por esta razón, las leyes autonómicas mencionadas establecen que los centros educativos deberán transmitir valores de igualdad, adoptando medidas que promuevan el respeto a los niños o niñas LGTBI”. Entre otras cosas, Arcópoli explica por qué es necesario que existan libros en las aulas que presenten un modelo familiar y vital diverso.

“No se trata de imponer una realidad. Simplemente queremos que la realidad de las lecturas que estén al alcance del alumnado sea muy diversa, reflejando fielmente la sociedad, algo que anteriormente no ocurría”, sostiene el folleto, al que acompaña con un glosario de términos dirigido a padres y madres, una copia para instar al centro educativo a comprometerse con la diversidad y una dirección de correo de la organización para posibles consultas.

En su folleto homófobo HazteOir sugiere que las leyes contra la LGTBfobia suponen un ataque a los heterosexuales y que son u n conjunto de “derechos a la carta para determinados colectivos rompiendo así el principio de igualdad jurídica de las personas”. Sin embargo, Arcópoli recalca que el colectivo LGTBI “necesita de normas específicas” para garantizar “la igualdad real”.

“En ningún caso la ley concede beneficios a las personas LGTBI sobre el resto de la sociedad, pues una ley que busca la igualdad no puede en ningún caso generar injusticias”, añade el folleto, que insiste en que la discriminación positiva “es el instrumento clave de un Gobierno para reducir las desigualdades entre grupos sociales”.

El texto apunta a que la ausencia de la educación en diversidad e igualdad es una pieza clave de la homofobia que todavía subsiste. Una realidad que cristaliza en hechos como “los delitos de odio y la persecución por homofobia en lugares públicos y centros escolares”.

“La literatura gay es universal”

Los escritores Luisgé Martín, Alberto Fuguet y Giuseppe Caputo reivindican la libertad para escribir desde su condición homosexual en el Hay Festival de Cartagena de Indias

Los escritores Luisgé Martín, Giuseppe Caputo y Alberto Fuguet, retratados durante el Hay Festival de Cartagena. DANIEL MORDZINSKI

“Peor sería haber sido convocados por ser tres terroristas latinoamericanos”. El escritor chileno Alberto Fuguet (1964) responde el primero a la pregunta sobre si le molesta participar en un encuentro por su condición de escritor homosexual. “No molesta en la medida en que no sea lobby. Algunas personas que nos vean ahora aquí dirán: ‘¡Ah! ya están entrevistando a los maricones y ¿por qué no a nosotros, que somos la nueva minoría? Sinvergüenzas’, como si el hombre blanco heterosexual fuera la nueva minoría, como parece en tiempos de Trump”, prosigue el autor de Sudor(Literatura Random House), su primera novela abiertamente gay.

“A mí tampoco me molesta. Mientras haya algo de discriminación y diferenciación social, que esto se traslade al periodismo y a la opinión pública sirve para corregir”, asegura el español Luisgé Martín (1964), que ha vertido su dolorosa experiencia “hasta salir del armario” en El amor del revés (Anagrama).

“La pregunta de fondo es si existe una literatura gay. Es complejo, claro. Por un lado, reivindico que siendo gay es literatura universal. Pero, por otro, es verdad que no existe la novela heterosexual, que se entiende como lo universal, como si no pudiera ser lo gay. Ha sido un proceso tan largo y dificultoso hasta abrazar esa palabra como para no reivindicarlo”, interviene Giuseppe Caputo (1982), que ha removido el ambiente literario de su país, Colombia, con la novela Un mundo huérfano (Literatura Random House).

Los tres destacados escritores han participado en varios actos organizados en el seno del festival literario Hay, cuya 12 edición concluyó ayer en Cartagena de Indias. Y los tres reconocen la mejora en las libertades de los gays en las últimas décadas que se refleja en una literatura cada vez más rica y consolidada. “Ha habido un cambio, desde luego, en la estigmatización, en el lenguaje del poder, en el uso de la palabra maricón como insulto, o invertido, o marica el último. Ahora se sigue haciendo pero con algo de vergüenza”, apunta Martín. “Soy del Caribe colombiano, que es una zona supermachista. Con seis años estaba en un parque en unos neumáticos gigantescos mariposeando y un señor me dice: ‘Vuela, vuela’. Y yo pensaba que me estaba animando y le daba más fuerte. Y luego añadió: ‘Vuela, vuela, mariposón’. Ha habido una reapropiación de ese lenguaje y eso es bonito. También lamento mucho que dentro de la comunidad se reproduzcan discursos machistas”, dice Caputo.

“Mi mayor tema nunca ha sido ser gay. Es ser norteamericano, que en Chile es mucho peor [vivió hasta los 11 en EE UU]. Y después soy burgués, niño rico (que no es verdad), relativamente blanco; estoy superacostumbrado a una etiqueta más. Me ha interesado siempre encontrar el homoerotismo en la literatura no gay”, afirma Fuguet.

“Ciertamente”, interviene Caputo, “todo el mundo pasa por el sufrimiento y la adolescencia es difícil para todos, pero no reconocer que hay una singularidad en esa experiencia es injusto. Leía el libro de Luisgé y me acordaba de mi trauma del despertar sexual que fue muy duro…”. Martín toma la palabra, por alusiones: “Hay un tipo de literatura gay que habla de la noche, de los hábitos. Pero también creo que hay una literatura del dolor y de la identidad. Los homosexuales hemos tenido exceso de dolor y una identidad conflictiva”.

La mujer, la mejor lectora

Un dolor que se ha paliado en muchos países y en otros no tanto. El holandés Boris Dittrich, exparlamentario y novelista, es el responsable de la ONG Human Rights Watch para defender los derechos de la comunidad LGTBI (lesbiana, gay, bisexual y transgénero) en el mundo. En el Hay Festival, advirtió de que han detectado un incremento de los suicidios entre los jóvenes tras la promulgación de una ley represiva contra los homosexuales en Rusia, copiada por otros países, que multa a la población sólo por hablar públicamente de “cuestiones de género”.

Y todo ello a pesar de la citada evolución, a partir de las teorías de la sexualidad de Michel Foucault de los años setenta o los estudios sobre la Antigüedad que indagaban en la tolerancia y permisividad sexual. “Las cosas han ido mejor. Y la visibilización de LGTBI también ha traído una visibilización de la homofobia. Pero el progreso no es lineal del todo. Recordad que en Francia salió a la calle un millón de personas contra el matrimonio gay y en Colombia y otros países ha habido muchos casos de discriminación”, afirma Caputo.

“Pero los nuevos parias de la comunidad son los transexuales. Es el momento de la reivindicación de la agenda trans. Sigue habiendo un dolor casi puro y se ha avanzado muy poco en muchos países. Si eso de ser afeminado puede causar mucho dolor, ser trans puede ser una cosa terrible”, señala Martín.

“Seguro que de ahí sale una prosa trans muy potente”, y añade Fuguet: “Me gustaría apoyar a otra minoría, que en el mundo de los lectores son mayoría, las mujeres, tema que nunca me ha interesado. No tengo casi amigas ni esa obsesión de Almodóvar, pero me he dado cuenta de que empiezo a tener lectoras. Mi impresión es que las mujeres no le tienen miedo al tema gay. Hasta les puede parecer sexy. Son madres, son hermanas y son gente menos asustadiza que el hombre heterosexual. Leen literatura gay de manera desprejuiciada y atenta. Siento que los libros más que buscar un nicho deben ser crossover”.

“Mis mejores feedback de El amor del revés han sido mujeres. Una de las ideas recurrentes y obvias es que la homofobia tiene que ver con el machismo y la mujer es capaz también de entender muy bien esa misma opresión”, asevera Martín. “No hay homofobia sin machismo, y el movimiento gay es hijo del movimiento feminista”, recuerda Caputo.

CÉSAR AIRA Y EL DADAÍSMO RAZONADO

Una mujer, en las puertas del teatro Adolfo Mejía, una de las sedes del Hay Festival de Cartagena de Indias. DANIEL MORDZINSKI EL PAÍS)

Marcel Duchamp marcó a diversas generaciones de artistas plásticos y conceptuales. También a escritores como César Aira, uno de los protagonistas del Hay Festival de Cartagena. El autor argentino, de 67 años, lo calificó de “sabio loco y alquimista del dadaísmo razonado” y reconoció que coleccionar libros sobre el creador y ensayista de origen francés se ha convertido en un “hobby”. Aira, que se considera un escritor de “literatura infantil para adultos”, mantuvo una conversación con su editor Claudio López de Lamadrid, a propósito de la publicación el pasado año de su libro Sobre el arte contemporáneo (Literatura Random House).

El formato charla caracteriza el Hay, que en esta edición ha prestado mucha atención a las relaciones familiares y especialmente al padre ausente (desaparecido o asesinado) como elemento identitario y fuente de creación literaria. Fue significativo, en este sentido, el encuentro que mantuvieron el libio Hisham Matar, el colombiano Héctor Abad Faciolince y la afgana Fátima Bhutto.

Joao Pedro Rodrigues eta Ugandako LGTB Zinemaldia, Zinegoak jaialdiaren saridunak

Aurtengo edizioaren nondik norakoak ezagutzera ematen jarraitzen du Bilboko jaialdiak

 

Zinegoak Bilboko Gaylesbotrans Nazioarteko Zinema eta Arte Eszenikoen Jaialdiak Joao Pedro Rodrigues zinemagile portugaldarrari emango dio 14. edizioaren Ohorezko Saria, eta sari berezia eskainiko dio Queer Kampala Ugandako LGTB Zinemaldiari. Joao Pedro Rodrigues eta Kamoga Hassan Ugandako jaialdiaren zuzendaria Bilbon egongo dira.

Horrela, aurtengo edizioaren nondik norakoak ezagutzera ematen jarraitzen du Bilboko jaialdiak, eta beste urte batez, jaialdiak sari bat emango du LGTB zinemagintzan egindako lana aitortzeko asmoz.

Joao Pedro Rodrigues zinemagile portugaldarra 1966. urtean jaio zen Lisboan, eta bere herrialdeko zuzendari esanguratsuenetako bat da. LGTB zinemagintzan ere erreferentea da; sari ugari jaso ditu nazioarteko hainbat jaialditan (Venezia, Berlin, Locarno) eta Cannes moduko jaialdietan ere estreinaldiak egin ditu. Rodriguesek Zuzendari Onenaren Saria jaso berri du Locarnoko Jaialdian, ‘O Ornitólogo’ bere azken pelikulari esker (ikusgai egongo da Zinegoak-en).

Roberto Caston Zinegoak jaialdiaren programazio zuzendariaren esanetan, «Europako zinema zuzendari esanguratsu eta berritzaile nagusietako bat da» Rodrigues. Bere lanek «begirada probokatzailea» dute: «eduki zaharrei forma berriak ematen dizkie, eta gizakiaren desira bere aldaera guztietan aztertzen du». Halaber, hainbat genero landu ditu, hala nola dokumentala eta zinema esperimentala.

Zinemagile portugaldarrak ibilbide oparoa du zinemagintzan. Honako lanetako zuzendaria izan da: ‘O Fantasma’ (2000), ‘Odete’ (2005), ‘Morrer como um homem’ (2009), ‘A última vez que vi Macau’ (2012) eta ‘O Ornitólogo’ (2016).

Rodriguesek Ohorezko Saria jasoko du Zinegoak jaialdiaren inaugurazio ekitaldian, otsailaren 20an, Arriaga antzokian. Horrez gain, otsailaren 21ean ikastaro magistral bat eskainiko du Euskal Herriko Unibertsitatearen (EHU) eta bestelako hezkuntza zentroen ikus-entzunezko komunikazioko ikasleentzat. Hitzordua BilbaoArteko Art House zinema aretoan izango da.

Homosexualitatea ilegala da Ugandan

Bestalde, aurten, salbuespen modura, Zinegoak jaialdiak sari berezi bat emango dio LGTB eskubideen alde lanean ari den mugimendu edo eragile bati. Aurten Queer Kampala Ugandako LGTB Zinemaldiak jasoko du saria, eta Kamoga Hassan bere zuzendaria Bilbon izango da saria jasotzeko eta nazioarteko epaimahaiaren kide izateko, dokumentalen atalean.

Gaur egun, Ugandan homosexualitatea ilegala da oraindik. 2014an lege proposamen bat aurkeztu zen bertako parlamentuan harreman homosexualak heriotzarekin zigortzeko, baina azkenean atzera bota behar izan zuten forma arazoengatik eta nazioarteak tokiko LGTB komunitatearekin batera egindako presioari esker.

Testuinguru honetan, joan den abenduan antolatu zen lehen aldiz Queer Kampala International Film Festival (QKIFF), Afrika ekialdeko LGTB zinemaldi bakarra. Jaialdian 26 pelikula programatu ziren (bederatzi afrikarrak, eta «aurrerapauso nabarmena» izan da LGTB eskubideen alde herrialde horretan.

Pau Guillen Zinegoak jaialdiaren zuzendariak azpimarratu duenez, «oso garrantzitsua da Zinegoak-entzat mota honetako ekimenei babesa ematea, testuinguru konplexuenetan kulturaren bidez lan egiten dutelako. Gure aitortza eta indarra eskainiko diegu, Queer Kampalak aurrera egin dezan».

Kamoga Hassan QKIFF jaialdiaren zuzendaria Zinegoak-en egongo da. Sari berezia otsailaren 24an jasoko du BBK aretoan, eta bertan ‘Outed: The Painful Reality’ bere pelikula ikusi ahal izango da.

El frente trans

“Hay niñas con pene y niños con vagina”. ¡Ya estamos!- pensé yo la primera vez que vi la campaña de Chryasllis Euskal Herria, hace un par de semanas-¡otra vez las dualidades absolutas de siempre, esas que inexorablemente aparecen cuando te topas con el activismo trans! (salvo unas pocas excepciones, que las hay). Que si hombre/mujer, que si pene/vagina, que si cis/trans, que si homo/hetero… Me dije que debería escribir algo al respecto, pero confieso que me pudo la pereza; eso sí, mentalmente repasé todos los argumentos clásicos en estos debates: que las personas no se dividen en compartimentos estancos, que las identidades de cada persona son variables en el tiempo, que si… Que puedes hacer una lista de dos, diez, cien, mil o diez mil características físicas de un cuerpo humano; que puedes clasificar a toda la Humanidad según estas características, y que así podrás formar miles de grupos de personas; y que si a uno de estos grupos le das poder sobre los otros (por ejemplo, al grupo de personas con el ombligo alargado de arriba abajo frente a las demás tipologías de ombligos), automáticamente y en muy poco tiempo aparecerán identidades ligadas a estos rasgos físicos y, con ellas, las relaciones de poder dentro del grupo e intergrupos. Que el hecho de separar a los seres humanos en dos grupos estancos y establecer una relación de poder entre ellos, es un hecho político y no natural, que responde a la necesidad del sistema de perpetuarse a sí mismo, ya que las personas de uno de estos dos grupos tienen necesidad de relacionarse con las del otro, pero los mecanismos para establecer estas relaciones vienen determinados por el sistema, y están controlados por éste (he ahí la fuente de su poder). Y, en definitiva, que desde el activismo de liberación sexual debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a destruir el sistema de géneros, y no en adaptarnos a él. Nuestra función es ser insumisos del género, ser disidentes sexuales en esta sociedad. Lo de siempre, sin sorpresas: el consabido debate de la identidad.

En éstas estaba -o, de hecho, lo tenía ya bastante olvidado por el transcurso de uno o dos días- cuando empecé a ser consciente de la respuesta que esta campaña estaba teniendo entre la población. Reconozco que la enorme agresividad que ha suscitado en su contra me ha sorprendido y conmocionado, y me ha obligado a mirar a mi alrededor. Leía los comentarios a la noticia en los periódicos y no me los podía creer: ¡cuánto odio hacia unos niños! El que Facebook censurara las imágenes entraba dentro de lo esperado, al fin de cuentas son americanos y sabemos lo gilipollas que son para estos temas (no deja de resultar divertido que censuren un dibujo y no les importe el mensaje), y que el cristofascismo hiciera ladrar a sus huestes nacional-católicas tampoco puede sorprender a nadie, a fin de cuentas ahí tienen a sus obispos, sus medios de comunicación, su financiación estatal…,pero que en nuestras ciudades vascas los carteles hayan sido atacados y destruidos no me lo esperaba, sinceramente. Yo creo que de todo,  ésto es lo que más me ha dolido, porque lo ha hecho gente de nuestro alrededor, personas con las que te cruzas por la calle a diario. ¿Cómo puede herirlas tanto el hecho de recordarles que todavía hay niñas y niños que sufren por nuestro comportamiento, y que ese sufrimiento es fácil de evitar, hasta el punto de obligarlas a reaccionar de un modo tan violento? ¿Qué comportamiento puedes esperar de estas personas si se encuentran con una niña o un niño en estas circunstancias?

Como militante de EHGAM y activista gay que he sido a lo largo de las últimas décadas, soy capaz de reconocer que el frente de nuestra lucha se ha desplazado desde los derechos de gays y lesbianas a los de las personas transexuales. Hace unos 10 años participamos como Ehgam, junto a otros grupos de Euskal Herria, en el inicio en nuestra tierra de la lucha por la despatologización de la transexualidad, en el movimiento que se llamó STOP TRANS-Patologización 2012 (entonces hablábamos de que “disforia es homofobia”), pero incluso esas campañas no recibieron una respuesta tan hostil como esta última de Chrysallis EH. Las causas son varias: sin duda, la crisis ha derechizado nuestra sociedad; los reaccionarios se han repuesto ya del shock inicial que les produjo la aprobación de la ley de matrimonio de personas del mismo sexo,  y ahora están organizados y activados; el movimiento de liberación sexual está más débil de lo que ha estado nunca en las últimas décadas; poner en duda el género supone un ataque mucho más intenso contra el sistema heteropatriarcal que aceptar la homosexualidad masculina (en relación con esta idea  habría que estudiar, en primer lugar, cómo y por qué ha prácticamente desaparecido del imaginario popular la imagen del mariquita plumero, parece como si la aceptación social de la homosexualidad masculina se haya hecho asegurando que ésta no pone en jaque los roles de género, y después por qué razón la homosexualidad femenina ni está, ni se la espera).  Y por último está el tema de que la campaña de Chrysallis EH va dirigida a niñas y niños, ya que los creyentes se consideran los únicos con derecho -divino- a moldear las mentes infantiles a sus intereses.

Sé que aún nos quedan muchos frentes por abrir, y muchas batallas por ganar, porque somos muy ambiciosos con la Humanidad que soñamos, pero hoy la que nos toca afrontar es ésta, y la están librando con arrojo y valentía desde Chrysallis y otras organizaciones afines. Y yo, con mis discrepancias ideológicas a cuestas, quiero decir aquí y ahora que me siento muy orgulloso de todas ellas y de todos ellos, y feliz de ser una pequeña parte de ese movimiento de resistencia sexual.

 

Jaime Mendia (EHGAMkidea)

junto con Imanol Álvarez, Mikel Martín,  José Sánchez y otros militantes de Ehgam

“Hay niñas con pene y niños con vagina”. ¡Ya estamos!- pensé yo la primera vez que vi la campaña de Chryasllis Euskal Herria, hace un par de semanas-¡otra vez las dualidades absolutas de siempre, esas que inexorablemente aparecen cuando te topas con el activismo trans! (salvo unas pocas excepciones, que las hay). Que si hombre/mujer, que si pene/vagina, que si cis/trans, que si homo/hetero… Me dije que debería escribir algo al respecto, pero confieso que me pudo la pereza; eso sí, mentalmente repasé todos los argumentos clásicos en estos debates: que las personas no se dividen en compartimentos estancos, que las identidades de cada persona son variables en el tiempo, que si… Que puedes hacer una lista de dos, diez, cien, mil o diez mil características físicas de un cuerpo humano; que puedes clasificar a toda la Humanidad según estas características, y que así podrás formar miles de grupos de personas; y que si a uno de estos grupos le das poder sobre los otros (por ejemplo, al grupo de personas con el ombligo alargado de arriba abajo frente a las demás tipologías de ombligos), automáticamente y en muy poco tiempo aparecerán identidades ligadas a estos rasgos físicos y, con ellas, las relaciones de poder dentro del grupo e intergrupos. Que el hecho de separar a los seres humanos en dos grupos estancos y establecer una relación de poder entre ellos, es un hecho político y no natural, que responde a la necesidad del sistema de perpetuarse a sí mismo, ya que las personas de uno de estos dos grupos tienen necesidad de relacionarse con las del otro, pero los mecanismos para establecer estas relaciones vienen determinados por el sistema, y están controlados por éste (he ahí la fuente de su poder). Y, en definitiva, que desde el activismo de liberación sexual debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a destruir el sistema de géneros, y no en adaptarnos a él. Nuestra función es ser insumisos del género, ser disidentes sexuales en esta sociedad. Lo de siempre, sin sorpresas: el consabido debate de la identidad.

En éstas estaba -o, de hecho, lo tenía ya bastante olvidado por el transcurso de uno o dos días- cuando empecé a ser consciente de la respuesta que esta campaña estaba teniendo entre la población. Reconozco que la enorme agresividad que ha suscitado en su contra me ha sorprendido y conmocionado, y me ha obligado a mirar a mi alrededor. Leía los comentarios a la noticia en los periódicos y no me los podía creer: ¡cuánto odio hacia unos niños! El que Facebook censurara las imágenes entraba dentro de lo esperado, al fin de cuentas son americanos y sabemos lo gilipollas que son para estos temas (no deja de resultar divertido que censuren un dibujo y no les importe el mensaje), y que el cristofascismo hiciera ladrar a sus huestes nacional-católicas tampoco puede sorprender a nadie, a fin de cuentas ahí tienen a sus obispos, sus medios de comunicación, su financiación estatal…,pero que en nuestras ciudades vascas los carteles hayan sido atacados y destruidos no me lo esperaba, sinceramente. Yo creo que de todo,  ésto es lo que más me ha dolido, porque lo ha hecho gente de nuestro alrededor, personas con las que te cruzas por la calle a diario. ¿Cómo puede herirlas tanto el hecho de recordarles que todavía hay niñas y niños que sufren por nuestro comportamiento, y que ese sufrimiento es fácil de evitar, hasta el punto de obligarlas a reaccionar de un modo tan violento? ¿Qué comportamiento puedes esperar de estas personas si se encuentran con una niña o un niño en estas circunstancias?

Como militante de EHGAM y activista gay que he sido a lo largo de las últimas décadas, soy capaz de reconocer que el frente de nuestra lucha se ha desplazado desde los derechos de gays y lesbianas a los de las personas transexuales. Hace unos 10 años participamos como Ehgam, junto a otros grupos de Euskal Herria, en el inicio en nuestra tierra de la lucha por la despatologización de la transexualidad, en el movimiento que se llamó STOP TRANS-Patologización 2012 (entonces hablábamos de que “disforia es homofobia”), pero incluso esas campañas no recibieron una respuesta tan hostil como esta última de Chrysallis EH. Las causas son varias: sin duda, la crisis ha derechizado nuestra sociedad; los reaccionarios se han repuesto ya del shock inicial que les produjo la aprobación de la ley de matrimonio de personas del mismo sexo,  y ahora están organizados y activados; el movimiento de liberación sexual está más débil de lo que ha estado nunca en las últimas décadas; poner en duda el género supone un ataque mucho más intenso contra el sistema heteropatriarcal que aceptar la homosexualidad masculina (en relación con esta idea  habría que estudiar, en primer lugar, cómo y por qué ha prácticamente desaparecido del imaginario popular la imagen del mariquita plumero, parece como si la aceptación social de la homosexualidad masculina se haya hecho asegurando que ésta no pone en jaque los roles de género, y después por qué razón la homosexualidad femenina ni está, ni se la espera).  Y por último está el tema de que la campaña de Chrysallis EH va dirigida a niñas y niños, ya que los creyentes se consideran los únicos con derecho -divino- a moldear las mentes infantiles a sus intereses.

Sé que aún nos quedan muchos frentes por abrir, y muchas batallas por ganar, porque somos muy ambiciosos con la Humanidad que soñamos, pero hoy la que nos toca afrontar es ésta, y la están librando con arrojo y valentía desde Chrysallis y otras organizaciones afines. Y yo, con mis discrepancias ideológicas a cuestas, quiero decir aquí y ahora que me siento muy orgulloso de todas ellas y de todos ellos, y feliz de ser una pequeña parte de ese movimiento de resistencia sexual.

 

Jaime Mendia, Imanol Álvarez, Mikel Martín, José Ignacio Sánchez y otros militantes de Ehgam

 

El frente trans

“Hay niñas con pene y niños con vagina”. ¡Ya estamos!- pensé yo la primera vez que vi la campaña de Chryasllis Euskal Herria, hace un par de semanas-¡otra vez las dualidades absolutas de siempre, esas que inexorablemente aparecen cuando te topas con el activismo trans! (salvo unas pocas excepciones, que las hay). Que si hombre/mujer, que si pene/vagina, que si cis/trans, que si homo/hetero… Me dije que debería escribir algo al respecto, pero confieso que me pudo la pereza; eso sí, mentalmente repasé todos los argumentos clásicos en estos debates: que las personas no se dividen en compartimentos estancos, que las identidades de cada persona son variables en el tiempo, que si… Que puedes hacer una lista de dos, diez, cien, mil o diez mil características físicas de un cuerpo humano; que puedes clasificar a toda la Humanidad según estas características, y que así podrás formar miles de grupos de personas; y que si a uno de estos grupos le das poder sobre los otros (por ejemplo, al grupo de personas con el ombligo alargado de arriba abajo frente a las demás tipologías de ombligos), automáticamente y en muy poco tiempo aparecerán identidades ligadas a estos rasgos físicos y, con ellas, las relaciones de poder dentro del grupo e intergrupos. Que el hecho de separar a los seres humanos en dos grupos estancos y establecer una relación de poder entre ellos, es un hecho político y no natural, que responde a la necesidad del sistema de perpetuarse a sí mismo, ya que las personas de uno de estos dos grupos tienen necesidad de relacionarse con las del otro, pero los mecanismos para establecer estas relaciones vienen determinados por el sistema, y están controlados por éste (he ahí la fuente de su poder). Y, en definitiva, que desde el activismo de liberación sexual debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a destruir el sistema de géneros, y no en adaptarnos a él. Nuestra función es ser insumisos del género, ser disidentes sexuales en esta sociedad. Lo de siempre, sin sorpresas: el consabido debate de la identidad.

En éstas estaba -o, de hecho, lo tenía ya bastante olvidado por el transcurso de uno o dos días- cuando empecé a ser consciente de la respuesta que esta campaña estaba teniendo entre la población. Reconozco que la enorme agresividad que ha suscitado en su contra me ha sorprendido y conmocionado, y me ha obligado a mirar a mi alrededor. Leía los comentarios a la noticia en los periódicos y no me los podía creer: ¡cuánto odio hacia unos niños! El que Facebook censurara las imágenes entraba dentro de lo esperado, al fin de cuentas son americanos y sabemos lo gilipollas que son para estos temas (no deja de resultar divertido que censuren un dibujo y no les importe el mensaje), y que el cristofascismo hiciera ladrar a sus huestes nacional-católicas tampoco puede sorprender a nadie, a fin de cuentas ahí tienen a sus obispos, sus medios de comunicación, su financiación estatal…,pero que en nuestras ciudades vascas los carteles hayan sido atacados y destruidos no me lo esperaba, sinceramente. Yo creo que de todo,  ésto es lo que más me ha dolido, porque lo ha hecho gente de nuestro alrededor, personas con las que te cruzas por la calle a diario. ¿Cómo puede herirlas tanto el hecho de recordarles que todavía hay niñas y niños que sufren por nuestro comportamiento, y que ese sufrimiento es fácil de evitar, hasta el punto de obligarlas a reaccionar de un modo tan violento? ¿Qué comportamiento puedes esperar de estas personas si se encuentran con una niña o un niño en estas circunstancias?

Como militante de EHGAM y activista gay que he sido a lo largo de las últimas décadas, soy capaz de reconocer que el frente de nuestra lucha se ha desplazado desde los derechos de gays y lesbianas a los de las personas transexuales. Hace unos 10 años participamos como Ehgam, junto a otros grupos de Euskal Herria, en el inicio en nuestra tierra de la lucha por la despatologización de la transexualidad, en el movimiento que se llamó STOP TRANS-Patologización 2012 (entonces hablábamos de que “disforia es homofobia”), pero incluso esas campañas no recibieron una respuesta tan hostil como esta última de Chrysallis EH. Las causas son varias: sin duda, la crisis ha derechizado nuestra sociedad; los reaccionarios se han repuesto ya del shock inicial que les produjo la aprobación de la ley de matrimonio de personas del mismo sexo,  y ahora están organizados y activados; el movimiento de liberación sexual está más débil de lo que ha estado nunca en las últimas décadas; poner en duda el género supone un ataque mucho más intenso contra el sistema heteropatriarcal que aceptar la homosexualidad masculina (en relación con esta idea  habría que estudiar, en primer lugar, cómo y por qué ha prácticamente desaparecido del imaginario popular la imagen del mariquita plumero, parece como si la aceptación social de la homosexualidad masculina se haya hecho asegurando que ésta no pone en jaque los roles de género, y después por qué razón la homosexualidad femenina ni está, ni se la espera).  Y por último está el tema de que la campaña de Chrysallis EH va dirigida a niñas y niños, ya que los creyentes se consideran los únicos con derecho -divino- a moldear las mentes infantiles a sus intereses.

Sé que aún nos quedan muchos frentes por abrir, y muchas batallas por ganar, porque somos muy ambiciosos con la Humanidad que soñamos, pero hoy la que nos toca afrontar es ésta, y la están librando con arrojo y valentía desde Chrysallis y otras organizaciones afines. Y yo, con mis discrepancias ideológicas a cuestas, quiero decir aquí y ahora que me siento muy orgulloso de todas ellas y de todos ellos, y feliz de ser una pequeña parte de ese movimiento de resistencia sexual.

 

Jaime Mendia (EHGAMkidea)

junto con Imanol Álvarez, Mikel Martín,  José Sánchez y otros militantes de Ehgam

“Hay niñas con pene y niños con vagina”. ¡Ya estamos!- pensé yo la primera vez que vi la campaña de Chryasllis Euskal Herria, hace un par de semanas-¡otra vez las dualidades absolutas de siempre, esas que inexorablemente aparecen cuando te topas con el activismo trans! (salvo unas pocas excepciones, que las hay). Que si hombre/mujer, que si pene/vagina, que si cis/trans, que si homo/hetero… Me dije que debería escribir algo al respecto, pero confieso que me pudo la pereza; eso sí, mentalmente repasé todos los argumentos clásicos en estos debates: que las personas no se dividen en compartimentos estancos, que las identidades de cada persona son variables en el tiempo, que si… Que puedes hacer una lista de dos, diez, cien, mil o diez mil características físicas de un cuerpo humano; que puedes clasificar a toda la Humanidad según estas características, y que así podrás formar miles de grupos de personas; y que si a uno de estos grupos le das poder sobre los otros (por ejemplo, al grupo de personas con el ombligo alargado de arriba abajo frente a las demás tipologías de ombligos), automáticamente y en muy poco tiempo aparecerán identidades ligadas a estos rasgos físicos y, con ellas, las relaciones de poder dentro del grupo e intergrupos. Que el hecho de separar a los seres humanos en dos grupos estancos y establecer una relación de poder entre ellos, es un hecho político y no natural, que responde a la necesidad del sistema de perpetuarse a sí mismo, ya que las personas de uno de estos dos grupos tienen necesidad de relacionarse con las del otro, pero los mecanismos para establecer estas relaciones vienen determinados por el sistema, y están controlados por éste (he ahí la fuente de su poder). Y, en definitiva, que desde el activismo de liberación sexual debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a destruir el sistema de géneros, y no en adaptarnos a él. Nuestra función es ser insumisos del género, ser disidentes sexuales en esta sociedad. Lo de siempre, sin sorpresas: el consabido debate de la identidad.

En éstas estaba -o, de hecho, lo tenía ya bastante olvidado por el transcurso de uno o dos días- cuando empecé a ser consciente de la respuesta que esta campaña estaba teniendo entre la población. Reconozco que la enorme agresividad que ha suscitado en su contra me ha sorprendido y conmocionado, y me ha obligado a mirar a mi alrededor. Leía los comentarios a la noticia en los periódicos y no me los podía creer: ¡cuánto odio hacia unos niños! El que Facebook censurara las imágenes entraba dentro de lo esperado, al fin de cuentas son americanos y sabemos lo gilipollas que son para estos temas (no deja de resultar divertido que censuren un dibujo y no les importe el mensaje), y que el cristofascismo hiciera ladrar a sus huestes nacional-católicas tampoco puede sorprender a nadie, a fin de cuentas ahí tienen a sus obispos, sus medios de comunicación, su financiación estatal…,pero que en nuestras ciudades vascas los carteles hayan sido atacados y destruidos no me lo esperaba, sinceramente. Yo creo que de todo,  ésto es lo que más me ha dolido, porque lo ha hecho gente de nuestro alrededor, personas con las que te cruzas por la calle a diario. ¿Cómo puede herirlas tanto el hecho de recordarles que todavía hay niñas y niños que sufren por nuestro comportamiento, y que ese sufrimiento es fácil de evitar, hasta el punto de obligarlas a reaccionar de un modo tan violento? ¿Qué comportamiento puedes esperar de estas personas si se encuentran con una niña o un niño en estas circunstancias?

Como militante de EHGAM y activista gay que he sido a lo largo de las últimas décadas, soy capaz de reconocer que el frente de nuestra lucha se ha desplazado desde los derechos de gays y lesbianas a los de las personas transexuales. Hace unos 10 años participamos como Ehgam, junto a otros grupos de Euskal Herria, en el inicio en nuestra tierra de la lucha por la despatologización de la transexualidad, en el movimiento que se llamó STOP TRANS-Patologización 2012 (entonces hablábamos de que “disforia es homofobia”), pero incluso esas campañas no recibieron una respuesta tan hostil como esta última de Chrysallis EH. Las causas son varias: sin duda, la crisis ha derechizado nuestra sociedad; los reaccionarios se han repuesto ya del shock inicial que les produjo la aprobación de la ley de matrimonio de personas del mismo sexo,  y ahora están organizados y activados; el movimiento de liberación sexual está más débil de lo que ha estado nunca en las últimas décadas; poner en duda el género supone un ataque mucho más intenso contra el sistema heteropatriarcal que aceptar la homosexualidad masculina (en relación con esta idea  habría que estudiar, en primer lugar, cómo y por qué ha prácticamente desaparecido del imaginario popular la imagen del mariquita plumero, parece como si la aceptación social de la homosexualidad masculina se haya hecho asegurando que ésta no pone en jaque los roles de género, y después por qué razón la homosexualidad femenina ni está, ni se la espera).  Y por último está el tema de que la campaña de Chrysallis EH va dirigida a niñas y niños, ya que los creyentes se consideran los únicos con derecho -divino- a moldear las mentes infantiles a sus intereses.

Sé que aún nos quedan muchos frentes por abrir, y muchas batallas por ganar, porque somos muy ambiciosos con la Humanidad que soñamos, pero hoy la que nos toca afrontar es ésta, y la están librando con arrojo y valentía desde Chrysallis y otras organizaciones afines. Y yo, con mis discrepancias ideológicas a cuestas, quiero decir aquí y ahora que me siento muy orgulloso de todas ellas y de todos ellos, y feliz de ser una pequeña parte de ese movimiento de resistencia sexual.

 

Jaime Mendia, Imanol Álvarez, Mikel Martín, José Ignacio Sánchez y otros militantes de Ehgam

 

Acusan a ‘The Assignment’ de transfobia por plasmar la reasignación de sexo como castigo

Varios colectivos LGTB acusan a la nueva película de Michelle Rodríguez de presentar este tratamiento médico como un “golpe sensacionalista”

Michelle Rodríguez, durante su caracterización en ‘The Assignment’

La organización estadounidense GLAAD, dedicada a señalar la discriminación sexual en los medios audiovisuales, ha vuelto a poner a Hollywood en el centro de la diana. La película The Assignment, dirigida por Walter Hill (guionista de Alien y Deadwood) y protagonizada por Michelle Rodríguez, ha sido acusada por varios colectivos LGTBI de promover la transfobia.

El argumento ha levantado polvareda desde el pasado verano, cuando el filme se presentó en el festival de cine de Toronto TIFF. Rodríguez se mete en la piel de un sanguinario asesino que es capturado por una cirujana con sed de venganza, interpretada por Sigourney Weaver. Como castigo, la doctora someterá al criminal a una reasignación de sexo que le transforme (solo en apariencia) en una mujer.

“Es triste ver cómo un director convierte un tratamiento médico destinado a salvar vidas en un golpe de efecto sensacionalista”, dijo GLAAD en una entrevista con The Hollywood Reporter. La plataforma de activistas ya criticó el año pasado a La chica danesa por la elección del actor Eddie Redmayne para interpretar a una mujer transgénero. Pero en el caso de The Assignment denuncian el tono general de la película, desde el título (que en un principio iba a ser  Tomboy, o marimacho) hasta la operación de cambio de sexo como castigo.

Cambio de sexo “para dar una lección”

Hace dos años, GLAAD lanzó un estudio que denunciaba que Hollywood da una imagen “en general grotesca” del colectivo LGTBI. Y, si bien otras películas como La piel que habito salieron victoriosas con esta temática, la última de Hill ha fracasado también entre la crítica.

“No se conformaron con hacer una película basura, también incluyen largos planos de desnudos gratuitos (como el de Rodríguez examinando su vagina mientras grita ‘¡NO!’)”, dicen en la reseña de The Guardian, donde Bemjamin Lee muestra su indignación directamente porque hayan permitido rodar  The Assignment.

Por su parte, la protagonista Michelle Rodríguez quiso calmar las aguas en una entrevista con TMZ. “Soy bisexual y nunca haría nada que dañara la comunidad LGTB”, decía la actriz. Ella también fue objeto de críticas en su día tras publicar en Instagram una foto siendo caracterizada junto al siguiente texto:  “[El personaje de Weaver] es una doctora trastornada que decide quitarle la hombría a mi personaje con un cambio de sexo para enseñarle una lección”.

Aún así, insistió en que la película no suponía un ataque contra la comunidad LGTBI porque “nadie tiene la patente de los cambios de sexo, y en la película es un acto de venganza. No un viaje emocional o psicológico”. La polémica continúa, pero The Assignment tiene previsto su estreno en nuestro país a lo largo de este año.

EL FRENTE TRANS

Hay niñas con pene y niños con vagina». ¡Ya estamos! –pensé yo la primera vez que vi la campaña de Chryasllis Euskal Herria, hace un par de semanas– ¡Otra vez las dualidades absolutas de siempre, esas que inexorablemente aparecen cuando te topas con el activismo trans! (salvo unas pocas excepciones, que las hay).

Que si hombre/mujer, que si pene/vagina, que si cis/trans, que si homo/hetero… Me dije que debería escribir algo al respecto, pero confieso que me pudo la pereza; eso sí, mentalmente repasé todos los argumentos clásicos en estos debates: que las personas no se dividen en compartimentos estancos, que las identidades de cada persona son variables en el tiempo, que si… Que puedes hacer una lista de dos, diez, cien, mil o diez mil características físicas de un cuerpo humano; que puedes clasificar a toda la Humanidad según estas características, y que así podrás formar miles de grupos de personas; y que si a uno de estos grupos le das poder sobre los otros (por ejemplo, al grupo de personas con el ombligo alargado de arriba abajo frente a las demás tipologías de ombligos), automáticamente y en muy poco tiempo aparecerán identidades ligadas a estos rasgos físicos y, con ellas, las relaciones de poder dentro del grupo e intergrupos. Que el hecho de separar a los seres humanos en dos grupos estancos y establecer una relación de poder entre ellos, es un hecho político y no natural, que responde a la necesidad del sistema de perpetuarse a sí mismo, ya que las personas de uno de estos dos grupos tienen necesidad de relacionarse con las del otro, pero los mecanismos para establecer estas relaciones vienen determinados por el sistema, y están controlados por este (he ahí la fuente de su poder). Y, en definitiva, que desde el activismo de liberación sexual debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a destruir el sistema de géneros, y no en adaptarnos a él. Nuestra función es ser insumisos del género, ser disidentes sexuales en esta sociedad. Lo de siempre, sin sorpresas: el consabido debate de la identidad.

En estas estaba –o, de hecho, lo tenía ya bastante olvidado por el transcurso de uno o dos días– cuando empecé a ser consciente de la respuesta que esta campaña estaba teniendo entre la población. Reconozco que la enorme agresividad que ha suscitado en su contra me ha sorprendido y conmocionado, y me ha obligado a mirar a mi alrededor. Leía los comentarios a la noticia en los periódicos y no me los podía creer: ¡cuánto odio hacia unos niños! El que Facebook censurara las imágenes entraba dentro de lo esperado, al fin de cuentas son americanos y sabemos lo gilipollas que son para estos temas (no deja de resultar divertido que censuren un dibujo y no les importe el mensaje), y que el cristofascismo hiciera ladrar a sus huestes nacional-católicas tampoco puede sorprender a nadie, a fin de cuentas ahí tienen a sus obispos, sus medios de comunicación, su financiación estatal…, pero que en nuestras ciudades vascas los carteles hayan sido atacados y destruidos no me lo esperaba, sinceramente. Yo creo que de todo, esto es lo que más me ha dolido, porque lo ha hecho gente de nuestro alrededor, personas con las que te cruzas por la calle a diario. ¿Cómo puede herirlas tanto el hecho de recordarles que todavía hay niñas y niños que sufren por nuestro comportamiento, y que ese sufrimiento es fácil de evitar, hasta el punto de obligarlas a reaccionar de un modo tan violento? ¿Qué comportamiento puedes esperar de estas personas si se encuentran con una niña o un niño en estas circunstancias?

Como militante de Ehgam y activista gay que he sido a lo largo de las últimas décadas, soy capaz de reconocer que el frente de nuestra lucha se ha desplazado desde los derechos de gays y lesbianas a los de las personas transexuales. Hace unos 10 años participamos como Ehgam, junto a otros grupos de Euskal Herria, en el inicio en nuestra tierra de la lucha por la despatologización de la transexualidad, en el movimiento que se llamó Stop Trans-Patologización 2012 (entonces hablábamos de que «disforia es homofobia»), pero incluso esas campañas no recibieron una respuesta tan hostil como esta última de Chrysallis EH. Las causas son varias: sin duda, la crisis ha derechizado nuestra sociedad; los reaccionarios se han repuesto ya del shock inicial que les produjo la aprobación de la ley de matrimonio de personas del mismo sexo, y ahora están organizados y activados; el movimiento de liberación sexual está más débil de lo que ha estado nunca en las últimas décadas; poner en duda el género supone un ataque mucho más intenso contra el sistema heteropatriarcal que aceptar la homosexualidad masculina (en relación con esta idea habría que estudiar, en primer lugar, cómo y por qué ha prácticamente desaparecido del imaginario popular la imagen del mariquita plumero, parece como si la aceptación social de la homosexualidad masculina se haya hecho asegurando que esta no pone en jaque los roles de género, y después por qué razón la homosexualidad femenina ni está, ni se la espera). Y por último está el tema de que la campaña de Chrysallis EH va dirigida a niñas y niños, ya que los creyentes se considera los únicos con derecho –divino– a moldear las mentes infantiles a sus intereses.

Sé que aún nos quedan muchos frentes por abrir, y muchas batallas por ganar, porque somos muy ambiciosos con la Humanidad que soñamos, pero hoy la que nos toca afrontar es esta, y la están librando con arrojo y valentía desde Chrysallis y otras organizaciones afines. Y yo, con mis discrepancias ideológicas a cuestas, quiero decir aquí y ahora que me siento muy orgulloso de todas ellas y de todos ellos, y feliz de ser una pequeña parte de ese movimiento de resistencia sexual.

JAIME MENDIA
EHGAM