Bilboko Gordoniz kaleko Baserri tabernak bi neskak bota ditzute, elkarrekin lantzantzeagatik.

Bilboko sexu askapenerako elkarteek musukada batera deitu dute, gaur larunbata 24an, arratsaldeko 19etan, Etxaniz suhiltzailaren plazan.

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Carolina eta Patricia

Bi neskak, afaltzeko asmoarekin tabernan zeudela,, lokaleko jabeak lehenago publikoki ondo portatzeko eta gero tabernatik joateko eskatu zien,

BERRIA MEDIOETAN;

 

 

 

 

Bilboko Gordoniz kaleko Baserri tabernak bi neskak bota ditzute, elkarrekin lantantzeagatik.

Bilboko sexu askapenerako elkarteek musukada batera deitu dute, gaur larunbata 24an, arratsaldeko 19etan, Etxaniz suhiltzailaren plazan.

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Carolina eta Patricia

Bi neskak, afaltzeko asmoarekin tabernan zeudela, lokaleko jabeak lehenago publikoki ondo portatzeko eta gero tabernatik joateko eskatu zien,

BERRIA MEDIOETAN;

ELKARRETERATZEKO ARGAZKIAK

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«Nos echaron por darnos un abrazo, estoy indignada»

Patricia y su pareja Carolina fueron expulsadas de un bar de Gordoniz del que son habituales por sus muestras de cariño

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Carolina y Patricia, delante del Teatro Arriaga. / E. C.

Patricia y Carolina viven ese momento de las relaciones en que todo es perfecto. Comenzaron su historia en mayo y todo parece ir viento en popa. Patricia, palentina, lleva dos años en Bilbao, y Carolina es «de Barakaldo de toda la vida». La primera nunca ha tenido problema con su condición sexual: le gustan las chicas, y aunque reconoce que le cuesta mencionar la palabra «lesbiana», desde los 18 años vive a su manera apoyada por su familia. Pero a veces, sin esperarlo, algunas situaciones te sacuden como una bofetada. Las dos fueron el jueves al Bar Baserri, en Gordoniz, donde Patricia acude habitualmente. Tras tomar unas bebidas, decidieron cenar de pintxos, ya que Carolina debía tomar una medicación porque padece una enfermedad autoinmune, pero la sorpresa que recibieron les dejó de piedra.

«Cuando fuimos a la barra la camarera cogió el teléfono y, acto seguido, nos dijo que su jefa, que nos estaba observando por las cámaras, le acababa de pedir que nos cortáramos», explicó la joven. «Me quedé alucinada. Le pregunté a la camarera, con la que tengo amistad, si me estaba gastando una broma y me dijo que no, así que pedí la hoja de reclamaciones. No estábamos haciendo nada, como mucho nos dimos algún abrazo», añadió. Pero la historia no terminó ahí. La empleada, al ver que Patricia quería reclamar, volvió a llamar a la propietaria. «Le dijo que acabáramos de beber lo que estábamos tomando y nos fuéramos», dijo la afectada, que quiere recalcar que la camarera nada tiene que ver con el asunto. «Carolina fue a cenar a otro lugar ya que de seguido entraba a trabajar, y yo de mientras puse la queja y acudí a la Policía Local a presentar una denuncia», señaló.

‘Besada’ de protesta

Patricia, «indignada» por lo ocurrido, se armó de valor ayer y publicó lo ocurrido en las redes sociales. Más de 6.000 personas compartieron la denuncia de las dos jóvenes. «Este tipo de actos no se pueden tolerar, me siento muy dolida y frustrada. Llevo toda la vida luchando contra los estereotipos, como para tener que aguantar esto en pleno siglo XXI». La mujer vive su sexualidad «como me da la gana. Mi familia me apoya y desde los 18 años estoy fuera del armario. No estábamos haciendo nada indecoroso, ni molestando a nadie… no entiendo cómo puede suceder esto». En la confianza de que su denuncia no caiga en saco roto, se siente del todo apoyada por sus amigos y las personas que han alzado la voz a través de Facebook, aunque reconoce que «me hace falta el abrazo de alguien. Sé que tengo a mucha gente, pero lo he pasado muy mal desde que ocurrió esto. No voy a permitir que nadie rompa mi tranquilidad. Yo tengo que soportar muchas cosas que no me gustan y no digo nada».

Este periódico contactó ayer con el establecimiento, pero no obtuvo explicación sobre lo ocurrido. En cambio, otros bares de Bilbao que también se llaman Baserri quisieron lanzar un mensaje en apoyo a la pareja. Cientos de personas que han conocido la historia por las redes sociales se han movilizado para realizar una ‘besada’ hoy mismo a las 19.00 horas en la plaza Bombero Etxaniz en protesta por lo ocurrido. «Sabía que todo esto iba a tener repercusión, pero no tanto. Solo quiero respeto y una disculpa», zanja Patricia.

Sexo seguro sin preservativo

Un buen uso de la medicación antiviral en parejas en las que uno de los dos tiene el VIH consigue de forma natural 150 nacimientos de niños sin el virus

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Raúl y Eva, pareja que ha participado en el ensayo sobre parejas con VIH, el miércoles pasado en el Centro Sandoval. SAMUEL SÁNCHE

Tres paneles de corcho ocupan las paredes del despacho del médico Jorge del Romero en el Centro Sanitario Sandoval de Madrid. Son tres enormes marcos llenos de fotos de los más de 150 niños que han nacido sanos gracias a un protocolo que empezó en 2002. Pero Sandoval no es una clínica ginecológica; está especializada en enfermedades de transmisión sexual, y el logro es que se trata de bebés nacidos de parejas en las que uno de los dos, el padre o la madre, tiene el VIH, pero que fueron concebidos y alumbrados naturalmente sin que haya habido infecciones entre la pareja o a los hijos sin más protección que el control de la medicación antiviral.

“Nosotros no usamos protección desde que ella empezó el tratamiento, en 1996 o 1997”, dice Raúl quien, como los demás participantes en el ensayo que se han entrevistado, usa un nombre falso, que el estigma del VIH aún impone. Aquella decisión encontró acomodo después en el programa que en 1998 empezó Romero para impedir la transmisión del virus entre parejas en las que uno de los dos estaba infectado, y que se amplió al aspecto reproductivo en 2002. “Nosotros no decimos que no se use el preservativo, pero si no lo vas a utilizar, no te juzgamos y te decimos la mejor manera de protegerte”, explica el médico.

Raúl y Eva, su pareja, han tenido dos hijos: el primero, con VIH, antes de recibir medicación; el segundo, sin el virus, cuando ya la madre tomaba antivirales. Sin que salgan sus nombres, ellos son protagonistas del artículo que acaba de publicar el equipo de Romero en Medicine, en el que documentan 144 embarazos desde 2002 a 2013 en 161 parejas serodiscordantes (uno con VIH, otro sin él) después de más de 7.000 coitos vaginales sin protección y “con cero transmisiones entre los progenitores y cero a los niños”, como recalca el médico.”Al principio de tener relaciones sin protección, yo no las tenía todas conmigo. Tenía miedo por él, no le fuera a transmitir algo”, dice la mujer. Raúl, sonriente, rebate: “Yo siempre estuve tranquilo. Y no me ha pegado ni un catarro”.

Otra de las protagonistas de este trabajo es Marta, de 41 años, 13 de ellos con VIH. La mujer es madre de dos hijos concebidos y nacidos de forma natural y sin el virus.  “Cuando te enteras de que tienes el VIH es un choque terrible; ni te planteas la maternidad”, dice. “Pero en 2007 nos enteramos de lo que hacían en Sandoval, y nos dijeron que estando en tratamiento con el virus controlado el riesgo de transmisión disminuye a cero, y nos animamos”, cuenta. “Te cambia la vida. Te la simplifica mucho, y no solo a ti misma, también a tu pareja. Yo confié en Jorge inmediatamente, y tuve la suerte de que mi chico también lo hizo”, añade.

La idea de poder tener relaciones con normalidad es muy importante, aunque para la mayoría de las parejas parezca algo resuelto, como mucho usando la píldora si no se quieren tener hijos. Pero, para estas parejas, es un paso más. “Yo me enteré de que tenía VIH cuando estaba embarazada del primero de mis hijos”, cuenta Eva. Era 1992, y en aquella época “las expectativas eran muy malas”. “Al nacer el niño, nos dijeron que disfrutáramos de él, que tenía una expectativa de cinco años de vida”. Ahora, con un aspecto inmejorable a los 51 años, su problema de cara a las relaciones ya no es tanto el VIH como la menopausia, dice Eva entre risas.

“Al principio, cuando le hacían controles a mi pareja, reconozco que tenía cierta cosilla en la tripa”, afirma Marta. Ellos entraron en el programa poco a poco. “Solo teníamos relaciones sin protección para tener niños; de resto, usábamos condón. Luego te relajas”.

Cero transmisiones

Ese era el protocolo original: se medía la carga viral (las copias de virus) en la sangre y otros fluidos, se comprobaba que las personas no tenían ninguna otra enfermedad de transmisión sexual y, en los días de mayor fertilidad, tenían las relaciones desprotegidas. Aquellas prácticas, revolucionarias hace 15 años, han permitido, con artículos como el que se acaba de publicar y otros anteriores, que se llegue al que ha sido el gran cambio en el tratamiento de la epidemia del VIH en el mundo: que medicar a los afectados es la mejor prevención para la propagación del virus. Así lo aceptan ya todas las autoridades científicas, y eso supone que en países como España ya se medique a los infectados desde el momento en que reciben el diagnóstico. La Organización Mundial de la Salud también apoya ya ese abordaje, aunque los fármacos solo llegan al 50% de quienes los necesitan.

“Hace unos años costaba lanzar este mensaje, porque parecía que estábamos animando a la gente a dejar el preservativo alegremente, y este tiene un papel de protección ante otras enfermedades de transmisión sexual”, afirma Romero. “Pero con el VIH la evidencia es clara: sin medicación es un desastre; con ella, tenemos cero transmisiones. Va a ser la manera de frenar el sida”.

Y AHORA, LAS PAREJAS GAIS

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Jorge del Romero en su despacho del Centro Sandoval de Madrid el miércoles. SAMUEL SÁNCHEZ

EMILIO DE BENITO, MADRID

Cuando las grandes agencias mundiales, como la OMS, hablan de medidas efectivas para frenar la transmisión del VIH, piensan, sobre todo, en las relaciones heterosexuales, que son la causa de más del 90% de los nuevos casos en el mundo. Pero en los países occidentales, más del 50% se da en hombres que tienen sexo con hombres. Y hacia ellos se dirige ya, también, el programa de asesoría a parejas del Centro Sandoval de Madridque dirige Jorge del Romero.

“Cuando empezamos, no podíamos incluirlos porque, al menos los que acuden aquí, tienen características especiales: sus relaciones duran menos y muchas son parejas abiertas”, explica el médico. Este último hecho hacía imposible medir si había transmisión del VIH entre ellos, porque este podía venir de un tercero. Pero los avances en las técnicas y la incorporación de marcadores genéticos ahora permite hacer ese seguimiento, y el programa ya incluye a parejas serodiscordantes (unos con VIH, otro sin él) de hombres. “Si hay una transmisión, podemos saber la fuente”, dice Romero.

Aunque el programa acaba de empezar las conclusiones van exactamente en la misma dirección que las obtenidas entre parejas heterosexuales, y ello pese a que hay diferencias (la mucosa anal no es igual que la vaginal): no ha habido ninguna transmisión cuando el componente con VIH está bien medicado, toma las pastillas diariamente y, gracias a su efecto, la cantidad de virus en su sangre, que es lo que se mide, se considera indetectable. “Era lo lógico, pero había que probarlo”, dice el médico.