Una modelo transexual gana por primera vez el programa ‘Next top model’

Loiza Lamers

Loiza Lamers

Desde que hace 12 años comenzase a emitirse en Estados Unidos, ‘Next top model’ ha sido uno de los programas que más ha trabajado para romper determinadas barreras y estereotipos en una industria como la moda en la que la percepción de la belleza y los estándares estilísticos están siempre en el punto de mira.

Tras haber participado toda clase de personas de diferentes tipos, edades y razas, algunas discapacitadas y otras con diversas enfermedades, la edición holandesadel programa ha dado un paso más en su lucha por la diversidad erigiendo ganadora por primera vez en toda su historia a una modelo transexual.

Loiza Lamers una joven peluquera y maquilladora de 20 años de edad, se alzo así con el primer puesto en la octava temporada del programa holandés siguiendo los pasos de Isis King quien fue la primera modelo transgénero en presentarte a este concurso en Estados Unidos en el año 2008, aunque ella no llegó a ganar su edición.

Sin embargo, y a pesar de que ahora mismo dice sentirse “muy orgullosa” de su condición, en un primer momento la joven ‘ocultó’ su cambio de sexo en el programa ya que no estaba segura de cual sería la reacción del público.

Finalmente, tras 10 episodios y 15 contrincantes, Loiza se hizo con el primer puesto cuyo premio principal (además de un cheque de 50.000 euros) es el contrato con dos agencias de modelos de primer nivel de Estados Unidos y Holanda.

La primera ‘miss’ transexual

En España, la semana pasada Ángela Ponce hacia también historia al convertirse en la primera persona transexual en aspirar a la corona de ‘Miss World Spain’. Aunque la joven no logró entrar entre las 10 finalistas del certamen y fue por tanto eliminada, su presencia en el concurso fue una de las más ovacionadas e incluso fue nombrada la ‘miss’ favorita de los patrocinadores de la gala.

Aunque es Sevillana de nacimiento, Ángela represento a Cádiz en el certamen y dentro del concurso apadrinó a la Fundación Daniela, dedicada a lasensibilización del colectivo transexual y transgénero.

Orgía salvaje de Marc Jacobs

Marc Jacobs

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El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas

Marc Jacobs es la comidilla estos días de esa ciudad que no descansa en las 24 horas. El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas. En su apartamento había psicotrópicos y metanfetaminas aunque él confesó que solo ‘consumió’ sexo. No es su primer escándalo sexual transmitido por las redes sociales. Pero esta vez, sus efectos han provocado que cancele su cuenta en Grindr.

Homofobia en las aulas: “Me planteé acabar con mi vida en más de una ocasión”

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La Unesco ha calificado el acoso homofóbico como un “problema universal”

Saph Rodríguez ni siquiera era consciente de su orientación sexual cuando recibió los primeros insultos. A los 13 años sus padres decidieron cambiarla de instituto porque varios alumnos le propinaron una paliza al grito de “bollera” y “marimacho”. Pero las agresiones, que habían empezado “desde muy pequeña”, continuaron. Ahora, esta asturiana de 24 años ofrece charlas sobre diversidad afectivo sexual en colegios. “Sufrí acoso porque no seguía las normas establecidas, entre los insultos siempre se encontraba la palabra lesbiana”, relata, “pero de mi sexualidad me di cuenta más tarde, con 17 o 18 años”.

Como Saph, son varios los niños y niñas lesbianas, gays o transexuales (o que escapan de los patrones habituales de feminidad o masculinidad) que sufren agresiones por parte de otros compañeros debido a su orientación sexual o identidad de género. Aunque no hay datos oficiales, algunos estudios como el informe elaborado en 2012 por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), revelan en base a una muestra -pequeña, de 325 personas- que un 57% de los jóvenes LGTB ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica en el ámbito educativo.

En ocasiones, la situación llega a un punto insoportable para los propios menores. Con la voz entrecortada al otro lado del teléfono, Saph confiesa que “en más de una ocasión me planteé acabar con mi vida”. “Llegué a pensar que era yo la que tenía la culpa, que algo hacía mal para que la gente no me aceptara”, recuerda.

Según el estudio de la FELGTB, que recopila casi una veintena de estudios realizados a lo largo de siete años, el 43% de los jóvenes LGTB que sufre o ha sufrido acoso ha llegado a pensar en acabar con su vida, un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado en una o varias ocasiones.

El estudio corrobora que, en los últimos años, se ha logrado un avance importante y la aceptación de la diversidad sexual entre los jóvenes “es bastante alta”. Sin embargo, el acoso homofóbico sigue siendo una realidad con consecuencias: un 75% de los jóvenes ha sido testigo de agresiones en forma de rumores, insultos o burlas y el 6,4% ha presenciado palizas.

“Un problema universal”

Que el riesgo de suicidio “es mucho mayor entre adolescentes y jóvenes que no son heterosexuales o son trans” es una de las principales conclusiones que se extraen del  protocolo presentado el pasado lunes por el Instituto de la Mujer con el que se pretende evitar el acoso escolar homofóbico. Algo que ha sido calificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como un “problema universal”.

“Es el más común de los tipos de acoso, está invisibilizado y no se toman medidas para acabar con él”, sostiene José Ignacio Pichardo, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del protocolo. Según el experto, el silencio es una de las principales dificultades para atajar este problema, pues solo el 18% de las víctimas se lo ha contado a sus padres o profesores, debido, en muchos casos, al miedo, rechazo o vergüenza a reconocer una orientación sexual o de género.

“Fue algo que llevé en secreto, sentía que no tenía apoyo y era algo que no entendía”, declara Saph, que nunca se lo contó a otros compañeros de clase. El papel del resto de alumnos puede ser fundamental. Sin embargo, los expertos identifican otro escollo que hace que suelan mirar para otro lado y no intervenir. Es lo que llaman el miedo al “contagio del estigma”, que no solo se proyecta sobre los chicos y chicas LGTB, “sino también sobre las personas que salen en su defensa”, explica Pichardo.

El Consejo Escolar del Estado pide planes de igualdad

Ahora Saph recorre los colegios de Gijón con la asociación Xega para hablar de diversidad sexual y “resolver dudas a los alumnos porque hay muchos que no saben de la existencia de otras realidades”. Sin embargo, su organización solo pisa las aulas de los centros que voluntariamente lo solicitan. La mayoría, dice Saph, son públicos. “Algunos católicos lo piden, pero suele haber una atmósfera de desinterés”, analiza.

Para Kika Fumero, profesora de un instituto público de Tenerife, el problema es que el tratamiento de la afectividad y la diversidad sexual se convierte en una decisión de los propios profesores o los centros. Ella ha impulsado un proyecto de inclusión con una tutoría en la que recibe al alumnado LGTB con problemas, entrega material a los tutores o da charlas sobre ello. Sin embargo, es una excepción. “La mayoría del profesorado no se forma en esto ni la diversidad sexual se incluye en las escuelas de forma transversal”, denuncia Kika.

Eso a pesar de que en 2007 el Consejo Escolar del Estado demandó la promoción de “planes de igualdad y de educación afectivo-sexual en las escuelas”. “Si queremos que esto se incluya en las aulas debe haber una apuesta política”, explica Pichardo, que asegura que algunas comunidades como Andalucía y Extremadura “han desarrollado instrumentos específicos contra este tipo de discriminación”. Por eso, el protocolo que ha coordinado pide la creación de un Plan Estatal contra el Acoso, que incluya expresamente la prevención de la homofobia y la transfobia y observatorios que velen por su cumplimiento.

¿Se puede ser homosexual y sacerdote?

La clamorosa salida del armario del teólogo Krysztof Charamsa ha sacudido a la Iglesia. El obispo vasco Juan María Uriarte analiza la cuestión del celibato en un libro

El sacerdote polaco Krysztof Charamsa pasea con su compañero Eduard Planas por las calles de Roma

El sacerdote polaco Krysztof Charamsa pasea con su compañero Eduard Planas por las calles de Roma. / AFP

El cura y teólogo polaco Krysztof Olaf Charamsa realizó una espectacular salida del armario un día antes de que se iniciara en Roma el Sínodo sobre la Familia, haciendo pública su homosexualidad y presentando a su pareja sentimental, el catalán Eduard Planas. Fue una bomba. El sacerdote, de 43 años, era secretario de la prestigiosa Comisión Teológica Internacional en el seno de un organismo del Vaticano que se encarga de vigilar el respeto al dogma católico, alto funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el dicasterio que se ocupa de promover la fe y la moral en el mundo católico– y profesor de la emblemática Pontificia Universidad Gregoriana. De inmediato fue expulsado de estos puestos. Ahora, el obispo de Pelpin, la diócesis polaca a la que pertenece, le acaba de suspender del ejercicio del sacerdocio aplicándole las normas del Código de Derecho Canónico. Al margen de la oportunidad de su acción, utilizada por los enemigos del Papa para sabotear sus reformas, el caso ha devuelto a la actualidad una pregunta habitual. ¿Puede ser sacerdote un homosexual? La Iglesia católica no lo permite porque la normativa, revisada en 2005, sigue aduciendo el compromiso del celibato y el voto de castidad como dos obstáculos insalvables, ahora no negociables.

La identidad del sacerdocio, así como la esencia de su formación, arrastra una larga tradición en el magisterio de la Iglesia, que ha discutido cuestiones muy delicadas y algunas han terminado siendo modificadas. Se abordó en el Concilio Vaticano II y hay una encíclica, la ‘Sacerdotalis caelibatus’ –promulgada por Pablo VI en 1967–, que trata la cuestión del celibato. También se debatió en el Sínodo de 1990 y, dos años después, Juan Pablo II publicó la exhortación apostólica ‘Pastores dabo vobis’. En el documento se reflexionaba sobre la vocación sacerdotal y la madurez afectiva de los candidatos –un concepto clave en todos los textos– , si bien no se aludía de forma explícita a la homosexualidad. Se hablaba de las inclinaciones de la afectividad y el impulso de los instintos. El tema se discute cada cierto tiempo porque cambian ‘las circunstancias’. La Congregación para la Educación Católica lo ha abordado en escritos publicados en 1970, en 1974 y en 1983.

La doctrina oficial fue actualizada por la Santa Sede el 4 de noviembre de 2005, día de San Carlos Borromeo –patrón de los seminarios y de los empleados de banca– con una Instrucción del mencionado dicasterio de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El documento afirma que el candidato al ministerio debe «alcanzar la madurez afectiva» y deja claro que no se puede admitir al seminario y a las órdenes sagradas a quienes «presentan tendencias homosexuales arraigadas, practican la homosexualidad o apoyan la cultura gay». El texto, publicado en tiempos de Benedicto XVI, lo firma el cardenal Zenon Grocholewski, por cierto, también polaco y gran canciller de la Gregoriana.

En la ‘filosofía’ que justifica esta posición se especifica que los actos homosexuales «son intrínsicamente inmorales y contrarios a la ley natural», por lo que «no pueden ser aprobados en ningún caso», algo que ya estaba recogido en la tradición de la Iglesia y en el Catecismo. Se añade que las tendencias homosexuales profundamente arraigadas en cierto número de hombres y mujeres «son objetivamente desordenadas». Hasta aquí la normativa eclesial, que deja poco margen de maniobra. ¿Es revisable esta ley eclesiástica? El tema de la homosexualidad ha desaparecido prácticamente del extenso documento final del Sínodo de la Familia. Entre los 94 puntos aprobados sólo hay una referencia en la que se pide la atención de la Iglesia para evitar cualquier injusta discriminación y para «acompañar a las familias con un miembro homosexual». Algunos padres sinodales pidieron un sínodo específico sobre este colectivo.

Antes de que se celebrara el Sínodo monseñor Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián, publicó un libro muy interesante sobre el celibato (SalTerrae) con apuntes antropológicos, espirituales y pedagógicos sobre esta cuestión. Sin mando en plaza, pero muy requerido en numerosas diócesis –también en el extranjero– para dar ejercicios espirituales a los sacerdotes, Uriarte habla sin la responsabilidad del báculo en ejercicio, pero desde su dilatada experiencia como pastor y como formador de seminaristas. Además, siempre se ha caracterizado por ofrecer una actitud abierta, alejada del rigorismo tradicionalista de otros prelados.

El obispo vizcaíno, por supuesto, defiende la opción del celibato, contestado hoy en muchos ambientes cristianos, con un tratamiento riguroso e interdisciplinar, enmarcado en el contexto cultural en el que lo viven hoy los sacerdotes, definido por algunos como una «mutilación antropológica». Sin olvidar la sangría de las secularizaciones, «una herida abierta en el costado de la Iglesia, que continúa manando, y que bastantes la interpretan como una confirmación del cuestionamiento a que está siendo sometido el celibato sacerdotal».

Monseñor Uriarte dedica en su libro un apartado a la homosexualidad, ya que «hoy no es ningún secreto que mientras la gran mayoría de los sacerdotes son netamente heterosexuales, algunos tienen tendencias homosexuales». El obispo ofrece criterios relativos al discernimiento vocacional de posibles candidatos homosexuales por lo que parte de la Instrucción de 2005. Y en ese punto sí aparece un planteamiento novedoso en pleno debate sobre los sacerdotes homosexuales y en el clima de tolerancia cero con los casos de pederastia que han sacudido a la Iglesia.

Uriarte muestra una posición más benévola que muchos de los prelados a la hora de responder a la pregunta de si un candidato homosexual debe ser admitido al ministerio sacerdotal. Y abre un portillo. El obispo, tras asumir el riesgo de interpretar la Instrucción, no ve motivos «para que candidatos homosexuales de una madurez psicológica suficiente que no tengan hábitos sexuales arraigados ni historia tortuosa sean, en principio, descartados, si cumplen todos los demás requisitos, postulados a todos los ordenados». El obispo emérito advierte de que «es preciso comprobar cuidadosamente esta madurez por los procedimientos adecuados».

Monseñor Uriarte cree que los seminaristas homosexuales «han de ser lúcidos y honestos al preguntarse hasta qué punto influye en su deseo de ser sacerdote la búsqueda de una ‘cobertura legitimadora’ de una condición sexual que no quieren desvelar», así como que ha de requerirse de ellos «una prolongada y exquista continencia, no menor que la postulada a los candidatos heterosexuales». El obispo defiende que los candidatos homosexuales aptos «suelen mostrar una sensibilidad religiosa que es, en ocasiones, incluso muy fina».

No pocos consideran que la propuesta de Juan María Uriarte es arriesgada en cuanto que los seminaristas y los monjes están obligados a vivir en un espacio masculino: el ambiente del convento y del seminario es de una convivencia estrecha y permanente con varones, y ese contexto lo hace especialmente difícil y complicado. El obispo de Fruniz, al que siempre ha guiado la prudencia, cree que es posible con candidatos que cuentan con una «contextura personal afectiva y socialmente rica». Y monseñor Uriarte es una autoridad en cuanto a la formación y compañamiento de seminaristas, con los que ha acumulado una larga experiencia.

Domínguez resalta que el nuevo decreto de Salud prevé las prestaciones para las personas transexuales

El consejero de Salud del Gobierno de Navarra, Fernando Domínguez, ha explicado que el borrador de Decreto Foral que ha elaborado su departamento, hecho público este miércoles, incluye las prestaciones reconocidas por la ley foral de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales.

Domínguez ha señalado, en respuesta a una pregunta de Geroa Bai en el pleno del Parlamento, que este borrador de Decreto incluye el diagnóstico y tratamiento médico integral, así como la atención psicológica, psicoterapuética y sexológica.

Además, el Servicio Navarro de Salud prevé elaborar un plan integral de atención a las personas transexuales en el que se recojan los servicios propios de los que dispone el Gobierno y se establezcan también los conciertos pertinentes cuando los recursos públicos no sean los adecuados.

La parlamentaria de Geroa Bai Virginia Alemán ha agradecido la respuesta del consejero y ha lamentado que hasta hoy “no ha habido ningún desarrollo reglamentario de esta ley, lo que ha ocasionado que personas del colectivo transexual navarro hayan tenido que defender sus derechos en instancias judiciales”.

Igualmente, ha felicitado al Gobierno por el borrador de Decreto presentado este miércoles, por el “avance y alcance que supone en cuanto a derechos sociales, de las mujeres y del colectivo transexual navarro”.