David Reimer, el «niño cobaya» al que criaron como una mujer hasta los 15 años

Tras perder el pene a los pocos meses de vida, un psicólogo convenció a sus padres para que le ocultaran la verdad

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David Reimer, en la imagen de un documental sobre su vida en la BBC

Brenda no supo que había nacido siendo un varón hasta que tuvo 15 años. Fue una tarde de 1980 cuando su padre, torturado por el sufrimiento que veía, le reveló el historia que habían estado manteniendo en secreto: había nacido en Canadá siendo Bruce, junto a su hermano gemelo Brian, pero una negligencia médica durante una circuncisión en 1965 había destruido sus genitales.

En un intento desesperado porque la vida de su hijo fuera satisfactoria, sus padres se pusieron en contacto con un psicólogo que aseguraba que la condición sexual no es innata, sino que es asignada mediante la educación en los primeros años de vida. Es decir, que si trataban a Bruce como Brenda, este se convertiría en una mujer plena, en vez de sufrir como un hombre sin pene. Se trataba de John Money, un psicólogo del hospital Johns Hopkins (Baltimore) famoso por sus teorías sobre el género. Además, era una oportunidad inigualable para Money de demostrar sus teorías, ya que tendría un sujeto de control: Brian, con la misma carga genética que su hermano, pero que tendría una orientación diferente.

El 3 de julio de 1967, los médicos sometieron a Bruce a una castración quirúrgica (quitándole los testículos) y le modelaron una vagina. Bruce se convirtió en Brenda a la vez que en un conejillo de indias. Mientras, las instrucciones para sus padres, Janet y Ron, fueron claras: no contarle jamás lo que había ocurrido.

Los niños fueron creciendo y la situación se fue complicando. Según contaría Janet ya en los años 90 al periodista de la revista «Rolling Stone» John Colapinto, la primera vez que trató de ponerle un vestido a Brenda intentó arrancárselo. «Recuerdo que pensé: “¡Dios mío, sabe que es un chico y no quiere que le vista como a una chica!”». Pero no solo fue aquello. Cuando su hermano jugaba a afeitarse con su padre, Brenda también quería. «Mi padre me dijo: “No, no. Tú vas con tu madre”. Me puse a llorar, “¿Por qué no puedo afeitarme también?”», contó él mismo. Desde pequeña incluso insistía en orinar de pie.

Por su parte, su gemelo identificaba a Brenda como a una hermana. «Pero ella nunca actuó como tal», reconoció al periodista de «Rolling Stone». «Si le regalaban una comba, para lo único que la usaba era para atar a la gente o para azotarla como si tuviera un látigo. Nunca la usó para su propósito real. Jugaba con mis juguetes mientras que los suyos, como una lavadora, solo los usaba para sentarse».

«Estudio John/Joan»

Sin embargo, para cuando cinco años después el doctor Money publicó el primer libro sobre el «estudio John/Joan» (como lo había bautizado) bajo el título «Man & Woman, Boy & Girl», las conclusiones que reflejaban eran las opuestas. Money aseguraba que tras haber enfatizado en el uso de la ropa femenina, Brenda ya tenía una clara preferencia por los vestidos. Que se sentía orgullosa de su pelo largo. Que por Navidades había pedido una casa de muñecas y un carrito de paseo. Que la orientación de género se había impuesto.

Para cuando Brenda llegó a la adolescencia sufría depresión y se había intentado suicidar al menos una vez. También tomaba estrógenos. Cuando el doctor Money le instó a que se sometiera a otra cirugía, se negó rotundamente. Fue entonces cuando sus padres decidieron contárselo. Fue entonces cuando Brenda pudo volver a ser un chico.Eligió de nombre «David» en honor al héroe bíblico que, desafiando todas las probabilidades, mató al gigante Goliat. Se sometió a una faloplastia y se quitó los pechos que le habían crecido gracias a las hormonas. Para cuando cumplió 23 años, se casó.

Sin embargo, su familia había quedado destrozada. Su madre Janet cayó en depresiones clínicas repetidas que requerían hospitalización. Su padre Ron se convirtió en un alcohólico. Su gemelo Brian abandonó los estudios y trató de suicidarse en varias ocasiones hasta que lo consiguió en 2002. Dos años después, con 38 años, David hacía lo mismo tras haberse divorciado años atrás de su mujer.

La historia de David Reimer saltó a la luz en 1997 gracias al doctorMilton Diamond de la Universidad de Hawai, quien convenció a David de que contar su caso ayudaría que no le ocurriera a nadie más. Meses después salía publicado también el artículo de John Colapinto que en el año 2000 se editaría en un libro titulado «Tal como la naturaleza lo hizo». La reflexión del doctor Milton Diamond fue: «Si todos estos esfuerzos médicos, quirúrgicos y sociales combinados no tuvieron éxito en hacer que este niño aceptara una identidad de género femenina entonces, tal vez, tengamos que pensar que hay algo importante en la constitución biológica del individuo».

Donde el amor es ilegal: 8 testimonios brutales que te revolverán las tripas

El fotógrafo Robin Hammond documenta historias de intolerancia, persecución y supervivencia LGTBI alrededor del mundo. Sus experiencias dejan sin habla

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Color, orgullo, desfiles, celebración y baile… pero también vejación, intolerancia, persecución y muerte.

Bajo la bandera arcoiris caben muchas realidades distintas. Algunas son vistosas, y otras… no tanto. Mientras la sociedad occidental celebra los avances en materia de derechos y visibilidad para la comunidad LGBTI, miles de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersex siguen sufriendo abusos brutales cada día en muchas regiones del mundo.

Es algo que sabemos, algo de lo que se habla a menudo, pero no es lo mismo leer un informe de Naciones Unidas, Amnistía Internacional o ILGA queescuchar el dolor quemando en las bocas de sus protagonistas.

Where Love Is Ilegal nace para dar voz y poner cara a esas víctimas, para contar las historias que aún no han sido contadas.

El fotógrafo Robin Hammond tuvo la idea de crear Where Love Is Ilegal cuando, en uno de sus frecuentes viajes por África, tuvo la oportunidad de entrevistar a cinco jóvenes nigerianos arrestados y apaleados en público por su condición homosexual.

Hammond siguió viajando por Uganda, Sudáfrica y Camerún, recolectando historias para el proyecto. Con ayuda del activista Harold Smith-Franzen, llegó a Malasia, Rusia y Líbano.

En todos los lugares escuchó testimonios tremendos, recuentos de agresiones brutales, realidades vitales que oscilaban entre la devastación total y el empoderamiento de quienes saben que su única opción es permanecer fieles a sí mismos.

“Quedé profundamente conmovido por la experiencia de escuchar estas 65 historias“, asegura Hammond en una reciente entrevista con National Geographic.

A continuación puedes leer fragmentos de ocho de los testimonios recogidos hasta el momento en Where Love Is Ilegal. El resto te esperan aquí.

Vas a necesitar estómago para digerir tanta violencia.

Jessie, Líbano.

Jessie, Líbano

“Cuando era pequeño mis padres me vieron jugando con una Barbie junto a una niña. Me golpearon. Hay tabús, y los chicos no deben jugar con las chicas. Mi padre me dijo que era como un burro, un perro. ‘Eres una desgracia para mí’, dijo…

Cuando tenía 6 o 7 años, aprovechaba cuando mi familia salía para sentarme frente del espejo y maquillarme como mi madre. En ocasiones mi familia me pillaba; entonces me insultaban y me pegaban.

Mi tió me violó cuando tenía 11 años y me dijo que no se lo contara a nadie. Me violó tres veces. Me sentí destruido. Era fuerte y me forzó a hacerlo contra mi voluntad. Cai en depresión. Fue un período horrible de mi vida. Solía gritarle y pedirle que se fuera. No podía contárselo a nadie porque no me creerían al ser él una persona religiosa.

Mi hermano siempre se ha avergonzado de mí. Aún lo está. Muchas veces a lo largo de mi vida me ha pegado e insultado. Cinco o seis veces, con el apoyo de mi padre, ha intentado matarme. Mi hermano ha intentado acuchillarme, pero nunca lo ha conseguido. Una vez mi padre intentó estrangularme, pero logré escapar… Solía llegar a la escuela con la cara llena de arañazos. Los profesores me preguntaban que había pasado. Yo lloraba y no decía nada. Estaba asustado”.

Amanda, Sudáfrica.

Amanda, Sudáfrica

“Mi nombre es Amanda. Soy lesbiana. En 2007 fui violada mientras viajaba en compañía de un amigo. De camino a visitar a otro amigo, me puse a buscar una tienda para comprar cigarillos. Vi a este chico en una esquina y le pregunté. Me mostró dónde podía comprar lo que buscaba. Me acompañó hasta el lugar, y en el camino de vuelta se volvió contra mí.

Primero me preguntó si salía con chicas, y le dije que sí. Luego me preguntó si era lesbiana, y le dije que sí. Luego dijo que me iba a demostrar que yo era una mujer, sacó una pistola y me ordenó que me desnudara. Me forzó a tener sexo con él.

(…)

Ahora odio a los hombres por lo que me pasó aquel día”.

Gad, Siria.

Gad, Siria

“Dejé Homs porque mi vecindario estaba siendo atacado, fue bombardeado en múltiples ocasiones. Me mudé a Líbano con la esperanza de poder encontrar un empleo. Encontré trabajo en un baño árabe dando masajes… Me vi obligado a aceptarlo para poder ayudar a mis padres en Siria.

Solía trabajar durante dos meses, luego volvía a Homs a pasar unos días, y luego de vuelta Líbano. Una noche de agosto de 2004 mi casa fue asaltada por la policía. Recibí puñetazos y patadas. Me pusieron una bolsa de tela negra en la cabeza. Siguieron pegándome y dándome patadas. No sabías de dónde te venían los golpes. Vi cómo trataban a otros de la misma manera. A veces estabas tú solo en una habitación, otras veces estabas con otras dos o tres personas. Podíamos oír cómo torturaban al otro. Aquello continuó durante tres días”.

Ruslan, Rusia.

Ruslan, Rusia

“Mientras estaba en el instituto, mis compañeros nunca desperdiciaban una oportunidad de llamarme maricón y hacer todo tipo de comentarios que subrayaban mi homosexualidad para ridiculizarme. Nunca entendí por qué lo hacían, porque yo nunca expresé en la escuela que era gay.

Un día, mientras iba caminando con una amiga de una escuela cercana, aquellos chicos comenzaron a seguirnos. Se reían y nos lanzaban insultos. De repente, uno de ellos me empujó bajo las ruedas de un coche que pasaba en aquel momento. El conductor me vio y frenó, pero las ruedas me pasaron por encima de la pierna. El doctor me dijo luego que me había roto varios huesos y que si no hubiera sido por las botas que llevaba, la rueda me hubiera machacado la pierna.

(…)

La segunda vez que fui atacado, sucedió en mi primer año de universidad. Estaba paseando a mi perro en el patio. Apareció un grupo de skinheads por allí. Era el blanco perfecto porque tenía el pelo largo y llevaba ropa vistosa. Todo pasó muy rápido. Me reventaron la cabeza con un bate de béisbol.

(…)

La consecuencia de múltiples conmociones cerebrales son desmayos frecuentes, dolores de cabeza, sangrados por la nariz. Un médico me dijo una vez que le sorprendía el hecho de que me no me hubieran dejado inválido.

El último ataque afectó también a mis amigos. Estábamos cerca de un club cuando fuimos atacados por los patrones de ese mismo establecimiento. Nos dijeron que ‘los maricones no deben bailar al lado de nuestras novias’. Saltaron sobre nuestras cabezas hasta que nos dejaron inconscientes.

Ir a la policía no ayuda. No hacen nada”.

Simon, Uganda.

Simon, Uganda

“El 11 de septiembre de 2012, mi novio y yo estábamos en nuestra habitación de alquiler teniendo sexo. Uno de los vecinos nos oyó. Él siempre había sospechado que éramos gais. Según oyó nuestros gemidos, salió corriendo hacia la comisaría y de camino se dedicó a advertir a los vecinos del pueblo de que nos había oído teniendo sexo. Luego se plantó con todos los hombres del pueblo y la policía en nuestra puerta. No abrimos, así que la policía forzó la puerta para entrar.

Nos encontraron aún desnudos, nos esposaron y nos lanzaron fuera. Inmediatamente la muchedumbre nos empezó a golpear con piedras y con palos con clavos diciendo que estábamos malditos y que debíamos morir. Luego la policía nos llevó a través del pueblo desnudos, arrastrándonos sobre piedras que nos causaron pérdidas de sangre severas.

Al llegar a la comisaría no se nos prestó ningún tipo de auxilio médico. Nos tiraron en las celdas. Les dijeron a los reclusos que éramos gay, y estos también comenzaron a golpearnos hasta que les entró el sueño. Doy gracias a Dios de no haber muerto aquel día, porque el dolor era insoportable. Al día siguiente, cuando nos llevaron al hospital, estábamos en estado crítico “.

Nisha, Malasia.

Nisha, Malasia

“Nunca hubiera imaginado que acabaría siendo una expresidiaria. Siempre pensé que las prisiones son lugares para la gente que hace daño a otros. Yoestuve en prisión simplemente por mi identidad como mujer transexual musulmana que vive en Malasia. Me metieron allí para corregir mi comportamiento y cambiar mi identidad de género a lo que ellos consideran correcto, que es que yo sea hombre.

Estar allí fue un infierno para mí. Mis derechos como ser humano me fueron arrebatados. Sufrí todo tipo de abusos hasta el punto de que quise suicidarme. Un día en prisión era como un año para mí, pero a pesar de lo mucho que se esforzaron, siempre permanecí fiel a la persona que soy.

Dejé la cárcel sin mi máximo atractivo, que es mi pelo, como superviviente.Dejé la cárcel como mujer transexual“.

Khalaf, Jordania.

Khalaf, Jordania

“Vine a Líbano escapando de mi familia. Cuando salí del armario, mi hermano mayor apareció en mi casa con tres de mis otros hermanos. Me enseñó una pistola y dijo ‘has destruido el honor de nuestra familia, prepárate para morir’. Me golpearon, me dieron patadas y puñetazos. Perdí mucha sangre por la nariz”.

Khalad proviene de una tribu beduina en la que el honor familiar se considera algo muy importante. Cuando se enteraron de su homosexualidad, sus hermanos se reunieron en la casa de los padres para hablar sobre de qué manera debían matarle. Su esposa y su madre pudieron oír esa conversación desde una habitación contigua. Su mujer subió al piso de arriba a avisarle: “Tus hermanos quieren acabar contigo. Espera a que se hayan ido, coge tu pasaporte y vete”.

Khalaf reveló su homosexualidad de forma pública durante una entrevista que se pudo ver a través de las redes sociales. “Toda mi familia y la gente que me conocía vio la entrevista. Por primera vez me acepté a mí mismo, por primera vez en mi vida el Khalaf real estaba hablándole al mundo“.

En Líbano, Khalaf no ha conseguido encontrar trabajo y vive en la pobreza. Sobrevive gracias a donaciones de amigos. “La vida aquí es difícil, he perdido a mi familia, pero no me arrepiento. Aquí me siento libre de aquella opresión”.

M, Siria.

M, Siria

“Todo empezó cuando Jabhat Al Nusra secuestró a varios gais en nuestra área. Primero secuestraron a algunos de sus amigos, obtuvieron sus fotos de los teléfonos de aquellas personas y empezaron la caza.

A mí intentaron secuestrarme con la ayuda de un chico que se hizo pasar por gay y quería conocerme. Después de salir un día juntos, decidimos ir a casa de sus amigos. Tenían planeado secuestrarme allí, en la calle. Era una encerrona.

Me amenazaron con cortarme la cabeza o dispararme. Ponían un cuchillo en mi cuello y me decían ‘¿estás preparado para morir?. Luego hicieron lo mismo con una pistola. Sugerí que negociaran con mi familia. Me tuvieron encerrado durante dos semanas. Al final mi familia pagó 13.000 dólares por mi liberación.

Cuando volví a mi casa, el guarda de la finca estaba temblando. Me dijo, ‘¿Por qué estás aquí? ¡ISIS te está buscando! ISIS se había llevado mi documentación.

Llamé a uno de mis tíos que se puso en contacto con ellos. La gente de ISIS le dijo: ‘Lo necesitamos. Es un homosexual y debe ser asesinado. Es un fugitivo. No tiene permiso para estar en nuestro estado’.

Mi tío llegó a un acuerdo para que me dejaran escapar. Me dieron dos horas para salir de allí. Me marché con lo puesto a una ciudad que permanecía bajo el control del régimen sirio, luego a Damasco, luego a Beirut.

Las noticias de que era gay se diseminaron por el entorno de ISIS y llegaron a mis familiares. Ahora mis familiares quieren mi cabeza“.

“Más allá del arcoíris, la gente sigue sufriendo por su condición sexual. ¿Hasta cuándo?”

El joven gay agredido en Almería: “Empezaron a gritarnos y tras el golpe no recuerdo nada”

J.J.S, el joven homosexual de 24 años que fue agredido en la madrugada del lunes en el recinto ferial de Almería cuando se encontraba con su pareja en la parte trasera de la caseta del colectivo Colega, ha señalado que aún no entiende los motivos por los que fue atacado y ha pasado hospitalizado casi dos días con fractura de mandíbula y en una mano.

gay agredido en almeria

“Pasó un grupo de chicos y empezaron a gritarnos, no recuerdo que decían, y ya de ahí, solo recuerdo que me llevaron hasta la caseta y pedí ayuda a mis compañeros. Tras el golpe apenas no recuerdo nada”, ha explicado a Europa Press la víctima, quien ha afirmado que no tuvo la oportunidad de defenderse ya que la agresión le vino a él y su pareja “por sorpresa” y sin cruce de palabras previo.

El joven, que ha sido de alta este mismo miércoles, asegura que aún está “un poco mareado” por todo lo ocurrido y a causa de las lesiones, por las que le han puesto dos placas fijas en las mandíbulas y un tornillo en la base del pulgar izquierdo. “Solo puedo comer líquidos con una pajita”, se ha lamentado.

Según su relato, él se encontraba trabajando como camarero en la caseta de Colega, de forma que sobre las 3,00 horas aprovechó para hacer un descanso y salir a charlar con su pareja, de manera que fueron a la parte posterior del establecimiento. “Él tampoco recuerda mucho, nos pilló todo de imprevisto”, ha apuntado.

Así, según su versión, en un momento dado “pasó un grupo de chicos” que comenzó a gritarles, con lo que posteriormente se produjo una agresión. “Solo recuerdo los gritos y que me ayudaron a ir a la caseta, donde me vi sangrando por la boca”, ha explicado.

Fue su pareja, que resultó herido leve, quien consiguió llevarlo casi a rastras al interior de la caseta, donde se alertó a policía y servicios sanitarios, antes de su traslado al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente.

Iraultza gorpuzten postpornografiaren eskutik

Joan den uztailean, Medeak talde transfeministako kideok jardunaldi postporno batzuk antolatu genituen Donostian. Gure helburua askatasunean oinarritutako sexualitate eredu berriak Euskal Herrira helaraztea zen. Auskalo lortu genuen ala ez! Baina, dirudienez, erronka hori mahai gainean jartze hutsak jakin-mina sortu zuen, edo agian porno hitza entzuteak, nor daki! Ukaezina da herri borrokalaria dela gurea, baina isileko hierarkia bat existitu izan da beti hemen borroka gaiekiko. Iraultzarako bidean, gorputza buruaren euskarri soila bilakatu da maiz.

Feministontzat, ordea, gorputza lehen mailako tresna eta mintzaidea izan da beti. Gorputzetik hitz egin dugu, eta gorputza erabili izan dugu borrokarako. Lehenik eta behin, jakin badakigulako ez dagoela bi elementu hauen arteko banaketarik. Eta, bigarren, egunero jendarteak gure bizitza arautzeko ezartzen dituen debekuak gure gorputzean mugak inskribatzen dituelako. Emakume izateak modu zehatz batean eseri behar dudala esan nahi du, hankak ondo itxiz eta nire bizkar hezurra urratuz. Txikitatik ikasi nuen, eta hainbestetan errepikatu dut, dagoeneko nire gorputzean inskribatu dela. Orain, ikasitakoa deseraikitzea da esku artean dudan lana, ez baitago esanahi gabeko gorputzik ezta gorputzean markak uzten ez dituen gertakizunik. Barbara Krugerek zioen moduan, my body is a battleground.

Beraz, gorputza borrokarako tresna izanik, sexualitateak erdiguneko gaia izan behar luke. Euskal Herrian irekiak garen heinean, maiz esaten dugu sexualitatea gure egunerokotasunaren atal garrantzitsua dela. Hau da, pentsamendua, kirola, elikadura eta beste hainbeste atal jorratzen ditugun era berean landu beharko genukeela. Baina zer gertatzen da postpornografiari buruz hitz egiten badut? Hau da, sexu eredu eta pedagogiari buruz hitz egiten badut? Orduan masailak gorritzen zaizkio orori, eta txantxetako gaietara bueltatu garela dirudi.

Masail gorri horiek beste behin konfirmatzen dute sexualitatea esparru pribatuan kokatzen dugun gai bat dela. Ezkutukoa eta norbanakoa balitz bezala. Baina ideia hori guztiz faltsua da, gure gorputza beste hainbeste gaitan domestikatzen den era berean sexualitate eredu zehatz bat izan dezan hezten da, baita sexualitate eredu hori egoera eta modu zehatz batean gauzatu dadin ere. Domestikazio prozesu horretarako, askotariko tresnak ditu estatuak: lege zibikoak, komunikabideak… eta, nola ez, pornografia.

Pornografia gure sexualitatearen pedagogia bihurtu da, eta bertan agertzen diren gorputzak besteak beste zuriak, klase ertainekoak, heterosexualak eta gazteak dira. Beraz, eredu horietatik at dauden gorputzak sexualitaterik ez izatera kondenatuta daude. Mugimendu aniztasuna duten gorputzei, gorputz lesbianoi, gorputz nagusiei… beraien bizitzaren atal bat lapurtu zaie, ez baitute eredu koitozentratu heteropatriarkal horretan errepresentaziorik.

Seguruenik, masailak oraindik gorrituta dituztenek ez liekete sekula hainbesteko boterea emango pornografiari. Agian ez dute inoiz pentsatu pornografia gure gorputzarekin zuzenean mintzatzen den hizkuntza dela, hau da, beldurrezko filmek egiten duten modu berdinean sentsazioak sortzen dituela, gure gorputza sofatik mugiaraziz. Ba, jakin ezazue gorputzak sentsazio horiek barneratzen dituela ordegailuaren disko gogorra balitz bezala, esanahiak inskribatuz. Barneratze prozesu horrek oso modu eraginkorrean funtzionatzen du, pornografiaren eskutik ematen zaigun sexuaren narrazioa berdina baita beti: lehenengo ukitu, gero lau hanketan, gero sexu orala eta azkenik, noski, eiakulatu. Gure sexualitateari imaginaziorik gabeko bidexka bat marrazten dio.

Baina sexualitatea beste zerbait izan daiteke, gorputzetik sortzen den grina eta desioa milaka modutan gauzatu daiteke, milaka koloretan eta milaka momentu edo kidelagun desberdinekin. Beraz, postpornoaren sortzaile den Anny Sprinklek esan zigun moduan, dagoen pornografiak islatzen ez bazaitu, sortu ezazu zure pornografia propioa do it yourself.

Helburua beste pertsonaren desioan barrena hausnartzea da, gorputza entzutea, ez modu mekanizatu eta heterokoitozentratu batean jokatzea; gorputzak, zakila eta aluaz beste, azala du, izerdia, ilea, pultsioa. Beraz, gorputzarekin elkarrizketan jarri behar gara pornoak egiten duen bezalaxe, baina beste hizkuntza bat hitz eginez: postpornoaren hizkuntza, non gorputzak milaka zulo dituen, nahiz eta agian gure desioa gaur ez den horietako bat bera ere penetratzea.

Izan dezagun ba elkarrizketa hori gozatzen dugun gorputz bakoitzarekin, praktika koitozentratu hegemonikoetatik haratago. Hitz egin dezagun bere azalarekin, bere mila zuloekin, bere ilearekin, bere izerdiarekin, eta ponpatu dezagun bere pultsioa. Agian horrela, gorputz guztiek, edozein jatorri, mugikortasun edo sexu identitate izanda ere, bizirik daudela eta legitimoak direla sentitu ahalko dute. Ez dago ilegala den pertsona ez desiragarria ez den gorputz edo praktikarik, gurea topatu besterik ez dugu.

Beraz, bada garaia noizbait dezagun desira eta plazerra mahai gainean jarri eta gorputza borroka gune bilakatu.

La Diócesis de Bilbao recogió las opiniones dos mil personas para el Sínodo de la Familia

BILBAO Acercamiento, conocimiento, acogida y misericordia. Cuatro palabras que encierran, sin embargo, el vademecum de la feligresía vizcaina para abordar asuntos tan relevantes para el futuro de la Iglesia como la familia, las rupturas y nulidades matrimoniales y las uniones entre personas del mismo sexo, por ejemplo. Así se lo han transmitido al Papa Francisco, dispuesto desde un inicio a saber de primera mano cuáles son las inquietudes, pensamientos, inclinaciones y sensibilidades de las bases de la cristiandad y no solo las de la jerarquía eclesiástica.

Lo han hecho respondiendo a dos encuestas -la primera en 2014 y la segunda este mismo año- cuyas conclusiones han sido enviadas al Vaticano con vistas a preparar el próximo Sínodo sobre la Familia. Una de las principales conclusiones es que la mayoría de la base eclesial de Bizkaia respalda el discurso del pontífice en cuestiones como la conveniencia de amparar y comprender a los matrimonios que atraviesan dificultades y no marginarlos de las eucaristías, como sostienen los sectores más conservadores.

En la redacción del primer documento -remitido por el propio Vaticano- tomaron parte 35 parroquias, 32 miembros de organismos diocesanos, 15 asociaciones de fieles y comunidades, 11 comunidades religiosas, 8 equipos de pastoral familiar, 8 miembros del Consejo Pastoral Diocesano y 8 equipos ministeriales de unidades pastorales. A modo de resumen, la feligresía vizcaina subraya la necesidad de tener una “actitud fundamental de acogida y misericordia” a la hora de afrontar, precisamente, esas situaciones matrimoniales complicadas en las que, por las causas que sean, la pareja decide separarse sí, pero también seguir manteniendo su fe cristiana.

De hecho, abogan por desarrollar una labor social [pastoral] en el seno de la comunidad que sea “cercana y personal” para aproximarse a esos individuos y que ninguno sea apartado de las eucaristías, tal y como sostiene el Papa Francisco.

Las bases eclesiales vizcainas también dejaron patente en esa primera encuesta la conveniencia de revisar las prácticas de la Iglesia acerca de las nulidades matrimoniales, así como que “debería seguirse una actitud de acercamiento, conocimiento y acogida como hijos o hijas de Dios” en lo relativo a las uniones de personas del mismo sexo. En definitiva, se insistía desde la Diócesis, el propósito es acordar y establecer las bases de una Iglesia más participativa y también más implicada en los problemas familiares. “Es preciso -se apostillaba en el documento enviado al Vaticano- repensar el papel de la mujer y de la familia como protagonistas y no solo como destinatarios de la pastoral”.