DEIA: SERVICIO DE PREVENCIÓN DEL VIH “¿Pero, puedo infectarme de sida la primera vez?

Se multiplican las consultas de jóvenes al servicio de prevención del VIH

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En la imagen, test de detección del VIH. (José Mari Martínez)

MADRID – “Pero, ¿si es la primera vez no me puedo infectar? ¿no?”. Esta es una de las dudas que plantean los jóvenes que consultan al Servicio multicanal de información y prevención del VIH del Ministerio de Sanidad que gestiona Cruz Roja, y al que cada vez acceden más los menores de 25 años. Atendido desde sus inicios, en 2005, a través de un teléfono gratuito y un buzón de correo electrónico, en 2012 este servicio anónimo se abrió a nuevos canales de comunicación (web, chat, Facebook o Twitter). Esa apertura multiplicó el número de consultas de personas jóvenes, que se comunican principalmente a través del chat para narrar conductas sexuales de las que muchas veces desconocen la forma de infección.

Hasta el año 2012, la media de edad de los que consultaban en el servicio se situaba en los 35 años, que coincide también con la edad media de mayor infección, según el informe de evaluación de este servicio, hecho público con motivo de la celebración hoy del Día Mundial del Sida.

De 2011 a 2013 la franja de edad más joven (menores de 25 años) ha pasado de representar el 21% del total de las consultas al 35%, lo que significa que la puesta en marcha del chat ha supuesto un incremento de los usuarios más jóvenes equivalente a catorce puntos porcentuales.

El objetivo de la evaluación del servicio era conocer si lo que se está haciendo a través de los canales de comunicación cumple realmente con el objetivo de prevenir la infección del VIH, a través de la incidencia de las conductas de riesgo y la detección precoz.

El informe revela que el perfil de los usuarios no responde a una tipología determinada, pero respecto al sexo, el 80% de las consultas las realizan los hombres, lo que se corresponde exactamente con el perfil de las personas que en mayor medida se infectan. Si se atiende a la franja de edad, existen claras diferencias según el canal de comunicación: en la línea telefónica, la edad predominante es la comprendida entre los 26 y los 30 años, mientras que en el chat los que más consultan tienen entre 19 y 22 años. En cuanto a las redes sociales, hay una mayor participación de mujeres, en concreto un 60% del número total de usuarios en Facebook.

Las consultas más habituales son por transmisión sexual, lo que también coincide con la vía mayoritaria por la que se producen los nuevos contagios. El segundo motivo por el que se producen las consultas es la demanda de información respecto a las pruebas de detección del VIH, tras haber mantenido una conducta de riesgo.

El 80% de los contagios se producen por transmisión sexual sin protección, por lo que desde el servicio multicanal se pretende motivar para que las personas asuman conductas seguras y también sensibilizar para que una vez se haya tenido una conducta de riesgo se acuda a realizar la prueba. Cada vez que una persona accede al servicio y narra la conducta que ha vivido, si los profesionales detectan que ha sido de riesgo se le invita a que se realice la prueba, se le explica en qué consiste y se le dice cual es el sitio más cercano donde puede hacérsela. De esta forma, se persigue una detección precoz de la infección que va a posibilitar que esa persona, por un lado, pueda acceder al tratamiento lo antes posible y, por otro, que no siga transmitiendo la infección.

EL CORREO:Tres de cada diez nuevos casos de VIH son menores de 30 años

Tres de cada diez nuevos casos de VIH son menores de 30 años

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Activistas indonesios participan en una manifestación con motivo de la celebración de la Día Mundial contra el Sida. / Efe

El 30% de los nuevos casos de VIH son de personas menores de 30 años, según ha informado a Europa Press el presidente de la Coordinadora estatal de VIH y Sida (Cesida), Juan Ramón Barrios, con motivo de la celebración del Día Mundial de la lucha contra la enfermedad.

Además, Barrios ha alertado de la disminución del número de diagnósticos entre la población inmigrante ya que se ha pasado de un 50% en 2012 a un 32%. Un hecho que lo ha achacado a la apliación del Real Decreto de Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS), aprobado en abril de 2012, que “dejó” sin cobertura sanitaria gratuita a esta población.

“Desde ese año han habido recortes de más de un 70% en todo lo relacionado con la prevención y atención del VIH. Asimismo, se han roto los convenios con el Consejo de la Juventud e Instituciones Penitenciarias y muchas organizaciones han tenido que cerrar y, otras hemos tenido que recortar muchos servicios que eran necesarios”, ha apostillado.

Por todo ello, el presidente de Cesida ha destacado la necesidad de que el nuevo ministro de Sanidad, tras la dimisión de Ana Mato, “revitalice” y “dote” de recursos al Plan Nacional sobre el Sida con el fin de lograr que en el año 2020 haya “cero transmisiones”.

Estrategia ’90-90-90′

Precisamente este fin es el que se plantea la comunidad internacional, encabezada por el Programa Naciones Unidas para el Sida (Onusida) y a la que se ha unido Cesida, que se ha marcado la estrategia que sigue la regla del ’90-90-90′, que responde a conseguir en el año 2020 que el 90% de las personas con VIH estén diagnosticadas, que de éstas, el 90% reciba tratamiento antirretroviral y que el 90% de éstas presente carga viral indetectable.

En este sentido, Barrios ha destacado la necesidad de que la lucha contra el estigma de personas que viven con VIH esté presente de manera transversal a los objetivos de Onusida ya que, ha asegurado, es un periodo “exitoso” en el ámbito científico, que sin embargo se encuentra acompañado de un “fracaso” en el ámbito social.

“El estigma y la discriminación asociada al VIH y al sida continúan como realidades que impiden y/o dificultan el control de la pandemia y puede poner en riesgo los objetivos marcados por la Comunidad Internacional, los profesionales sanitarios y las propias organizaciones de VIH y sida”, ha zanjado.

Las recomendaciones internacionales establecen que sin la participación de la sociedad civil, muchas de las estrategias y de los objetivos previstos por los países y la comunidad internacional para responder al VIH son inalcanzables, puesto que la experiencia, capacidad, compromiso, trayectoria y proximidad de las ONG a las poblaciones más vulnerables son de suma importancia para la formulación de la política nacional y para el desarrollo más fuerte de los sectores de la salud.

EL PAIS:Medio centenar de países impiden a los hombres homosexuales donar sangre por el sida

Blake Lynch (izq.) con Brett Donnelly,

Blake Lynch (izq.) con Brett Donnelly, su pareja y también activista de Bannedforlife.com

Activistas turcos por los derechos de los colectivos gays han lanzado esta semana una campaña online contra la Media Luna Roja por su regla de rechazar sangre de donantes homosexuales varones. La Media Luna Roja turca, en su procedimiento rutinario, pregunta a cada donante información concerniente a su salud y vida privada. En el formulario, los donantes masculinos tienen que responder si “han tenido alguna vez sexo oral o anal con un hombre utilizando o no condón”. Aquellos que responden afirmativamente son descartados para donar sangre de manera permanente.

Esta norma contradice los principios institucionales antidiscriminatorios y de protección de la dignidad humana”, afirma el texto de la campaña, apoyada por 19 asociaciones LGTB (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) turcas. “Como heterosexual también se afronta el mismo riesgo de contagio durante el sexo, está claro que este requisito no está basada en el interés médico”, añade La declaración dice, además, que esta práctica viola la Convención Europea de Derechos Humanos y la Constitución turca.

Turquía no es el único país que tiene esta norma. Medio centenar de países, entre ellos Alemania o Estados Unidos, impiden a los homosexuales donar sangre por miedo a la expansión del sida. En 1977, cuando la pandemia del sida llegó a Estados Unidos, el temor a esta nueva enfermedad era mayor que el conocimiento de los científicos sobre ella. Esta combinación de miedo, ignorancia, prejuicios y una sociedad más homofóbica que la actual llevó al país a vetar que los hombres homosexuales donaran sangre. Se justificaba -y justifica- por el mayor riesgo de la población masculina que mantiene sexo con otros hombres de estar infectado por el VIH, hepatitis u otras enfermedades transmisibles por la sangre. Pese al profundo conocimiento actual sobre el VIH, la prohibición sigue vigente en Estados Unidos, aunque muy pronto, mañana mismo, podría levantarse este mandato. Han tenido que pasar 37 años para que ocurra.

Blake Lynch, un enfermero de 23 años de Carolina del Sur, acudió a donar sangre para una amiga que padece anemia falciforme. Fue rechazado por su orientación sexual, lo que le llevó a crear la organización Banned4Life. Ha recogido más de cincuenta mil firmas para eliminar el veto. “No deberían centrarse en la orientación sexual sino en comportamientos sexuales de riesgo”, opina Lynch. “Mi compañero y yo no tenemos relaciones sexuales peligrosas, pero quieren comprobar nuestra orientación sexual y prohibir que donemos. Es injusto”, añade el actIvista.

El 13 de noviembre, un grupo de expertos recomendó levantar el veto en EEUU por primera vez. Un total de 16 de los 18 miembros del panel de expertos votó a favor de sustituir la prohibición de por vida de donar sangre por un período de un año tras la última actividad sexual con otro hombre. El 2 de diciembre, un día después del Día Mundial de la Lucha contra el sida, que se celebra hoy, la FDA (la autoridad federal que prohibió la donación en 1977) decidirá al respecto.

Otros grupos con un alto riesgo de transmitir infecciones transmisibles por la sangre, como los usuarios de drogas intravenosas, prostitutas, portadores del VIH y los receptores de trasplantes de tejidos u órganos animales también están vetados. La prohibición afecta también a mujeres transexuales que tienen sexo con hombres. “La FDA considera que los nacidos hombres -en base a su carga cromosómica- son hombres incluso tras operaciones de cambio de sexo”, afirma un portavoz de la organización. “Los hombres que mantienen sexo con otros hombres representan aproximadamente el 2% de la población de Estados Unidos, aunque es la población más afectada por el VIH”,declara la FDA en su página web.

En la actualidad, prácticamente cada unidad de donación en los países desarrollados analiza la sangre para detectar el VIH, así como otros patógenos, antes de ser utilizado, por lo que la exclusión ya no tendría sentido. Pese a todo, el virus causante del sida puede tardar en ser detectado hasta dos semanas aunque se porte y se pueda transmitir. En el caso de la hepatitis B, este denominado “período ventana” son dos meses, que es el tiempo que puede necesitar la infección para alcanzar una carga viral detectable por la prueba.

La situación en España

En el caso de España no hay ningún tipo de restricción exclusiva para homosexuales a la hora de donar sangre. “Los únicos criterios de exclusión absoluta son las hepatitis B y C, malaria, VIH y diagnóstico de algún tumor”, explica Javier Padilla, médico de familia. Preguntado sobre si tiene sentido mantener las restricciones de otros países, permanentes o temporales, responde tajante: “No, en absoluto. La sensibilidad [capacidad para captar infectados] y especificidad [capacidad para decir que los no infectados no lo están] de las pruebas son muy altas y su valor predictivo negativo es elevado incluso en las áreas con una prevalencia más elevada. Excluir a colectivos en vez de a individuos que realizan prácticas concretas no tiene sentido”. Portugal, Polonia e Italia utilizan el mismo criterio.

El 51% de las infecciones de VIH en 2013 en España fueron causada por relaciones sexuales entre hombres frente al 28,5% que suponen el sexo heterosexual, según datos del Ministerio de Sanidad dados a conocer la pasada semana. Hace cinco años, el porcentaje de infecciones que suponía la transmisión entre hombres homosexuales respecto al total de transmisiones era 10 puntos inferior, dice lasubdirectora general de Promoción de la Salud en el ministerio, Elena Andradas. Entre los hombres, el sexo homosexual fue la causa del 60% de los nuevos diagnósticos. La tendencia es ascendente en este grupo. Pese a ello, el diagnóstico tardío (aquel que ocurre cuando se manifiestan los síntomas) es menor en los homosexuales que en cualquier otro grupo de la población. La prevalencia del VIH entre los gays es alta: según un informe del 2009 del Plan Nacional sobre Sida, el 10% de los hombres que mantienen prácticas sexuales con otros hombres podrían estar infectados.

En Francia, Austria, Alemania, Irlanda, Dinamarca, Bélgica o Grecia el veto de por vida permanece vigente aunque el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó en julio que la exclusión permanente de los homosexuales de la donación de sangre vulnera la legislación comunitaria. “El mero hecho de que un hombre mantenga o haya mantenido relaciones sexuales con otro hombre no constituye una ‘conducta sexual’, en el sentido de la directiva, que justifique su exclusión permanente de la donación de sangre”, dice la decisión. La sentencia llega tras la denuncia de un ciudadano francés al tribunal de Estrasburgo por sentirse discriminado al no poder donar sangre. En el Espacio Económico Europeo (UE, más Islandia, Liechstein y Noruega) sólo el grupo poblacional de hombres que tienen sexo con hombres ha incrementado las infecciones. El aumento ha sido de un 33% desde 2004, según un informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades.

Países no comunitarios como Noruega, Suiza, Israel, Arabia Saudí, Filipinas, o China tampoco permiten donar sangre a un hombre que ha mantenido prácticas homosexuales, con o sin condón. Reino Unido (excepto Irlanda del Norte), Suecia, Finlandia o Japón imponen un año de veto desde su último acto sexual a los hombres homosexuales antes de permitirles donar sangre. En Australia, donde el veto ha sido reducido de 5 años a 12 meses, un estudio científico no ha encontrado un incremento en la transmisión del VIH, tal y como se propone ahora en Estados Unidos.

Su vecina Nueva Zelanda también ha decidido reducir de 5 a 1 año el veto. En cambio, en 2013, Canadá redujo la prohibición vitalicia a una conservadora de un lustro. Sudáfrica -el país donde más personas padecen sida, con más de 6 millones de infectados- amplió este mayo el veto de seis meses que sólo se aplicaba a homosexuales a toda persona que inicie una relación, eliminando el trato discriminatorio a los varones homosexuales. Además prohíbe donar a quien tenga más de una pareja sexual. Una portavoz del Servicio Nacional de Donación de Sudáfrica admitió que la política se basaba en estadísticas y tendencias internacionales y no tenía en cuenta las condiciones propias del país, donde la pandemia afecta sobre todo a heterosexuales. Rusia permite la donación de sangre desde el año 2008 aunque en agosto de 2013 el vicepresidente del Comité de Ciencias del organismo estatal ruso y candidato a la alcaldía de Moscú por el Partido Liberal Democrático, Mijaíl Degtiariov, propuso “enmiendas en la ley sobre la donación y en la normativa del Ministerio de Salud para volver a incluir la homosexualidad en la lista de contraindicaciones para donar sangre”. La votación finalmente fue rechazada por la Duma, el congreso ruso.

Muchos países latinomericanos también rechazan a los donantes de sangre homosexuales. En la lista se encuentran países como Colombia, Venezuela, Brasil, Perú o Argentina (aunque sí es posible donar en la ciudad de Buenos Aires). Otros países como Chile, Costa Rica o México acabaron con la prohibición recientemente y ahora cualquier persona que haya mantenido relaciones sexuales de riesgo estará vetada independientemente de su orientación sexual. Bolivia o Uruguay permiten donar sangre, aunque en el caso uruguayo, tras un año de abstinencia sexual.

La arbitrariedad hecha norma

Los períodos de veto muestran la arbitrariedad que persiste una vez eliminada la prohibición de por vida. Distintas asociaciones científicas y médicas de Estados Unidos, como la Cruz Roja, apuestan por eliminar la prohibición al no estar basada en comportamientos individuales sino en la orientación sexual. La Unión Estadounidenses por las Libertades Civiles se opone al período de un año ya que “evitará que dos hombres que mantienen una relación monógama puedan donar sangre. Esta norma no distingue entre relaciones de sexo seguro y de alto riesgo”. Lynch celebra la decisión, pero critica el plazo de un año sin relaciones homosexuales para poder donar. “Gays y hombres bisexuales que tienen una relación cerrada, que son sanos, todavía seguirán siendo incapaces de donar sangre”, lamenta. La defensa de la FDA ante esta crítica es que no ha sabido qué preguntas serían idóneas para identificar de manera fiable gays con un riesgo menor de infección.

Según la OMS, en 39 países no se analizan rutinariamente las donaciones de sangre en busca de infecciones transmisibles por transfusión, y sólo el 16% de las donaciones en países con bajos ingresos son analizadas en laboratorios con mediciones de calidad externas. La prevalencia del VIH en donaciones de sangre en países desarrollados es sólo del 0,002% frente al 0,85% en países empobrecidos. La organización dependiente de Naciones Unidas recomienda que todas las donaciones sanguíneas sean analizadas en busca de infecciones y que los donantes sean voluntarios, reguladores y de bajo riesgo.

Países que permiten donar sangre sin restricciones

Chile, España, Italia, México, Polonia, Portugal, Rusia, Sudáfrica, Tailandia (entre otros).

Países que no permiten donar sangre a homosexuales

Alemania, Argelia, Argentina, Austria, Bélgica, Brasil, China, Colombia, Croacia, Dinamarca, Eslovenia, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Francia, Grecia, Hong Kong, Irlanda, Irlanda del Norte, Islandia, Israel, Malta, Noruega, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suiza, Tailandia, Turquía, Venezuela.

Países que permiten donar tras un veto temporal

Australia, Canadá, Finlandia, Gran Bretaña, Hungría, Japón, Nueva Zelanda, República Checa, Suecia, Uruguay

PUBLICO:Shangay Lily – La lucha contra el sida, la lucha por el condón

Con motivo del Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, la asociación LGTB del País Vasco Gehitu (“sumarse” en euskera y un juego con la pronunciación que suena como “gay” y “tú”) me pidió un texto para el número monográfico sobre el sida de su revista Gehitu Magazine que saldrá en papel hoy y que podéis ver online en ISSUU.

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Con motivo del Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, la asociación LGTB del País Vasco Gehitu (“sumarse” en euskera y un juego con la pronunciación que suena como “gay” y “tú”) me pidió un texto para el número monográfico sobre el sida de su revista Gehitu Magazine que saldrá en papel hoy y que podéis ver online en ISSUU.

El tema que principalmente se debate en ese número es el auge de la práctica delbareback o sexo sin condón. Por desgracia, fomentado principalmente por la poderosa Iglesia Católica y por las farmacéuticas, las nuevas generaciones, inexplicablemente (tienen acceso a una información y herramientas a las que los veteranos que nos enfrentamos a la aparición del sida no tuvimos) cada vez ignoran más el condón y se arriesgan más. En este día en el que sobre todo recordamos a nuestros hermanos y hermanas caídos por esta terrible enfermedad, os dejo con el texto/reflexión que envié a las y los amigos de Gehitu.

Bareback, autodestrucción sin condón

Pulsión autodestructiva, culpabilidad, baja autoestima, moda, necesidad  de pertenecer (a la élite), decadencia, aburrimiento, prepotencia, perversa dinámica de poder… muchas son las razones que podrían explicar la alarmantemente creciente moda de practicar el bareback (“sexo a pelo”, proveniente del término ecuestre para montar “sin silla” o “a pelo”), pero la explicación a la peligrosa práctica de follar sin condón, justificada inicialmente como respuesta a la monotonía por el aliciente que el riesgo supone, se debe analizar como un cúmulo de factores en una interacción compleja.

El primer paso sería incluir el concepto de gaypitalismo que desarrollo y analizo en mi venidero libro Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: construyendo la marca gay). No es muy difícil aplicar las leyes del  capitalismo a la comunidad gay; de hecho es lo que una élite de gaympresarios ha hecho para convertir en negocio nuestra lucha por una vida digna. Nuestra identidad se ha convertido en un negocio que impone un determinado físico que genera jugosos dividendos  (joven: gastando en la cosmética y la cirugía plástica, musculado: costosos gimnasios, depilado: una industria nacida en los 90, bronceado: otra industria nacida en los 90, entusiasta: el negocio de las farmacéuticas, vestido a la última y de marca, culto, viajado, con buen gusto: las inmobiliarias y decoradores babean con los gays, siempre con tecnología punta…) y al que la mayoría accede a costa de su salud física y mental cuando no pueden mantener ese ideal pluscuamperfecto e inalcanzable y caen en profundas depresiones, terribles adicciones (la presencia de drogas cada vez más sofisticadas y peligrosas en nuestra comunidad se incrementa) e incluso el suicidio al creerse fracasados.

Una vez aclarado el caldo de cultivo que el capitalismo ha colado en nuestra comunidad para imponer modas y demandas incluso autodestructivas (pero beneficiosas para el mercado), pasemos a analizar algunos factores psicológicos que intervienen en esta práctica que ha disparado los niveles de infección por VIH —especialmente entre los más jóvenes— hasta picos similares a los de lo que se conoce como el “holocausto gay” (la aparición del sida en los 80).

La baja autoestima sería un factor determinante, ya que juega un papel relevante no sólo en este fenómeno sino en toda la comunidad LGTB. No sólo sufrimos una constante agresión homófoba desde niños que mina nuestra autoestima antes de su propia maduración, sino que, como he explicado antes, esta batalla continúa hasta cuando superamos el heroico rito de salir del armario y aceptarnos nuestra esencia: esa comunidad gaypitalista que creíamos nuestra salvación seguirá jugando con nuestra autoestima. Es la forma de imponer a una persona prácticas que se venden como pertenencia al grupo, ya sea comprar determinada ropa o practicar el bareback porque es lo que hacen los cosmopolitas urbanitas de capital.

Aprovechando la baja autoestima del menos curtido, los “triunfadores” (bien dotados, guapos según el canon oficial, ricos…) imponen a los canondiscordantes su demanda de no usar condón, algo de “aburridos y antiguos”. El riesgo, lo prohibido y la prepotencia siempre han sido una eficaz arma en las dinámicas de poder de una sociedad jerarquizada, elitista y clasista (en ese ámbito también opera la homofobia). Y la comunidad gay, por culpa del gaypitalismo, se ha convertido en la sociedad más competitiva, jerarquizada y clasista del universo capitalista. La última adquisición de esa maquinaria propagandística y adoctrinadora sobre la que funciona el monstruo capitalista.

Dentro de este gaypitalismo que ha impuesto el clasismo, la misoginia y la endohomofobia (homofobia internalizada de gays) como rituales cotidianos, es fácil entender la masificación de modas que perjudican a la persona pero benefician a esa oligayrquia que promueve estas modas. Es en este perverso mundo gaypitalista donde la urgencia por seguir la moda (por muy peligrosa que sea) para pertenecer al grupo tiene sentido.

Una vez nos creemos dentro de esa élite gaypitalista, aparece la prepotencia de creerse imbatible o por encima de lo que afecta  a los “perdedores”. Una convicción que desemboca en la peligrosa pose del ennui o aburrimiento crónico. Y ese aburrimiento lleva a buscar nuevos alicientes como el riesgo de follar sin condón, desafiar lo prohibido. Un desafío que a su vez favorece el cultivo de lo decadente o retórica de la decadencia, la convicción de que lo decadente es sinónimo de cosmopolitismo, éxito, superación, y lo inocente o sencillo (como el instinto de preservación) de pueblerino o poco viajado, fracaso, inferior (otra más de esas absurdas dicotomías impuestas en nuestra comunidad por el heteropatriarcado que convierten al activo en superior al pasivo o a la pluma en inferior al “parezco hetero”).

A esto podríamos sumar la culpa impuesta por los cristofascistas (la mal llamada tradición judeo-cristiana) que arrastramos toda nuestra vida y que nos lleva a cometer pequeños boicots contra nosotros o permitir agresiones creyéndonos merecedores del maltrato.

Pero el peor factor en esta práctica es la pérdida del miedo al VIH/sida. Y la mayor responsable de esa pérdida de miedo es una gran industria capitalista: la industria farmacéutica. Con su interesado mensaje de que los enfermos de sida ya no mueren (mentira, mueren muchísimos menos, pero mueren y otros arrastran consecuencias de una medicación muy agresiva para el hígado y los riñones o los huesos y la regulación de la serotonina con la consecuente depresión) o de que la vida de una persona con VIH es casi idílica gracias a sus medicamentos, pasando por el peligroso lema de que el sida ahora sólo es una “enfermedad crónica”, han hecho creer que el VIH es una nimiedad por la que no hay que preocuparse.

Si a esto unimos que gran parte de los directivos y accionistas de esas farmacéuticas son cristofascistas, entenderemos episodios como la retirada de una foto de condones en una exposición patrocinada por las empresas farmacéuticas Bristol Myers-Squibb y Gilead en el hotel Room Mate Óscar de Madrid, ordenada por una directiva que visitó previamente la exposición que seguía 18 días a una persona con VIH. Boicot al condón que va desde los papas hasta sus lacayos cristofascistas que proclaman combatir el sida y no hacen sino fomentarlo.

El fenómeno Truvada

A este desolador panorama habría que añadir el último capítulo del culebrónbareback, un fenómeno que en EEUU está levantado tanta pasión como críticas: el uso de Truvada, fármaco antiretroviral que impide la transmisión, como sustituto del condón. Obviando los efectos secundarios para la salud que tiene esa medicación, el fenómeno Truvada está fomentando el bareback hasta límites insospechados en los EEU. En España, hace unos días un médico me comentaba el creciente mercado negro que el tráfico de este medicamento ya está creando en las farmacias de algunos hospitales de Madrid.

Y todo por no ponerse un condón, esa frase que tantas personas con VIH habrán repetido en su cabeza.

Esta entrada está dedicada a Poli Alomia y a Ana Rosa Linares y a todos los seres amados que permanecen en mi/nuestra memoria.

EL MUNDO:Espejo del amor y de la muerte

LITERATURA Testimonio de dos enfermos de VIH

  • “La mayoría sigue rechazando a los seropositivos”
  • “Nos habíamos equivocado, pero la factura no podía ser tan alta”
Nicolás Herrero y Xulia Alonso

Nicolás Herrero y Xulia Alonso, en la playa de Afife, Portugal (1981). E. M.

“Hizo falta que él muriera para llevar el problema a las casas”. Él era Rock Hudson, el hombre que personificó la lacra de los 80, la pandemia que demonizó la pasión y provocó resacas irreversibles. “No estoy feliz por tener sida, pero, si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”, anunció a principios de 1985. Murió a los pocos meses de confesarse miembro del grupo de los amorales. Murió consumiendo las esperanzas de Xulia y Nico, que tras meses con las venas limpias de heroína se vieron obligados a saltar a su nueva vida sin paracaídas.

“Sí, es verdad, nos habíamos equivocado, sin embargo la factura no podía ser tan cara”, escribe Xulia Alonso en Futuro imperfecto (ed. Mar Maior). Un testamento prematuro para narrar la historia que, estaba convencida, no tendría tiempo para contar más adelante.

Xulia y Nico se vieron inmersos en el Santiago de finales de los años 70 y principios de los 80. Todo en Compostela olía a libertad, a adrenalina, a noches de dos días… y se dejaron llevar. “No recuerdo la primera vez que consumí, tampoco la última, empecé a tontear con la heroína, conocí a Nico, nos enamoramos y un día nos dimos cuenta de que lo único que nos importaba era conseguir esa dosis”, relata. Juntos se metieron en el infierno y juntos decidieron salir de él. Ingresaron en un centro de desintoxicación, que en aquella época eran casas ruinosas con veteranos de guerra que entrenaban a sus soldados para la lucha que suponía volver a un mundo sin distracciones. Lo consiguieron y juntos imaginaron ese futuro lleno de oportunidades hasta que Rock Hudson hizo saltar la alarma social y los hospitales se llenaron de jóvenes chupados y temblorosos. “Llevábamos mucho tiempo sin consumir, estaba segura de que íbamos a dar negativo pero los dos estábamos infectados”, recuerda Xulia.

Desde ese día, sus planes de futuro se difuminaban por la falta de noticias. Cuando les dieron el diagnóstico no sabían qué les iba a ocurrir, qué era el VIH ni cuáles eran sus consecuencias.

“Esa época ha sido la que más me ha costado narrar, porque me dolía mucho recordarla. Todo era incertidumbre”. Pero cuando confirmaron que podrían tener una familia con un alto porcentaje de posibilidades de que su hijo no cargase con ese peso añadido, tuvieron a Lucía. Xulia empezó a escribir este libro para ella, “para contarle cómo llegamos a esa situación. Dejarle por escrito el relato de la historia de amor que la sustenta a ella. No quería que, si nosotros nos íbamos, ella tuviese un sentimiento de abandono”.

Xulia no llegó a desarrollar la enfermedad. Nico luchó con uñas y dientes, pero el VIH se impuso ante su tozudez y murió en 1992 tras años de ataques, hospitales, esperas y desesperación. Xulia no escribió este libro con la intención de publicarlo, pero, tras años en una clandestinidad forzada, consideró que contar su historia ayudaría “a poner las cosas en su sitio”. “Y reivindicar la memoria de los que yo conocí y ahora no pueden narrar lo que les ocurrió. La mala reputación y el adjetivo de amoral que se aplicó a los seropositivos durante esos años me parece muy injusta”.

Futuro imperfecto es, además de la memoria de Xulia, un retrato de una sociedad desinformada, llena de tabúes y que afrontó el problema construyendo un muro de hormigón.

“Aunque han pasado muchos años, los seropositivos son rechazados por la mayoría. Voy a dar charlas a colegios y los jóvenes se sienten ajenos a esta enfermedad.Tienen muy poca información de cómo pueden contagiarse y, como nosotros, piensan que a ellos no les puede pasar”, denuncia Xulia.

Para ella se trata de su «historia de superación»: la de Nico, la de Lucía y la de todos los que aún guardan silencio. Esos que son, de algún modo, ella y él. Dos cómplices del mismo infierno que los separó. “Me preparé, pues, para salvarte, y así empezó el último capítulo de nuestra vida juntos, un capítulo que sería de tal intensidad, autenticidad, sencillez y complejidad que, a pesar de fracasar en mi propósito de salvarte, dio sentido a toda mi existencia, la pasada, la presente y la futura, y eso, amor mío, no te salvó a ti, pero sí a mí”.

EL MUNDO:Héroes en el corazón de la pandemia del sida

DÍA MUNDIAL Del VIH

  • Un grupo de profesionales lleva 10 años luchando contra el VIH en New Crossroad
  • Este suburbio de Ciudad del Cabo tiene una incidencia de VIH entre el 28% y el 30%
  • La tasa de infección es casi 10 puntos más de la global que se da toda Sudáfrica

  • “Me alegro de que conozcáis la auténtica Ciudad del Cabo. La Table Mountain (la montaña más emblemática de la ciudad) está muy bien, pero esta es la realidad”. Quien así habla es Ntando Yola, el coordinador con la comunidad del Centro de Investigación Emavundleni, situado en el barrio New Crossroad, plagado de chabolas y donde la incidencia del VIH oscila entre el 28% y el 30%, casi 10 puntos más de la ya por sí elevada prevalencia deSudáfrica. New Crossroad es un lugar peligroso y a los periodistas que acuden a las instalaciones no se les permite descender del autocar. “Podría haber problemas serios”, apunta Ntando.

  • Pero allí, en este epicentro de criminalidad y pobreza, se erigen orgullosas unas instalaciones que tienen poco que envidiar a las de un centro de salud de cualquier capital española. Un lujo, como definen sus responsables, liderados por la profesora Linda-Gail Bekker, de la Desmond Tutu HIV Foundation. La presencia del Premio Nobel de 1984 es constante en el lugar, donde hay hasta un muñeco de trapo con la figura del activista y arzobispo anglicano.

  • El Emavundleni se construyó en 2004 y, en este tiempo, ha probado todas las estrategias en estudio frente al VIH, desde vacunas terapéuticas y preventivas hasta geles microbicidas yanillos vaginales impregnados de antirretrovirales. Todo para intentar aportar alguna solución más a una pandemia que, según se empeñan en demostrar los datos, no consigue controlarse solo con la promoción del uso del preservativ

  • Las razones de su éxito, más allá de la apuesta de la institución que la puso en marcha residen sobre todo en dos puntos: la inversión en la comunidad y el mantenimiento de buenas relaciones con sus miembros. Aunque a largo plazo, la vacuna y en definitiva la cura del VIH /sida sean el objetivo de los investigadores que aquí trabajan, insisten en que a corto plazo hay que lograr promover la abstinencia entre la gente joven y conseguir que utilicen los medios preventivos a su alcance, aquellos cuya eficacia ya está demostrada -como el preservativo o la circuncisión- y aquellos más prometedores, como el uso de terapia antirretroviral preexposición (PReP) o los microbicidas.

    Kewana tiene 25 años y está sentada en el pasillo del centro, a punto de entrar en una de las pequeñas consultas, donde no ha parado de pasar gente durante toda la visita, organizada por el centro a los periodistas asistentes al primer congreso HIV Research for Prevention(HIVR4P). Con un hijo de cinco años, Kewana fue consciente de lo que suponía el VIH cuando su hermana mayor falleció por sida, algo que cuenta sin grandes tragedias porque, en este barrio de Ciudad del Cabo, dista de ser una excepción. Sin embargo, la muchacha se muestra sorprendida cuando se le pregunta si es por esa razón por la que se acercó al centro de investigación, como si no tuviera sentido la conexión de ambos hechos. Y no, lo hizo simplemente porque una amiga suya trabajaba en el lugar.

    Hace cinco años, Kewana accedió a implantarse un anillo vaginal microbicida, una de las estrategias más prometedoras en la prevención de la transmisión del VIH. Al contrario que con los preservativos, con el anillo no hace falta llegar a un consenso con la pareja, aunque la joven esperó seis meses para decirle a su pareja que lo estaba utilizando. “Me dijo que lo notaba; fui al baño y le dije que me lo había quitado y era mentira; él dijo que ya no lo sentía”, cuenta riéndose, aunque aclara que ahora ya sabe la situación real. Cuándo se le pregunta qué sintió al ver el anillo, Kewana no se avergüenza: su principal temor era que, desde la vagina, se desplazara por todo el cuerpo, causando daños irreparables. Ya ha visto que no es así, y está tranquila.

    Es uno de los ejemplos de los muchos prejuicios con los que se enfrentan a diario los tres médicos, cuatro enfermeras y dos técnicos de laboratorio que trabajan en el centro. Así lo recuerda una de ellas, que habla de aquel ensayo de PReP, ya finalizado en el que había que tomar muestras del pelo de los participantes, el lugar idóneo para analizar los niveles de fármaco. “Nos costó muchísimo convencerlos, porque el pelo se utiliza para hacer magia negra“, comenta la enfermera.

    Esta es una de las razones por las que tanto los profesionales contratados como los voluntarios han de hablar forzosamente no solo inglés, sino también xhosa, el idioma local más hablado en la zona y conocido por ser la lengua materna de Nelson Mandela. Lo importante es conseguir que la comunidad se comprometa. A favor, cuentan con una asistencia médica que supera con mucho, aunque sea en reducción de burocracia, a la sanidad pública suráfricana. En contra, como subraya Bekker, la cruda realidad: “Se sacrifican siendo parte de los estudios; pedimos a individuos sanos que tomen fármacos que pueden tener efectos secundarios y que acudan regularmente para el seguimiento; el buen ambiente es imprescindible”.

  • Precisamente el punto a favor preocupa no solo a los gestores de este centro, sino de otros similares en distintos países. El principal temor es que la gente solo acuda a las instalaciones a hacerse sus chequeos y recibir gratis, rápido y bien lo que no es fácil en otras facilidades. Pero una cosa es ir al médico y otra ser serios a la hora de participar en un ensayo clínico. Para esto, insisten los responsables, es imprescindible el compromiso por parte de la comunidad, hacer que se involucren y que sientan los éxitos y fracasos de las investigaciones allí llevadas a cabo como propios.

    Sin duda, en Emavundleni se ha conseguido. Bekker todavía recuerda como fueron los propios participantes en el estudio los que consolaban a los investigadores cuando se supo que el ensayo Phambili (también conocido como STEP, en el que se probó en fase III una prometedora vacuna contra el VIH) se tuvo que interrumpir prematuramente al ver que la inmunización no era eficaz. “Ya nos habíais dicho que esto podía pasar, nos decían los participantes. Fue emocionante“.

    Además de este ensayo, el centro va a ser en breve una de las sedes del ensayo que va a replicar en Suráfrica el RV144, el trabajo tailandés en el que se logró demostrar la eficacia (de alrededor de un 25%) de la única vacuna contra el VIH que se ha mostrado capaz de proteger frente al virus. También van a comenzar a probar la PReP inyectable, algo “emocionante y nuevo”.

    Y en un momento en que precisamente esta forma de prevención, consistente en tomar de forma regular antirretrovirales para evitar la transmisión del virus en caso de no utilización o fallo del preservativo, está más avalada que nunca, en este centro de Sudáfrica van a probarla en un grupo hasta ahora virgen de este tipo de intervenciones: los adolescentes de entre 15 y 19 años. “Nos interesan sobre todo las niñas, lo primero que estudiaremos será la seguridad y cómo se acepta su uso“, destaca Bekker, quien apunta a que no solo se trata de evaluar la eficacia de las distintas intervenciones, sino también saber si serán fáciles de utilizar, si se podrán aplicar a la vida diaria. “Se trata también de tener varias opciones, porque lo que estamos viendo es que hay mujeres que prefieren los anillos a los microbicidas, o la PReP al presevartivo; cuantas más opciones haya, será mejor”, concluye.

    Pero nada de esto se consigue sin entusiasmo por parte de los promotores y lo que queda claro tras visitar Emavundleni es que Bekker, Ntando y los participantes en los ensayos destilan ilusión. Ese ingrediente de la cura contra el VIH ya se ha probado con éxito.

 

GARA:EL ESTIGMA CONDICIONA EL CONTROL DE LA PANDEMIA

ANTE EL DÍA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA EL SIDA

Los colectivos que trabajan en la lucha contra el sida reconocen que se encuentran ante un período «prometedor» en el ámbito científico, acompañado, por desgracia, por un fracaso en el ámbito social al mantenerse el estigma asociado al VIH que impide o dificulta controlar mejor la pandemia.

La discriminación a los portadores del VIH pone, a juicio de las organizaciones que trabajan en ese ámbito, en riesgo los objetivos marcados por el programa conjunto de ONUSIDA, los profesionales sanitarios y las propias organizaciones de que para 2020 haya cero transmisiones. De ahí, la gran transcendencia que se da al compromiso social para que entre todas y todos se deje de contribuir al estigma de esta infección.

Gracias a los avances científicos a nivel mundial, los nuevos tratamientos han logrado un mejor control del virus y a la vez reducir el riesgo de infección en aquellas personas que, hoy por hoy, tienen una carga viral indetectable -mínima cantidad de virus en fluidos-, pero sigue siendo difícil para la mayoría ser aceptados y poder enfrentarse a una vida afectivo-sentimental duradera.

«En relación al ámbito clínico se ha avanzado mucho, hoy podemos decir que la calidad de vida y la condición de enfermedad crónica es una realidad que aleja de la muerte a las personas que viven con el virus», comenta Marco Antonio Imbert, miembro de la asociación T4. El coordinador del centro sicosocial Bideratzen, con sede en la capital vizcaina, explica que «hoy en día los estereotipos son más generales, ya que la realidad nos demuestra que no hablamos de estereotipos sino de personas con conductas sexuales de riesgo».

En esa reflexión coincide Udiarraga García, un referente vasco y estatal del activismo del VIH y que coordina la asociación Itxarobide. Ella se expresa en primera persona ya que se infectó hace tres décadas y hoy, aunque se ha curado «muy bien», sigue en la pelea. Se coinfectó con hepatitis, lo que le lleva a implicarse con aquellas personas que siguen reivindicando hoy en día tratamientos para afrontar esa enfermedad, que no acaban de llegar para la mayoría.

«Se ha avanzado muy poco en eliminar los estereotipos y lo preocupante es que, en las actuales generaciones, con más información específica que nosotros, continúan los prejuicios y también quienes se infectan en prácticas de riesgo, principalmente de ámbito sexual», explica esta educadora social. En 2013, según García, se infectaron 162 personas en la CAV, un dato preocupante. Asegura que las administraciones, al igual que el tejido asociativo, han invertido mucho en campañas de concienciación pero estima que tendrá que pasar, al menos, una generación hasta que cale en la mayoría de la sociedad.

El estigma no es algo nuevo y por ello se ha tratado de normalizar la condición de persona infectada, desde el enfoque de una dolencia crónica, aunque los afectados mantienen en su mayoría el anonimato. Esa discriminación, según Imbert, es un primer paso. «Lo más difícil para toda persona es normalizar su vida en materia de relaciones afectivo sexuales, ya que es muy difícil borrar el miedo y la falta de información frente a los factores reales de vivir hoy con el VIH», añade.

La coordinadora de Itxarobide comenta otra realidad, la de las personas que no quieren desvelar su condición de seropositivo y se las ven y se las desean para mantener una vida laboral normalizada compatibilizándola con los deberes del tratamiento para un enfermo crónico de estas características. «Es difícil no desvelar a lo largo de los años a tu entorno más próximo que todos los meses tienes que ir dos veces al hospital, una vez para efectuar los análisis y otra para recoger los retrovirales», detalla, al tiempo que destaca que una parte de los infectados son trabajadores que mantienen una actividad laboral normalizada gracias a los avances clínicos pero que tienen ese hándicap a consecuencia de la persistencia del estigma.

El apoyo del entorno del enfermo

«Los inconvenientes siguen siendo los factores sociales y laborales ya que hay muchas personas que tras el diagnóstico ven alterados sus factores vitales y sociales, los que les llevan a vivir situaciones difíciles y adversas», apunta el coordinador de T4, quien precisa que esos obstáculos están alimentados «muchas veces por el estigma y la discriminación, pero no solo social, sino también familiar».

«Una vez que las personas interiorizan su condición vital, el día a día cambia; pero eso puede tardar -puntualiza el responsable del centro sicosocial Bideratzen de Bilbo- meses o años dependiendo de los soportes que se tengan, ya sean familiares, sociales, económicos, emocionales y de ayuda». Es en ese momento cuando entran en juego las diversas asociaciones que trabajan en apoyo de las personas que viven con VIH-sida, ya sea para informar, asesorar, acompañar y prestar apoyo sicológico, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y tener mejor respuesta a la mecánica del día a día con el virus del VIH.

Su compañera de Itxarobide ha repetido en múltiples entrevistas, no solo ahora que su familia y amigos fueron «claves» para afrontar el VIH a lo largo de estos años. «También la militancia y la ayuda mutua han tenido mucho que ver en mi crecimiento como mujer seropositiva. Fue clave el apoyo y la atención sanitaria del hospital de Galdakao, tanto de los médicos como del personal de enfermería», declara. Para ayudar a las personas que se encuentran con problemas desde su asociación efectúan compañías individualizadas para apoyar más si cabe a quienes descubren tras un análisis que son portadores del virus.

Baja sensación de vulnerabilidad

García incide en que no existe un «perfil tipo» del portador del VIH, aunque la mayoría tienen vinculación con las prácticas sexuales de riesgo y se trata de varones en torno a los 35 años. Su compañero de T4 apostilla que hay una baja en la sensación de vulnerabilidad, «alimentada por la ausencia de muertes y la buena calidad de vida de las personas que hoy viven con VIH».

En el ámbito estadístico, se subraya que las nuevas infecciones sigue siendo muy similares entre hombres y mujeres heterosexuales y una «gran bajada» en los usuarios de drogas intravenosa por los distintos programas de control de uso de jeringuilas implentados. El incremento, advierte García, es en los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), donde se multiplican las relaciones con distintas personas en muchos casos sin protección.

«Los estereotipos de hoy son las prácticas sexuales -resalta Marco Imbert, que trabaja en la prevención entre los HSH-, ya que hemos visto que la gran mayoría de las nuevas infecciones se siguen alimentado de las relaciones sexuales desprotegidas, indistintamente de los colectivos y los estereotipos». La sexualidad «desprotegida» se vive, según los expertos, de manera transversal en los distintos grupos, ya sean heterosexuales o homo-bisexuales. «De hay -aclara el coordinador de T4- la calificación de HSH, al ser muchos hombres que no se identifican como gays y si tienes ciertas conductas o prácticas sexuales con personas de su mismo sexo, esto es lo que demuestra que son las prácticas y conductas de riesgo las que hacen la diferencia y no los estereotipos».

Imbert y García no pasan por alto la repercusión negativa de la crisis económica sobre los afectados. «Se está viviendo muy mal», enfatizan. «Un factor es la pérdida de trabajo en alguna persona, ya que esto ha generado inseguridad y cambio en su estabilidad laboral como en su estabilidad emocional», señala el primero. «Uno de los factores que ha influido en las personas que viven con VIH hoy en día para que se vuelvan a sentir vulnerables como desprotegidas frente a la adversidad económica y de igualdad de condiciones frente a la oferta y demanda de trabajo», comenta Marco Antonio Imbert.

En Bizkaia, por ejemplo, Comisión Ciudadana Antisida, T4 e Itxarobide han redactado un manifiesto en el que, entre otros puntos, reivindican también el acceso a la sanidad pública de todas las personas independientemente de su condición laboral o su situación administrativa en el país».

Los colectivos ponen el foco en la prevención y en las prácticas y conductas sexuales protegidas

El principal mensaje que quieren transmitir desde las asociaciones que trabajan en materia de VIH-sida es el de poner el foco en la prevención y en las prácticas y conductas sexuales protegidas, como también en el diagnóstico precoz. «Hoy en día, debemos incorporar la costumbre y hábito de realizar la prueba de diagnóstico de VIH en todas las personas sexualmente activas, como mínimo una vez al año, e indistintamente de la orientación sexual», precisan.

Explican que «ayudará a controlar y disminuir los nuevos diagnósticos y a la vez permitirá que las personas puedan acceder al seguimiento clínico». El objetivo último es reducir el diagnóstico tardío, que es otro de los problemas a los que se enfrentan hoy, ya que parte de las personas son diagnosticadas cuando ya tienen manifestaciones clínicas propias del cuadro de sida, «lo que hace que su recuperación y pronóstico de calidad de vida sea complejo». A.G.

La crisis económica golpea sin piedad al tejido asociativo

No falta la referencia a los recortes en los manifiestos redactados por los colectivos que trabajan contra la extensión del VIH-sida. En Bizkaia, por ejemplo, Comisión Ciudadana Antisida, T4 e Itxarobide aseguran que para alcanzar los objetivos de ONUSIDA para 2020 es necesario el compromiso institucional con las asociaciones y centros comunitarios que abordan esa pandemia, reconociendo su experiencia y asegurando su sostenibilidad económica.

«Hemos sido y seguimos siendo pioneras en detectar y proponer soluciones a las cuestiones emergentes que en cada momento necesitan ser abordadas, así como llegar a las poblaciones que están más en riesgo», defienden. Les parece fundamental que los programas de reducción de daños en el ámbito de las drogas, «que tanto han contribuido al control de la epidemia», se refuercen y que «no se produzcan recortes en ellos».

Desde estas organizaciones -confiesa Marco Antonio Imbert, coordinador de T4-, sí han sentido los efectos de la crisis. «Hay ciertos programas y actividades que se han visto reducidos; la razón es que han disminuido las subvenciones y presupuestos». A este respecto, Udiarraga García expone que la mayor parte de los colectivos medianos y pequeños del Estado español han desaparecido concentrándose las ayudas en las grandes ONG que, en su opinión, se convierten «en brazos de la Administración». «Aquí ya nos avanzó el anterior consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, que la crisis llegaría y efectivamente lo ha hecho. Hemos sido punteros en la asistencia sociosanitaria, nos miraban con envidia desde otros territorios del Estado, y no podemos perder todo lo que hemos avanzado», señala esta activista del VIH, que se queja de que el consejero Jon Darpón no les convocó a la presentación del plan estratégico de prevención y control de sida y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) que ha elaborado el Gobierno de Gasteiz. A.G.