PUBLICO:El Vaticano reta a la Iglesia a cambiar su actitud hacia los gays

“Los homosexuales tienen dones y atributos para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿Somos capaces de darles la bienvenida?”, se pregunta en un documento publicado después de una semana de discusiones en una asamblea de 200 obispos sobre la familia

papa francisco

El Papa Francisco habla con el Cardenal Angelo Sodano.- MAX ROSSI (REUTERS)

En un dramático cambio de tono, un documento del Vaticano dijo el lunes que los homosexuales tenían “dones y atributos para ofrecer” y preguntó si el catolicismo podría aceptar a los gays y reconocer los aspectos positivos de las parejas del mismo sexo.

El documento, preparado después de una semana de discusiones en una asamblea de 200 obispos sobre la familia, dijo que la Iglesia debería desafiarse a sí misma para encontrar “un espacio fraternal” para los homosexuales sin comprometer la doctrina católica sobre familia y matrimonio.

Aunque el texto no señaló ningún cambio en la condena de la Iglesia a los actos homosexuales o su oposición al matrimonio homosexual, utilizó un lenguaje menos severo que en textos previos del Vaticano bajo otros Papas.

El documento será la base para las discusiones para la segunda y última semana de la asamblea, conocida como Sínodo, que fue convocada por el papa Francisco y se enfoca en el tema de la familia.

También servirá para futuras reflexiones entre los católicos de todo el mundo antes de otro sínodo el año próximo.

“Los homosexuales tienen dones y atributos para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿somos capaces de darle la bienvenida a esta gente, garantizándoles un espacio mayor en nuestras comunidades? Muchas veces ellos quieren encontrar una Iglesia que les ofrezca un hogar acogedor, dijo el texto.

“¿Son nuestras comunidades capaces de probar eso, aceptando y valorando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?”, preguntó en el documento conocido en latín como “relatio”.

John Thavis, experto en el Vaticano y autor del exitoso libro de 2013 ‘The Vatican Diaries’, calificó el documento como “un terremoto” en la actitud de la Iglesia hacia los gays.

“El documento refleja claramente el deseo del papa Francisco de adoptar un acercamiento pastoral más misericordioso sobre los temas del matrimonio y la familia“, sostuvo.

Un número de participantes en el sínodo a puertas cerradas ha dicho que la Iglesia debería moderar el tono en su lenguaje condenatorio cuando se refiere a las parejas gay y evitar frases como “desorden intrínseco” cuando habla de los homosexuales.

Esa fue la frase usada por el anterior papa Benedicto XVI en un documento escrito antes de su elección, cuando todavía era el cardenal Joseph Ratzinger y dirigía el departamento doctrinal del Vaticano.

El lenguaje y tono del documento del lunes, leído a la asamblea en presencia del papa Francisco, parecía mostrar que los defensores de un tono más compasivo hacia los homosexuales y los católicos en las llamadas “situaciones irregulares” había prevalecido.

El texto indicó que los 1.200 millones de miembros de la Iglesia deberían ver el desarrollo de su posición sobre los homosexuales como “un importante desafío educativo” para la institución global.

El pasado año Francisco ya hizo unas declaraciones que supusieron la primera ruptura de uno de los trandes tabúes de la Iglesia. “Si una persona es gay, busca a dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, dijo al ser preguntado sobre su postura con respecto a la homosexualidad. “El catecismo de la Iglesia Católica lo explica muy bien. Dice que no deberían ser marginados por ello, sino que deberían ser integrados en la sociedad“, añadió.

EL PAIS:Francisco logra que el Sínodo acoja a gais y nuevas familias

Iglesia Católica

sínodo

El Papa preside el Sínodo de obispos sobre la familia. / EFE

Poco a poco, sin los volantazos que algunos desearían ni el inmovilismo por el que otros suspiran, el papa Francisco está llevando a la Iglesia católica al terreno de la tolerancia. El cardenal húngaro Péter Erdö ha presentado un resumen de las 265 intervenciones pronunciadas durante la primera semana del Sínodo de los obispos sobre la familia, y la primera conclusión es que la Iglesia, tan proclive a mandar al infierno a aquellos que viven en pecado, está trabajando duro por acercarse a quienes hasta ahora –homosexuales, parejas de hecho, divorciados vueltos a casar— están y se sienten excluidos. Aunque no se trate de la redacción definitiva –aún queda otra semana de reuniones—, llama la atención que en un documento con membrete del Vaticano se admita que “las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”, se interrogue sobre la capacidad de acogerlos en su seno –“¿estamos en grado de recibir a estas personas aceptando su orientación sexual y garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?—e incluso se acepte que “hay casos en el que apoyo mutuo” de algunas uniones homosexuales “constituye un valioso soporte para la vida de las parejas”.

Eso sí, la Iglesia sigue teniendo claro –señala el documento de 58 puntos presentado por el cardenal Erdö— que “las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer”, pero el aviso enviado a quienes, como el obispo de Alcalá, todavía practican desde el púlpito la caza al gay es claro y diáfano: “Las personas homosexuales tienen que ser respetadas, como es respetada la dignidad de toda persona independientemente de su tendencia sexual”. Se trata ni más ni menos que del desarrollo de una pregunta retórica pronunciada por el papa Francisco en el vuelo de regreso de Río de Janeiro –“¿Quién soy yo para juzgar a los gais?”— que marcaba una senda, llena de obstáculos, hacia la tolerancia, primero, y hacia la inclusión después de quienes, creyendo en Dios, se sienten marginados por su Iglesia.

Es el caso también de muchas parejas que, por unos motivos u otros, no han pasado por la vicaría y de los divorciados vueltos a casar. Una parte importante de las intervenciones del Sínodo se están enfocando a la necesidad de “opciones pastorales valientes” para atender a “las familias en situaciones difíciles”. La sinceridad que pedía el Papa al inicio de los debates parece que está funcionado y los padres sinodales, en vez de entretenerse en las musarañas de lo divino, están mojándose en las dificultades de lo humano. No hace falta más que extraer varias frases del documento para inferir que, aunque la letra llevará más tiempo, la música de la Iglesia está cambiando: “Cada familia herida debe ser primero escuchada con respeto y amor haciéndose de ellas compañeros de camino como Cristo con los discípulos de Emmaus (…) Debe ser respetado sobretodo el sufrimiento de aquellos que han sufrido injustamente la separación y el divorcio (…). También las situaciones de los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentirse discriminados. Hacerse cargo de ellos no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado”.

A expensas de lo que se diga de aquí al 19 de octubre, otro de los hallazgos del Sínodo es la actitud abierta hacia las parejas de hecho. La Iglesia toma nota de que el número de jóvenes que no se casan aumentan en todo el mundo y apuesta por “acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles”. Según el documento presentado por el cardenal Erdö, la Iglesia parece haber caído en la cuenta de que “no es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del todo o nada”.

Otra forma de mirar

No fueron pocos lo que se maliciaron que aquel obispo callejero, simpático y futbolero llegado del fin del mundo no tardaría en ser anulado –en el mejor de los casos—por la poderosa Curia vaticana, la misma que había amargado los últimos días de pontificado a Joseph Ratzinger o la que vivía plácidamente escondiendo escándalos y dinero oscuros mientras los fieles desertaban de las iglesias. Muchos pensaron que la cruz de plata, los zapatos gastados y aquellos discursos contra el poder económico serían flor de un día, una vistosa tapadera para el caldero de siempre. No parece que vaya a ser así. Parapetado en Santa Marta –no hay mejor blindaje que mezclarse entre la gente–, a salvo del lujoso aislamiento vital y teológico de Benedicto XVI, Jorge Mario Bergoglio sigue erre que erre el camino que se marcó: viajar a cuerpo gentil hacia las periferias del espíritu y del mundo. Por lo pronto, ya ha cambiado el lenguaje y la mirada. Francisco ve posibles amigos donde antes solo había enemigos.

 

EL MUNDO: La Iglesia se abre a los gays

SÍNODO VATICANO Segunda y última semana de su reunión extraordinaria

  • Los obispos animan a las diócesis a acoger “los valores familiares” de estas uniones
  • El borrador afirma que los homosexuales “tienen cualidades para ofrecer a la Iglesia”
sínodo

El Papa Francisco preside el Sínodo sobre la familia celebrado en el Vaticano. EFE

Francisco ya rompió moldes cuando al hablar de los gays se descolgó con el ya histórico: “¿Quién soy yo para juzgar a nadie?”. Pero ayer el Vaticano dio un paso de gigante en apertura al reconocer en un documento oficial que los homosexuales “tienen dotes y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” y destacar “lo positivo” que hay en las parejas de hecho.

El terremoto se ha materializado en la “relatio post disceptationem”, el borrador del documento final del sínodo que desde hace una semana reúne en Roma a obispos de todo el mundo para debatir sobre los retos de la familia. Ese documento de 14 páginas, elaborado tras las discusiones de la primera semana y dado a conocer ayer por el cardenal húngaro Peter Erdo (relator general del sínodo) ante el Papa, refleja una apertura sin precedentes hacia gays y lesbianas e incluye un tirón de orejas al modo en que hasta ahora han sido muchas veces tratados por la Iglesia.

“Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?”, se lee en el documento.

El informe reitera de manera rotunda el “no” de la Iglesia a permitir el matrimonio a las uniones gay. Pero al hablar del colectivo homosexual lo hace con un tono claramente distinto del que hasta ahora utilizaban muchas conferencias episcopales (con la española a la cabeza), alabando las virtudes de gays y lesbianas y animando a la Iglesia a cambiar su visión sobre ese colectivo, dejando de lado la rigidez para abrazar la apertura y la misericordia.

Caminos realistas de crecimiento afectivo

“La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo”, se señala en el documento.

Es verdad que se trata de un texto que aún no es definitivo, que es un borrador que los participantes en el sínodo todavía pueden retocar y corregir. Pero ya varios cardenales reconocieron ayer, en una rueda de prensa en el Vaticano, que representa un cambio gigantesco para la Iglesia católica.

Ese espíritu abierto y compasivo que ha traído Francisco y que se esta dejando sentir con fuerza en este sínodo no sólo hace un llamamiento contemplar a los homosexuales con una mirada renovada y positiva, sino también de las parejas de hecho. El documento no sólo constata en ese sentido el aumento de ese tipo de parejas sino que, en una nueva apertura desconocida hasta ahora, subraya”lo positivo” que encierran las uniones civiles y de aquellas personas que conviven sin haber pasado por el altar.

Una sensibilidad nueva

“Una sensibilidad nueva de la pastoral actual consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias, de las convivencias”, se señala en el texto, en el que ademas se destaca que en las parejas de hecho “es posible acoger los valores familiares auténticos o al menos el deseo de ellos”.

También al abordar el tema de los divorciados casados en segundas nupcias, objeto de una cruenta batalla entre conservadores y progresistas sobre la posibilidad de que puedan o no recibir la comunión tras realizar un camino de penitencia, la “relatio post disceptationem” también apuesta por la apertura.

“Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley gradual, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes”.